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Tropas de Camerún durante la Primera Guerra MundialBiblioteca del Congreso de EE.UU.

Cuando miles de alemanes buscaron asilo durante la Primera Guerra Mundial en Fernando Poo, colonia española

Durante las dos Guerras Mundiales la colonia española de Guinea se vio salpicada por incidentes derivados de los conflictos

La Conferencia de Berlín de 1884-84 había terminado con un acta final que se puede considerar un gran pacto de caballeros entre las potencias europeas que tenían intereses en África. Una de las conclusiones fue que el reparto debía hacerse por acuerdo entre los países y evitando la guerra de conquista, especialmente entre naciones de Europa. Este principio se cumplió, incluso cuando el incidente de Fashoda en Sudán en 1898 estuvo a punto de originar un enfrentamiento armado entre Francia y el Reino Unido.

Sin embargo, esta regla se rompió durante las dos Guerras Mundiales que vivieron enfrentamientos entre Reino Unido, Italia, Francia y Alemania. Incluso en la Segunda Guerra Mundial se vivieron enfrentamientos entre franceses de De Gaulle y Pétain en Dakar y Argel. Y en ambas guerras la colonia española de Guinea se vio salpicada por incidentes derivados de los conflictos.

Miles de refugiados en Fernando Poo

En agosto de 1914 los aliados atacaron a las fuerzas alemanas de Camerún. Trataban de evitar que los alemanes obtuvieran recursos y combatientes de sus colonias africanas. Los franceses desde sus posesiones en el lago Chad y los británicos desde Nigeria. En abril de 1915, franceses y británicos decidieron actuar conjuntamente bajo el mando del general Dobell. Después de una larga y dura campaña, el ejército imperial alemán al mando de Zimmerman sufrió su última derrota en Mora al capitular Von Rabben tras dieciocho meses de asedio.

Alrededor de unas 60.000 personas se acogieron al Convenio de La Haya de 1907 sobre combatientes internados en país neutral

En ese momento, los alemanes que no habían sido hechos prisioneros, se internaron en la Guinea Española a través del puesto de N'Gonde. Fueron pasando en grupos numerosos entre enero y febrero de 1916. Al frente el gobernador imperial Ebermaier y el coronel Zimmerman. Los acompañaban unos 800 alemanes, militares y colonos, y unos doce o quince mil fusileros indígenas. A las tropas africanas solían acompañarlas sus mujeres, hijos y los boys que cargaban la impedimenta.

Posiblemente llegaron unas 60.000 personas. Se habían acogido al Convenio de La Haya de 1907 sobre combatientes internados en país neutral. Y España se veía obligada a acogerlos, mantenerlos en custodia y repatriar a los europeos hacia Europa en los primeros transportes disponibles. Más de la mitad de los cameruneses también fueron repatriados a sus lugares de origen en un primer momento. No había comida para mantenerlos en Guinea.

España se veía obligada a acogerlos, mantenerlos en custodia y repatriar a los europeos hacia Europa en los primeros transportes disponibles

Mientras tanto, la llegada de tantos nuevos habitantes supuso un gran problema para el gobernador español, que en esos momentos era el capitán de navío Ángel Barrera. Los aliados impusieron que los internados no se quedaran en el territorio continental español o río Muni para evitar un posible regreso, a pesar de que habían sido desarmados. Y tuvieron que ser trasladados a la isla de Fernando Poo, donde se habilitaron varios campamentos que los alemanes construyeron en tiempo récord y con unas buenas condiciones de habitabilidad.

Quedarse de forma definitiva

En estos campos se alojaron a los fusileros y sus familias. Pero buscar comida para tanta genta fue un problema importante porque los suministros europeos llegaban una vez al mes en barco y originó una grave crisis colonial y la intervención de los precios. Los españoles tuvieron que adquirirlos en colonias cercana y aumentar los fletes, aunque los gastos corrían siempre a cargo de los alemanes.

La mayor parte de los alemanes fueron embarcados con rumbo a su país. Algunos paisanos decidieron ir a España y otros optaron por quedarse definitivamente en la Guinea española, aprovechando su experiencia de plantadores y obtener así concesiones de fincas. Allí estuvieron hasta la independencia. Respecto a los nativos cameruneses, muchos de ellos también decidieron quedarse en Fernando Poo para vivir allí.

Prisioneros alemanes durante la Primera Guerra Mundial

En África corría la noticia de que los alemanes trataban muy mal a los indígenas. Incluso se habla de genocidio de hereros y namas en Namibia entre 1904 y 1908. El término lo utilizó el Parlamento alemán en 2019. Pero los internados en Fernando Poo siguieron a sus jefes alemanes con una disciplina ejemplar y voluntaria, puesto que se negaron a ser enviados a Camerún hasta el final de la contienda. Se calcula en 16.000 los que se quedaron en los campos.

Esta disciplina en el mando había admirado al gobernador Barrera y a las autoridades y funcionarios españoles. Se extrañaban que las órdenes fueran seguidas sin atisbo de rebeldía a pesar de las circunstancias y los castigos. En un primer reglamento de los campos, redactado por los alemanes en 1917, se incluían los castigos corporales perfectamente codificados. Algo que los españoles nunca tuvieron.

La obra alemana en la colonia española

Como los alemanes debían, según el Convenio de La Haya, someterse a la ley española, el reglamento fue sustituido por uno redactado en el Gobierno General de los Territorios en el que no aparece la mención a los azotes, aunque en unas instrucciones complementarias Barrera admitía ese castigo del Ejército alemán, suavizado y siempre en presencia del oficial español de provisiones.

Esa disciplina, y la organización ejemplar de la vida en los campos distribuidos entre Santa Isabel y San Carlos, no solo admiró a Barrera sino a todos los españoles que vivían en la isla. Para ellos, imbuidos de mentalidad colonial, era un ejemplo de civilización. No hubo incidentes de orden público, ni choques con las autoridades coloniales ni con población local. Este entusiasmo alcanzó también a los corresponsales de la prensa nacional en la colonia.

Especialmente a José Vicent, que escribió unas largas crónicas para el diario ABC durante más de tres años. En 1919 se publicó en Madrid el libro Una obra de colonización alemana en Fernando Poo, con una información aumentada y una importante colección de fotografías que han hecho posible un buen conocimiento posterior de los detalles de los desmontes, construcción y habitabilidad de aquellos lugares. El libro es un canto a la obra alemana en Camerún, demasiado crítico con lo que hicieron los aliados durante la guerra. En todo caso, fue un episodio curioso, lleno de dificultades, y una muestra de los efectos colaterales de una guerra en un país neutral agravado por las circunstancias coloniales.