«Bienvenidos a Madrid. Han venido acompañando al 'Guernica'»: el viaje de Nueva York a España de la obra maestra de Picasso
Después de haber estado cuatro décadas instalado en el MoMa de Nueva York, el 10 de septiembre de 1981 el cuadro de Picasso llegaba al aeropuerto de Barajas dentro de la más estricta confidencialidad
Un 10 de septiembre de 1981, hace ya 42 años, llegaba la obra maestra del pintor Pablo Picasso a España. Se trataba del Guernica, que desde 1939 se encontraba expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa). Aquel día culminaron los cuatro años de intensas y difíciles negociaciones, y el cuadro –de casi ocho metros de ancho y cuatro metros de alto– se preparaba para ser embarcado en un vuelo regular de Iberia.
La «operación Cuadro Grande», como se bautizó, se desarrolló entre el 9 y el 10 de septiembre de 1981. Sin embargo, las negociaciones habían comenzado mucho antes. Con la democracia, el Gobierno de Adolfo Suárez consideró la recuperación del cuadro como algo prioritario, pero la oposición tanto de los herederos de Picasso como del propio museo neoyorkino hicieron de esta empresa en un auténtico desafío.
Serían Iñigo Cavero, ministro de Cultura y Javier Tusell, director general de Bellas Artes quienes liderarían las negociaciones. El asunto pintaba mal. Intervino entonces el abogado de Estado Joaquín Tena quien lanzó un verdadero ultimátum a los directivos del MoMa: el Guernica debía estar en España para el 25 de octubre, centenario de Picasso. Y añadió: «Miren, yo no sé si la familia Picasso les va a mater un pleito o no a ustedes, pero desde luego el Estado español, como no firmen ustedes la autorización, sí que se lo va a poner», recuerda Álvaro Martínez-Novillo, subdirector en aquellos días de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura y pieza clave en la operación.
La pinacoteca neoyorkina acabó cediendo y Cavero, Tusell, Martínez-Novillo y José María Cabrera, el entonces director del Instituto de Restauración, viajaron a Nueva York para recuperar el cuadro que más tarde se convertiría en un símbolo del dolor universal. El exsubdirector de Artes Plásticas indicó que la misión se realizó con una «gran discreción» tanta que «casi no hubo medidas de seguridad». La noche del 8 de septiembre el Guernica se descolgó, los rectores del MoMa hicieron un solemne y discreto acto de entrega a las autoridades españolas. Fue embalado y enrollado y dispuesto en una enorme caja doble de madera a la que acompañaban otras cuatro con los 63 bocetos que dieron pie a la obra maestra del malagueño.
Dos camiones escoltados por cuatro automóviles de la policía metropolitana de Nueva York y un equipo de agentes españoles salieron del MoMa en dirección al aeropuerto Kennedy el 9 de septiembre de 1981. El lienzo llegó sin mayor dificultad que la del apagón eléctrico en Manhattan durante el trayecto al aeropuerto. Una vez allí fue embarcado en el Boing 747 Lope de Vega de Iberia, que aterrizó en Barajas al día siguiente con 319 pasajeros y 19 tripulantes a bordo. Aún con los motores encendidos, el comandante Juan López Durán hizo un inesperado anuncio al pasaje: «Señoras y señores, bienvenidos a Madrid. Tengo que decirles que han venido acompañando al Guernica de Picasso en su regreso a España».
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Nunca estuvo en España
En realidad, no se puede hablar de regreso, porque jamás estuvo en nuestro país. La obra fue un encargo del director general de Bellas Artes de Francia, Josep Renau, quien le pidió un cuadro para exhibir en el pabellón español de París dentro de la Exposición Internacional de 1937. Tras terminar la Exposición de París, el Guernica inició un tour por varias ciudades: Oslo, Copenhague, Estocolmo, Goteborg, Londres, Leeds, Liverpool, Manchester y Nueva York, ciudad en la que Picasso decidió que permaneciese con el fin de recaudar fondos económicos para el bando republicano y allí se quedaría durante cuatro décadas.