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María de Rumanía

Dinastías y poder

Cuando María de Rumanía se convirtió en 'best-seller'

Fue reina, autora de títulos polémicos de máximo éxito, con artículos publicados en diarios de medio mundo y escritora de su propia biografía

¿Qué pensaríamos si la Reina Letizia colaborase con la prensa con títulos como Mi experiencia con los hombres o Hacia un matrimonio duradero? Nos parecería inapropiado y absolutamente inconveniente. A pesar de su pasado periodístico, resultaría del todo inadecuado. Pero eso ocurrió: toda una reina, autora de títulos polémicos de máximo éxito, con artículos publicados en diarios de medio mundo y escritora de su propia biografía. María de Rumanía, quien fue reina entre 1914 y 1927, lo hizo. Y cosechó una aceptación extraordinaria entre los lectores. Fabiola también escribía cuando era joven, aunque entonces no podía imaginar que llegaría a ser reina de los Belgas.

María de Rumanía, de la dinastía Sajonia-Coburgo, era la hija mayor del duque de Edimburgo, el segundo de los hijos varones de la emperatriz Victoria. En 1893 se había casado con el príncipe heredero de Rumania, entonces un país muy inestable en el fuerte polvorín que eran los Balcanes. Accedieron al trono tras la muerte del jactancioso rey Carlos I. Su coronación resultó fastuosa, en Bucarest, en una ceremonia teatral muy del gusto de la nueva soberana en la que se presentó cubierta con un velo largo, de duelo y un vestido entre medieval y bizantino, luciendo en el cuello una enorme cruz ortodoxa acorde con las tradiciones del país.

Fernando y María, príncipes herederos de Rumanía, fotografiados tras su boda en 1893

Durante la Primera Guerra Mundial, Rumanía se alineó con Francia e Inglaterra lo que desagradó profundamente a la madre de María, la gran duquesa-viuda María Alexandrovna. Fue en este tiempo, cuando las tropas del káiser Guillermo II, su primo, ocuparon la capital y la familia real tuvo que refugiarse en Jassi, –la capital de Moldavia, a unos quince quilómetros al oeste de la frontera rusa– cuando empezó a gestarse la leyenda de la reina María, Missy como la llamaban en familia. Asistió a soldados moribundos vestida con el uniforme blanco de enfermera y compartió con su pueblo la falta de alimentos y lumbre que provocaba la desolación.

Con la guerra terminada y Rumanía entre los vencedores, enérgica y arrogante, se presentó en París para reclamar la parte de territorios de Transilvania y del caído Imperio Austro-Húngaro que le pertenecían. Fue el comienzo de la Gran Rumanía, la Mare Unire, en la que ella, con sus túnicas, joyas fabulosas y aficiones extravagantes, brillaba con luz propia. Uno de sus deberes regios era «dar gusto a los plebeyos» como le gustaba recordar.

Fue en 1925 cuando la reina María se decidió a publicar sus opiniones sobre los hombres, la ropa o la monarquía en los periódicos de medio mundo

Los rumores que la relacionaban con su primer ministro Barbo Stirbey no tardaron en hacerse públicos como tampoco la vida sentimental alocada y escandalosa de su primogénito, Carol de Rumanía. Fugado con Zizi Lambrino y casado sin autorización con Elena Lupescu, dio muchos quebraderos de cabeza a su estrafalaria madre.

Fue en 1925 cuando la reina María se decidió a publicar sus opiniones sobre los hombres, la ropa o la monarquía en los periódicos de medio mundo. Ya antes había escrito cuentos románticos, de hadas y princesas, pero aquello prometía ser un éxito sin precedentes. Ideas cambiantes sobre el matrimonio o ¿Puede una mujer volverse bella? prometían al lector intimidades de una testa coronada. Cómo vivía y sentía una reina verdadera. La agencia NANA –North American Newspaper Alliance–, la misma que años después se hizo con los servicios de Ernest Hemingway para cubrir la Guerra Civil española, no tardó en contratarla.

El éxito fue inmediato y la conmoción entre su regia parentela, extraordinaria. Llegó a afirmar que los maridos no debían ejercer sus derechos tradicionales sobre las esposas y que la tentación era la misma para los dos sexos. ¿Cómo era posible? Tiempo después, en 1935, se decidía a publicar sus Memorias, The story of my life, de la que se tiraron varias ediciones y fue traducida a muchísimos los idiomas.

Fue tal la fama que adquirió, que la invitaron a presidir el banquete anual de la Royal Literary Fund, un honor que por primera vez se otorgaba a una mujer. «¡Me siento un poco como una gallina que ha empollado patitos!», llegó a decir. La obra narraba con toda minuciosidad los detalles más íntimos de la realeza mezclados con lo que ella misma consideraba su legado histórico con la humanidad. Era vanidosa, puro narcisismo, pero sus relatos constituyen un fiel crisol de un mundo en el ocaso.

María de Rumanía visitó en dos ocasiones España. La primera en la primavera de 1913 y la segunda en 1929, cuando era uno de los personajes más populares de la realeza. El semanario Estampa se llenó de fotografías de la ilustre viajera. Su hermana menor, Beatriz de Sajonia-Coburgo, vivía en Madrid por su matrimonio con el infante Alfonso de Orleáns y habían apalabrado un posible compromiso entre el hemofílico príncipe de Asturias, el mayor de Alfonso XIII, y la tercera de las hijas de María. Aunque aquello nunca prosperó.

No fue la única de las consortes contemporáneas que dejó su testimonio. Pero quizá sí la que más revuelo causó: los pensamientos de una soberana, francos y sinceros, a la vista de todo un pueblo. María de Rumanía falleció en 1938. Durante su vida publicó más de quince libros, incluyendo romances y relatos de viajes. ¿Se imaginan si a Letizia se lo ocurriese hacer lo mismo?