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Revolución de los claveles

Revolución de los claveles

La Revolución de los Claveles: Celeste, la mujer que hizo de esta flor un símbolo de libertad en Portugal

Uno de los militares sublevados le pidió un cigarrillo y a falta de tabaco, Celeste Caeiro entregó al soldado un clavel, la flor que terminó dando nombre a la revolución que puso fin a más de 40 años de dictadura en el país vecino

La conversación entre un militar portugués y una camarera terminó con un pequeño gesto que se convertiría en un gran símbolo: a falta de tabaco, Celeste Caeiro entregó al soldado un clavel, la flor que terminó dando nombre a la revolución que puso fin a más de 40 años de dictadura en el país vecino.

Celeste vivía a las afueras de Lisboa, en Frexeira, y trabajaba de camarera en un bar frecuentado por los vendedores del mercado de la rúa de São Bento, cerca del palacete en el que residía el presidente Marcelo Caetano, quien seis años atrás recogía el relevo a Antonio Oliviera Salazar, el fundador en 1933 de una dictadura que llamó eufemísticamente Estado Novo.

La madrugada del 25 de abril de 1974 Portugal se despertaba al ritmo de Grândola, Vila Morena entonada por José Afonso. Aquella melodía sirvió como señal para que los militares salieran de sus cuarteles dispuestos a terminar con aquella dictadura de más de 40 años que estaba costando a Portugal el sacrificio de jóvenes al convertirse en soldados por obligación en las guerras coloniales. Celeste presenció como los tanques pasaban por delante del bar en el que trabajaba y que se dirigían a la residencia presidencial de São Bento.

Mural de Street Art con Celeste y sus Claveles (2020) en Palma de Mallorca

Mural de Street Art con Celeste y sus Claveles (2020) en Palma de Mallorca

«Trabajaba en un restaurante que fue inaugurado el 25 de abril del 73. El 25 de abril del 74 cumplía un año y los dueños quisieron celebrar el aniversario y nos pidieron que compráramos flores para la fiesta. Pero al día siguiente decidieron que el negocio no iba a abrir porque había empezado la revolución», recuerda Celeste, en una entrevista en el Jornal de Noticias.

La llamada Revolución de los Claveles fue un levantamiento militar y popular en Portugal debido a la negación del ejercicio de los derechos civiles de la población, la censura y al no poder participar en la elección de sus gobernantes: no se convocaba elecciones democráticas desde 1925. Acorde con los regímenes totalitarios de Italia y Alemania, el gobierno de Oliveira Salazar se asentó bajo el lema «Dios, Patria y Familia», llamándose Estado Nuevo a un sistema de control que, bajo la apariencia de democracia, avaló bajo la Constitución interna todo tipo de censura, falta de libertades y represión a manos de su Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE), alimentada a su vez por turbias redes de informantes.

Civiles celebran el golpe sobre un carro de combate en las calles de Lisboa

Civiles celebran el golpe sobre un carro de combate en las calles de Lisboa

La Revolución fue auspiciada por militares que habían combatido a los independentistas en suelo africano, agrupados en el llamado Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA): su papel sería decisivo para derribar al Gobierno de Marcelo Caetano, que había sucedido en 1968 a un ya anciano Salazar incapacitado por un accidente. «Los capitanes de abril», como se conoce a quienes participaron en este movimiento, eran en su mayoría jóvenes oficiales que se negaban a seguir luchando las guerras colonialistas portuguesas, cansados de ver morir a sus compañeros. A ellos se sumó el pueblo, hundido en la pobreza y harto de la violencia de Estado y de la falta de libertades.

En su camino a casa, uno de los militares sublevados le pidió un cigarrillo. «No tenía. Miré a mi alrededor y no había ninguna tienda, así que le ofrecí un clavel. Él lo cogió y lo puso en la escopeta, de manera que le ofrecí otra a otro soldado y lo aceptó, y luego otro y luego otro. Fue una alegría muy grande. Estaba muy contenta cuando los vi cruzar la plaza con los claveles. Fue una sensación que no se puede explicar». El gesto pasó a la historia como una de las razones por las que la revolución fuese tan pacífica: sólo murieron cuatro personas.

Por otro lado, cabe mencionar otras dos teorías que dan nombre a esta revolución. Se dice que debido al levantamiento las iglesias tuvieron que cerrar, obligando a una pareja de novios a posponer su boda quedando todos los claveles que tenían preparados listos para cargar los fusiles de los soldados. Otros defienden que las flores pertenecían a una empresa de exportación que no pudo enviar a su destino el cargamento al estar el aeropuerto clausurado.

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