Las batallas de la Guerra de la Independencia: de Zaragoza a Gerona, Bailén o Sevilla
Entre 1808 y 1814 los españoles se levantaron en diversos puntos de España para hacer frente a los franceses, a los que terminaron expulsando del territorio patrio
Napoleón Bonaparte tenía en su mente unir Europa bajo su autoridad y abolir la sociedad estamental. De ahí las Guerras Napoleónicas. Y, entre ellas, la Guerra de la Independencia española. Esta, junto con Portugal, formaba parte de esa idea territorial que tenía. Invadió España de 1808 a 1814, pero no consiguió hacerse fuerte ni en Alicante ni en Cádiz. A lo largo de esos años se contabilizaron 107 batallas.
A nivel territorial y socioeconómico, España perdió entre 215.000 a 375.00 habitantes, por causa de la guerra y la hambruna de 1812, que enlazó con la que se produjo en 1808. Con lo cual hubo un descenso demográfico de 560.000 a 885.000 personas, especialmente en Cataluña, Extremadura y Andalucía. España quedó en bancarrota, a lo que debemos unir el expolio del patrimonio cultural. Y lo peor, regresó a España Fernando VII, el rey felón, el cual impidió el avance social, político y económico llevado a cabo por las Cortes de Cádiz, derrocando la Constitución de 1812 y todas las libertades establecidas en el país.
Como hemos dicho, se contabilizaron 107 batallas. De todas ellas hemos escogido, si no las más representativas, sí aquellas que han quedado en los anales de la historia y demostraron el valor del pueblo español ante el invasor francés.
La Batalla del Bruch y los Sitios de Zaragoza
La batalla del Bruch, ocurrida el 14 de junio de 1808, ha quedado como mítica gracias a un personaje: el timbaler del Bruch. Con el tronar de su timbal, Isidro Llussà Casanovas consiguió asustar al ejército francés. Años después el poeta ampurdanés Carles Fages de Climent escribió el siguiente epigrama: «Si el timbaler del Bruch, en vez de tocar el timbal, se hubiera tocado los bemoles, los catalanes de rebote, no seríamos españoles».
Los Sitios de Zaragoza fueron una sucesión de asedios a la capital de Aragón. Aquella plaza era clave para el abastecimiento de Cataluña y como lugar estratégico para ir a Madrid y Valencia. Para Napoleón era importante dominarla.
Zaragoza se había levantado en armas, contra los franceses, el 2 de mayo de 1808. Por eso envió tropas para que la ciudad se rindiera. Aunque superiores en número, esto no ocurrió. Al no conseguir la victoria, los franceses se retiraron. Sin embargo, a finales de 1808 volvieron para poner punto y final a aquella sublevación. Aquella lucha quedó inmortalizada por grandes escenas de valor, entre ellas las de Agustina de Aragón. La destrucción de la ciudad y las epidemias hicieron que la ciudad capitulara el 21 de febrero de 1809. Francia incluyó los Sitios de Zaragoza entre sus grandes batallas inscritas en el Arco del Triunfo de París.
Los Sitios de Gerona y la Batalla de Bailén
A Gerona le pasó lo mismo que a Zaragoza. La ciudad era un lugar de paso clave para llegar a la frontera francesa. Como plaza clave, al igual que Zaragoza, dio batalla antes de capitular. El Primer Sitio de Gerona tuvo lugar el 21 de junio de 1808: a pesar del intento de asalto, por parte del comandante Guillaume Duhesme, para conquistar la ciudad de Gerona, la resistencia social impidió que triunfaran, consiguiendo una efímera victoria.
El Segundo y Tercer Sitio de Gerona se iniciaron el 6 de mayo de 1809 y finalizaron el 12 de diciembre de 1809. Durante siete meses la ciudad sufrió el asedio de la Grande Armée. Gerona se mantuvo en lucha bajo el mando del general Álvarez de Castro hasta que la enfermedad y el hambre los obligaron a capitular. Se estima que en torno a 10.000 personas, entre soldados y civiles, murieron dentro de los muros de la ciudad. Las pérdidas francesas fueron también cuantiosas, en torno a 15.000, de las cuales más de la mitad fueron debidas a enfermedad. Zaragoza y Gerona fueron ejemplos de valor y resistencia contra los invasores.
La Batalla de Bailén se llevó a cabo el 19 de julio de 1808. Esta supuso la primera gran derrota de la Grande Armée, en campo abierto, durante la Guerra de la Independencia. El 18 de julio una división al mando de Antonio Malet, marqués de Coupigny, y otra la mando de Teodoro Reding entraron en Bailén sin disparar un tiro.
El ejército francés estaba dividido en dos zonas. Por una parte Pierre-Antoine Dupont de l'Etang en Andújar y, por otra, Dominique Honoré Antoine Marie Vedel en Guarromán. Dupont decidió salir de Bailén con 9.000 hombres, atacando las tropas de Reding y fracasando. Francisco Javier Castaños cargó en la retaguardia con la caballería. Las tropas francesas huyeron en desbandada. Al ver ese desastre militar, el mariscal Dupont capituló. El ejército francés estaba formado por 20.489 soldados. El de Castellanos por 29.246. El 22 de julio de 1808 se firmaron las capitulaciones. Quedaron prisioneros 18.400 soldados. En el combate Dupont tuvo 2.600 bajas y Castellanos 940.
La Batalla de Sevilla
La Batalla de Sevilla o del Puente de Triana tuvo lugar el 27 de agosto de 1812 y en ella se enfrentó el ejército anglo-español el general Juan de la Cruz Mourgeon, el coronel John Byrne, el teniente coronel John Scrope Colquitt y John Downie, contra el mariscal francés Nicolás Jean de Dieu Soult.
Las tropas inglesas, portuguesas y españolas llegaron a Castilleja de la Cuesta, donde tuvieron el primer encontronazo con los franceses, que intentaban detener el avance. Al ver el mariscal Soult que el ejército anglo-español se dirigían a la Vega de Triana, decidió reforzar sus tropas en el altozano, a la entrada del puente de barcas, para evitar así que tomaran este vital paso y accedieran en tropel a la ciudad. El ejército anglo-español salió desde Castilleja en combate continuo y sumando la ayuda de los vecinos.
Finalmente lograron alcanzar el altozano encontrando a los franceses fuertemente atrincherados. La temperatura era de 40 ºC. El ejército anglo-español quiso tomar el puente en embestidas, fracasando y sufriendo numerosas pérdidas. Al tercer intento lograron desmontar la defensa francesa y tomar el puente. Esto provocó la huida del ejército francés. Estos se dirigieron a Granada. Ahí se replegaron y marcharon hacia Murcia. El ejército anglo-español se retiró a Alcalá de Guadaíra, para descansar y enterrar a los muertos.