Hernandarias y la posesión de Uruguay
Hernando Arias de Saavedra fue el primer criollo que llegó a gobernador en la América hispana
Hernando Arias de Saavedra, que ha pasado a la historia con el nombre de Hernandarias, fue el primer criollo que llegó a gobernador en la América hispana. Había nacido en Asunción en 1564, hijo de Martín Suárez de Toledo, que acompañó a Cabeza de Vaca. Como correspondía a los españoles de la época y el lugar, el joven Hernandarias participó en varias campañas a las órdenes de Hernando de Lerma y Juan de Garay, refundador de Buenos Aires que acabó convirtiéndose en su suegro. Con Torres de Vera participó en las fundaciones de las ciudades de Concepción de Río Bermejo y Corrientes.
Pasados los primeros años de acción, ejerció como funcionario y autoridad virreinal. Fue providencial en la lucha contra las intromisiones portuguesas y en la lucha contra los indios que atacaron Corrientes en 1592. Teniente de gobernador de Asunción en 1592 hasta 1594, gobernador del Río de la Plata y del Paraguay en tres ocasiones desde 1596 hasta 1618. Ese último año pidió al rey que la gobernación se dividiera en dos, lo que supuso el auge de la del Río de la Plata (Buenos Aires) y la decadencia de la de Guairá (Asunción), situada en el interior y sin puerto. En la entonces pequeña villa de Buenos Aires hizo construir hornos de ladrillos y tejas para que las casas no estuvieran hechas de adobe y paja, y elevó fuertes militares para luchar contra los piratas ingleses y holandeses. También se caracterizó por mejorar el trato a los indígenas y la protección a los jesuitas creando las reducciones en el Paraná.
En su faceta exploradora, fue pionero en el Chaco paraguayo y consiguió pacificar a los indios del Paraná en 1601. Después viajó hasta la Patagonia llegando a doscientas leguas al sur de Buenos Aires en 1604. La desolación de esas tierras y su falta de fertilidad le hicieron regresar a Buenos Aires sin grandes logros. Más éxito tuvo en Uruguay donde se enfrentó a los charrúas y a los contrabandistas. Escribió al rey Felipe III acerca de la bondad de las tierras uruguayas y la posibilidad que ofrecían para la ganadería vacuna, aunque en un primer momento el rey no atendió a su solicitud de llevar cabezas de ganado. En 1610 el Rey otorgó a Hernandarias en agradecimiento el título de Protector de los Naturales y la propiedad de dos islas en la confluencia del río Negro con el río Uruguay: las actuales Lobos Vizcaíno. Hay que tener en cuenta que como legislador es el promotor de las Ordenanzas de buen gobierno, inserto en ellas la doctrina y buen tratamiento de los naturales, promulgadas en Asunción el 29 de noviembre de 1603.
Propuso fundar Montevideo
En 1611 Hernandarias, vencida ya la resistencia regia, llevó una importante cantidad de ganado vacuno que liberó en sus islas. No fue el primero porque algunas misiones de jesuitas ya lo tenían, pero sí dio un impulso muy grande a lo que luego sería una gran riqueza. Con esto se retomaba la colonización de la Banda Oriental, abandonada desde la muerte de Juan Díaz de Solís en su intento de desembarcar en la orilla norte del Río de la Plata en 1515 y la derrota de Juan Ortiz de Zarate en San Gabriel en 1573. Hernandarias propuso al rey fundar una ciudad donde hoy se haya Montevideo. En esa época apenas se tenían noticias de cómo era la orilla uruguaya del río y se desconocía casi todo del interior del país donde el contrabando se ejercía sin ley y los portugueses usurpaban territorios españoles. Sin embargo, su petición no fue atendida por el Consejo de Indias, quedando el explorador como promotor, pero no fundador de Montevideo como ya ha estudiado Azarola Gil. Ese honor que le correspondió a otro habitante de Buenos Aires, el gobernador Bruno Mauricio de Zabala que expulsó a los portugueses de un pequeño fuerte construido por ellos y comenzó la población del lugar en 1726.
Hernandarias fue un visionario que comprendió la importancia de una buena administración para consolidar el dominio colonial. A ello ayudó mucho la presencia del visitador de la Audiencia de Charcas Francisco de Alfaro en 1614. Este funcionario completó la legislación con normas de carácter más humanitario y avanzadas. Como señala Luis L. Domínguez en su Historia de Argentina (Buenos Aires 1862), no hizo sino aplicar a la gobernación lo ya establecido en las Leyes de Indias. Prohibió las encomiendas de servicio personal, la esclavitud de los indios y la traslación de las reducciones que hacían los encomenderos. Ordenó que en ellas no vivieran españoles, ni pudieran permanecer en sus pueblos más de dos días. Legisló sobre el trabajo de indios, prescribiendo los medios para que sus amos no abusaran ni en el servicio ni en el salario. Prohibió especialmente que se les empleara en cargar, porqué los encomenderos convertían a los indios en bestias do trasporte. Prohibió también las cacerías de indios infieles. Dispuso que las encomiendas no fuesen ni mayores de 80 indios, ni menores de 12; que no se separasen a los padres de sus hijos, que la mujer siguiera al marido, y que los encomenderos no pudieran oponerse a los matrimonios de los indios de una encomienda con los de otra, ni obligar a sus yanaconas a casarse.
Gobernador de Buenos Aires
Comprendió perfectamente el papel de Buenos Aires como puerto de salida de las riquezas peruanas por ser de más fácil acceso que Panamá. Sus negocios le fueron bien y logró una buena fortuna. La ciudad, como Santa Fe, propiciaban un clima de comercio e industria incipiente, pero seguro. En 1618 fue nombrado nuevo gobernador de Buenos Aires Diego de Góngora, aliado del contrabandista Simón de Valdés, expulsado en su día por Hernandarias. Ambos introdujeron en la ciudad el mayor cargamento de contrabando de la historia. Encarcelaron a Hernandarias y confiscaron sus bienes. De nuevo, las envidias y los intereses espúreos se imponían a las buenas voluntades. Como señala Juan M. Vigo en su biografía del personaje (Santa Fe 1971), Hernandarias resultaría rehabilitado pero el enviado real no pudo eliminar toda la trama del gobernador. Como solución temporal, se estableció la aduana en Córdoba lo que supuso un fuerte golpe para la economía de Buenos Aires. Fue repuesto como gobernador en 1624 y murió en 1631.