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'La Rendición de Bailén', de José Casado del AlisalMuseo del Prado

La guerra de la Independencia en España, parte II: de las guerrillas, la batalla de Bailén y la expulsión de los franceses

Los franceses abandonaron casi todas sus plazas, y tras la batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813, fueron expulsados de España

En España combatieron 70 regimientos franceses, de los que 35 eran de caballería. Esto es, húsares, dragones, coraceros, lanceros y cazadores. Cada regimiento tenía cuatro batallones y uno en depósito de reserva. Incluyendo una compañía de granaderos y otra de voltigeurs, más cuatro compañías centrales de carabineros y cazadores. En aquel ejército, además de los soldados franceses, encontrábamos polacos, holandeses, italianos, irlandeses, daneses, flamencos, prusianos rusos, austríacos, suizos y españoles.

La infantería española contaba con 35 regimientos en línea de tres batallones de cuatro compañías, de las cuales una era de granaderos. La infantería ligera estaba dotada de doce batallones, de seis compañías de 200 hombres. También 43 batallones de milicias de 600 hombres y 4 regimientos provinciales de granaderos de 1.600 hombres divididos en dos batallones.

Por lo que respecta a la caballería española había 9.000 caballos para 15.000 jinetes. El Regimiento de la Reina disponía de 202 caballos para 667 jinetes. No existía un ejército consolidado como el francés. Lo efectivos existentes se unieron en guerrillas. Al lado del ejército español combatieron 54 regimientos británicos, de los cuales 28 eran de caballería. A estos se unió la Königlich Deutsche Legion (Legión Alemana del Rey) que era una unidad del ejército británico formada por alemanes expatriados entre 1803-1816 y que fue la única fuerza alemana en luchar sin interrupción contra los franceses en las guerras napoleónica.

También lucharon los Oëls Jägers de Brünswick y el Cuerpo Ducal de Brunswick, que eran una unidad militar formada para las guerras napoleónicas. Formado en 1809 cuando estalló la guerra entre el Primer Imperio Francés y el Imperio Austriaco, el cuerpo inicialmente comprendía una fuerza mixta, alrededor de 2.300 efectivos, de infantería, caballería y más tarde artillería de apoyo. Cuando se organizó para el servicio británico, el cuerpo pasó a llamarse regimientos Brunswick Oëls Jäger y Brunswick Oëls Hussar. El historiador militar británico Charles Oman llamaba a los Oëls una «tripulación heterogénea, muy dada a la deserción» y registra una ocasión en la que diez hombres fueron sorprendidos desertando. De estos, cuatro fueron fusilados y el resto azotados.

Una guerra ganada por el pueblo

La prepotencia francesa hizo creer que los alzamientos españoles eran actos aislados y muy fáciles de sofocar por parte de un ejército profesional. Ahora bien, el sentimiento contrario al invasor hizo que la resistencia popular cada vez fuera más grande. Recordemos que Napoleón engañó a la monarquía española. El ejército francés cruzaría la frontera para invadir Portugal. No era verdad. Primero conquistarían España y después Portugal. Fue fundamental, para ganar la guerra la resistencia social. Gracias a ella quedaron desfasadas e inoperativas las tácticas militares. En Zaragoza, Valencia y Gerona se puso de manifiesto la resistencia social.

La primera gran derrota del ejército francés tuvo lugar entre el 19 y el 22 de junio de 1808 en Bailén. Por primera vez, en campo abierto, fue derrotado el ejército francés que, hasta ese momento, era considerado invencible. Bailén significó no poder conquistar Andalucía, pero no solo eso. Se puso en evidencia que el ejército francés tenía debilidades y podía ser derrotado. Aquella vitoria psicológica dio ánimos a la resistencia social.

El gran problema estaba focalizado en la desorganización del ejército español. No tenía una estructura como la del francés. Además, aquella derrota le tocó la moral a Napoleón. Este puso en marcha una gran invasión del territorio español. La táctica era doble. Por una parte controlar el territorio y, por otra, resarcirse de la derrota de Bailén. Napoleón reclutó 300.000 hombres, estableció su cuartel general en Vitoria y, el 5 de diciembre de 1808, volvió a entrar en Madrid. Esta plaza la había perdido como consecuencia de la derrota de Bailén. Con ello Napoleón recuperaba el honor francés.

«Recuperar el honor francés»

Una una vez estabilizada la situación, decidió regresar a París el 4 de enero de 1809. Le dejó el mando al mariscal Jean-de-Dieu Soult, duque de Dalmacia. Como que la zona norte estaba dominada, Napoleón pensó que sería un paseo avanzar hacia el sur de la Península. Se equivocó. No tuvo en cuenta que la resistencia social organizó bandas armadas que realizaron pequeñas operaciones de presión y sabotaje. Estas guerrillas obstaculizaron las comunicaciones entre los ejércitos franceses. Y no solo eso: al no avanzar en la conquista de la Península Ibérica, Napoleón se vio forzado a enviar más tropas. Esto lo debilitó militarmente. Se asegura que esta debilidad fue clave en la derrota que sufrió en Rusia.

Las infanterías británica y francesa combaten en el canal de Languedoc durante la Batalla de ToulouseH.L. Dupray

Sobre las guerrillas escribe Agustín Ramón Rodríguez González: «En la campaña de Vitoria en 1813, la guerrilla de Mina distrajo del ejército principal del Rey José Bonaparte, el cuerpo de ejército de Clauscí, unos veinte mil hombres de los ejércitos del Norte y de Portugal, que se vieron así impedidos para actuar en la crucial batalla. Pero eso no es todo: el temor a las guerrillas españolas de la zona cantábrica y vasca (aparte del pequeño ejército de Galicia) tenía allí ocupadas, también en la retaguardia y flanco del rey José, pero tampoco disponibles, a las divisiones de Foy y de Maucune, la brigada italiana de Palembini, la brigada Berlier, y, al menos, otros diez mil hombres en guarniciones fijas, con un total superior al de Clausel, con todo lo cual, más de cuarenta mil hombres que hubieran sido decisivos frente a Wellington, estaban asegurando las comunicaciones o persiguiendo infructuosamente a aquellos supuestos ineptos que habían echado a perder su habitual ligereza, aparte de otras cualidades, que habían sido recientemente fijados y derrotados, y que se desentendían de la estrategia general».

En el año 1812, gracias a la ayuda del ejército británico, con Arthur Wellesley, duque de Wellington, al frente, ganaron las batallas de Salamanca y Arapiles. Al año siguiente, Vitoria. Poco a poco el ejército francés fue expulsado de España. El 11 de diciembre de 1813 el tratado de Valençay dio por finalizada la guerra y Fernando VII recuperó el trono de España. Por parte francesa firmó el tratado Antoine-René-Charles Mathurin, conde de Laforest y por parte española José Miguel de Carvajal-Vargas y Manrique de Lara Polanco, duque de San Carlos.