Las peripecias de un explorador excepcional: Serpa Pinto, el héroe de la expedición a África del sur
Serpa Pinto no era un militar convencional, anhelaba explorar los territorios asignados a Portugal que permanecían ignotos y sin visitas
Uno de los grandes exploradores de África fue el militar portugués Alexandre Alberto da Rocha de Serpa Pinto, conocido como Serpa Pinto, Había nacido en 1846 e ingresó en la Escuela Militar a los diez años; a los diecisiete fue el primer alumno comandante de batallón. Había estudiado matemáticas y astronomía, lo que le habilitaba para levantar mapas. En el siglo XIX Portugal era una gran potencia colonial y sus militares tenían destinos obligados en ultramar. Así, egresado de la Academia, fue enviado a Mozambique donde, en 1869, tuvo lugar su bautismo de fuego luchando contra el mestizo Bonga que puso en fuga a los cipayos portugueses en un episodio poco heroico. Serpa consiguió huir y poner a salvo a su asistente herido.
Serpa Pinto no era un militar convencional, anhelaba explorar los territorios asignados a Portugal que permanecían ignotos y sin visitas. En 1876 se había fundado en Lisboa la Sociedad Geográfica que presionaba al gobierno para emprender exploraciones para asegurar la posesión posterior. En 1877, ya destinado en Angola, formó parte de una expedición científica con los capitanes Hermenegildo Capelo y Roberto Ivens por la costa oeste del país. Al llegar a Bié se separó de los otros expedicionarios y asumió una travesía en solitario hacia el este.
Trataban de afirmar los derechos portugueses preferentes en la región
La verdad es que eran dos expediciones unidas. La de los capitanes estaba promovida por Luciano Cordeiro, secretario de la Sociedad Geográfica y gran publicista colonial, y otra que respondía a una solicitud anterior hecha por el propio Serpa Pinto a instancias el ministro de Marina y Ultramar, quien había comunicado al gobernador de Mozambique la necesidad de explorar las tierras del Zambeze después de la guerra que libraron los portugueses contra los indígenas de Masangano en 1869. Trataban de afirmar los derechos portugueses preferentes en la región ante la actividad de la Sociedad internacional del Congo fundada por el rey Leopoldo de Bélgica.
En agosto de 1878 se presentó en Zambeze para continuar su trayecto a las cataratas Victoria. Desde allí siguió una ruta al sur hasta alcanzar Pretoria el 12 de febrero de 1879. En ese momento los boers todavía mantenían la independencia y trataban de crear una línea férrea que comunicara con el puerto mozambiqueño de Lourenço Marques (Maputo), aunque libraban una cruenta guerra contra los zulúes. Fue el cuarto explorador europeo que cruzaba el continente de oeste a este, después de Livingstone (1853), Cameron (1875) y Stanley (1877). Su aventura tuvo reflejo en un excelente libro: Como eu atravessei Àfrica (1881) que fue traducido al inglés, francés y alemán ese mismo año.
En 1890 vio la luz la versión española y en 2018, en traducción de Eloísa Álvarez, el libro tuvo una nueva edición española (Ediciones del Viento. La Coruña). Su obra es el extenso relato de una gran aventura, una buena muestra de como se viajaba por África en aquella época. Mezcla su epopeya personal con datos geográficos, antropológicos y lingüísticos como era común en la literatura de viajes de la época. Relata la continua negociación con los pueblos nativos para conseguir autorizaciones de paso, porteadores, comida, guías… Una lucha contra la selva y las fiebres que atacaban a los europeos constantemente. Un esfuerzo por comprender mentalidades y sobreponerse a las deserciones de los trabajadores africanos. Viajes largos a través de una selva tupida en la que, en el mejor de los promedios, podían recorrerá diez kilómetros al día.
En una de las contrariedades, a Serpa le robaron casi todas las armas y sin ellas no era posible cazar y asegurar el sustento de los expedicionarios. En su desesperación, recordó que el rey le había regalado al salir de Portugal una caja donde, una vez abierta, encontró vainas para munición y fulminantes. Los proyectiles los fabricó con los plomos de las redes de pescar y con eso consiguió terminar su primer viaje. Por eso el titulo primitivo de su libro fue La carabina del rey, que el editor inglés rechazó por parecer una novela de aventuras pero que Serpa conservó para la primera parte de su relato.
En 1884 inició su segundo gran viaje entre Mozambique y el lago Malawi. Trataba de reconocer el área, cartografiarla y preparar la ocupación portuguesa de la zona interior del continente para unir las posesiones de Angola con las de Mozambique. Esto daría lugar al llamado mapa rosa, plasmación cartográfica de la aspiración política. Que, por el momento, se quedó congelado. Serpa Pinto fue nombrado cónsul en Zanzíbar al año siguiente y gobernador de Mozambique en 1889.
Arrió las banderas británicas dando lugar a un importante incidente diplomático. Su atrevimiento supondría que la Rodesia británica se convertiría en portuguesa
Quiso entonces retomar el viejo proyecto y se dirigió a las tierras de Shire donde arrió las banderas británicas dando lugar a un importante incidente diplomático. Su atrevimiento supondría que la Rodesia británica se convertiría en portuguesa. Cosa que Lord Salisbury no estaba dispuesto a tolerar. En su última expedición desde Mozambique, tuvo unos duros enfrentamientos con los macololos, posiblemente incitados por los británicos. Pudo salvarse, mientras su lugarteniente Azevedo Coutinho se vio compelido a aceptar la protección de los británicos de Blantyre.
Todos esos viajes seguían promoviendo la unión de las colonias portuguesas a través de África. En 11 de enero de 1890 Salisbury lanzó un ultimátum para que Portugal, que estaba promoviendo cuestaciones públicas para adquirir barcos, cesara en su pretensión. Finamente Portugal no cumplió su sueño, pero tampoco lo hizo Francia y el Reino Unido tuvo que renunciar, por su parte, a enlazar El Cairo con Ciudad del Cabo con posesiones coloniales. Portugal, más débil que sus contrincantes, tuvo que aceptar el Tratado de 20 de agosto de 1891, en el que se delimitaban las respectivas zonas de influencia y que fue muy perjudicial para los lusos. Sobre este viaje, desgraciadamente, no escribió un nuevo libro que hubiera completado la visión del momento de la cuestión africana.
En 1894 el general Alexandre Alberto da Rocha de Serpa Pinto fue nombrado gobernador general de Cabo Verde. Murió el 28 de febrero de 1900 en Lisboa. Era un hombre célebre en Europa y Estados Unidos; un héroe en Portugal.