El enigmático Rudolf Hess, mano derecha de Hitler, quien pilotó un avión hasta Escocia para negociar la paz
Su muerte estuvo también envuelta en un halo de misterio
El 10 de mayo de 1941, pocas semanas antes del inicio de la operación Barbarroja (la invasión de la Unión Soviética), el lugarteniente del führer se puso a los mandos de un Messerschmitt Bf 109 en Augsburgo, voló unos 1.500 kilómetros y se lanzó en paracaídas sobre una zona al sur de Glasgow (Escocia). Cuando fue capturado, se presentó como capitán Horn e indicó que necesitaba entrevistarse con el duque de Hamilton para negociar un acuerdo de paz entre la Alemania nazi y Gran Bretaña. Hess estaba convencido de que existía una facción entre los británicos que abogaba por alcanzar la paz.
Primera Guerra Mundial
Rudolf Walter Richard Hess había nacido en Alejandría (Egipto) el jueves 26 de abril de 1894. Tuvo una educación tradicional y estaba previsto que se incorporase al negocio familiar. Pero, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, decidió alistarse voluntario. Fue herido en varias ocasiones y recibió la Cruz de Hierro de 2ª Clase.
En alrededor de quince años tras el final de la Gran Guerra, Hess pasó a formar parte de la cúspide del poder en la Alemania nazi al convertirse en adjunto del führer. Sentía una devoción casi religiosa por Hitler.
Reacciones al vuelo
Hitler, al recibir la noticia en su retiro alpino en el Berghof, sufrió una de sus características rabietas. Se decidió emitir un breve comunicado en el que se mencionaba un supuesto trastorno mental de Hess y que era víctima de alucinaciones. Puesto que no se sabía nada de su destino, la nota concluía indicando que probablemente se habría estrellado. Los ánimos estaban muy caldeados. De hecho, Goebbels, Ministro de Propaganda, se preguntaba cómo un idiota así había podido ser el segundo del führer.
Los que habían tratado con él lo consideraban extremadamente extraño, con frecuentes brotes depresivos, llegando a bordear el desequilibrio mental
El 13 de mayo todo cambiaría, ya que la BBC anunció que Hess había sido capturado por los británicos. Un nuevo comunicado alemán afirmaba que su comportamiento era consecuencia de un episodio mental provocado por el exceso de trabajo y el estrés debido a sus grandes responsabilidades en el Partido nazi. De hecho, los que habían tratado con él lo consideraban extremadamente extraño, con frecuentes brotes depresivos, llegando a bordear el desequilibrio mental. La nota también dejó abierta la posibilidad de que Hess hubiera caído en una trampa tendida por los británicos.
Postura británica
Por su parte, Londres intentaba comprender qué había pasado y qué se debía hacer. Desde el primer momento los británicos dudaban de la estabilidad mental de Hess. De hecho, Churchill llegó a definirlo como «una mente trastornada». Se consideró utilizarlo con fines propagandísticos, pero los resultados podrían ser impredecibles.
Durante los años posteriores a su increíble viaje, Hess continuó insistiendo en que sus propuestas de paz eran reales. Llegó a redactar largos memorandos al respecto. A pesar de la abrumadora evidencia de lo contrario, Hess persistió en afirmar que era un importante e influyente emisario diplomático.
Muerte
A la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, Hess fue encausado en los Juicios de Nuremberg. Su extraño comportamiento y fervor continuado por el desaparecido führer lo destacaron sobre el resto de los procesados. De hecho, los psiquiatras del tribunal sólo cuestionaron la cordura de dos acusados: el propio Hess y el sádico y rabiosamente antisemita Julius Streicher. Ambos fueron considerados aptos para ser juzgados.
Hess fue declarado inocente de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Sin embargo, fue condenado a cadena perpetua por crímenes contra la paz y por conspiración, siendo trasladado a la prisión de Spandau en Berlín. El 29 de septiembre de 1966, tras la liberación de Albert Speer y Baldur von Schirach, Hess pasó a ser el único prisionero que quedaba en la citada prisión. A pesar de los repetidos esfuerzos de su familia y los gobiernos occidentales, los soviéticos vetaron su liberación. Rudolf Hess pasaría el resto de su vida encarcelado.
Curiosamente, el mundialmente famoso grupo musical británico Spandau Ballet, creado en el año 1979, tomó su nombre de dicha cárcel. Aparecerían variadas las leyendas urbanas que iban desde las más inmediatas relativas a supuestas querencias políticas, hasta las más descabelladas relacionadas con supuestos mensajes ocultos o la práctica de torturas en la cárcel. La explicación era bastante simple: el nombre del grupo lo había propuesto el promotor discográfico del quinteto tras haberlo leído en la pared de un baño.
Rudolf Hess fue encontrado muerto en su celda el 17 de agosto de 1987. Tenía 93 años. El análisis forense oficial determinó que la causa había sido suicidio. Pero volvía de nuevo a surgir el misterio, ya que no parecía una acción propia de una persona de tan avanzada edad. Se adujo que estaba demasiado débil y enfermo como para haberse ahorcado. Para complicar la historia, su enfermera personal atestiguó que en el lugar de los hechos habían estado presentes varios desconocidos ataviados con uniformes del Ejército estadounidense.
De hecho, su hijo, Wolf Rütiger Hess, creía que se había tratado de un asesinato por motivos políticos, por lo que encargó una segunda autopsia. Surgió entonces una teoría que indicaba que Inglaterra tenía miedo de que, si Hess era puesto en libertad, podría revelar información comprometedora sobre varias actuaciones británicas poco edificantes durante la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, habría sido asesinado por los servicios de inteligencia británicos. Lo cierto es que Rudolf Hess fue el último preso en Spandau de forma que, tras su muerte, la prisión de cerró sus puertas.