La Cumbre de Malta o cuando Bush y Gorbachov acordaron en un buque soviético el final de la Guerra Fría
Henry Kissinger explicó que, durante la cumbre de Malta, los soviéticos estaban muy debilitados a nivel político
El primer fin de semana de diciembre, pero de 1989, la geopolítica mundial cambió. El presidente norteamericano George H. W. Bush y el líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov se reunieron en la isla de Malta para iniciar unas conversaciones sobre las nuevas relaciones entre ambos países y Europa.
A penas había pasado un mes de la caída del Muro de Berlín, un hecho histórico que sumado a la inestabilidad de otras repúblicas soviéticas determinó el final de la Unión de Repúblicas Soviéticas y la debilidad de Moscú. «El mundo está saliendo de una época para entrar en otra», confirmó Gorbachov durante la cumbre. Un encuentro que puso fin a la Guerra Fría. Ahora bien ¿Por qué se eligió Malta? y ¿Cómo de importante fue aquella reunión?
Organizar una reunión así no fue sencillo. Al principio Bush veía innecesario reunirse con su homólogo ruso, porque creía que debían emplear una estrategia de diplomacia mucho más dura con los soviéticos. Acabó aceptando presionado por sus aliados europeos, que lo veían como una oportunidad para empezar una nueva era en el viejo continente.
La siguiente controversia era el lugar del encuentro. El presidente estadounidense quería reunirse en Camp David o Maine, e incluso se planteó realizarla en Alaska. Por su lado, Gorbachov no aceptó que se celebrara en suelo norteamericano. El consejo del hermano de Bush fue crucial para elegir Malta como sede de la cumbre.
La isla se había declarado neutral durante la Guerra Fría y además era el mismo escenario que utilizaron Roosevelt y Churchill en 1945 para ultimas los detalles de la última campaña contra Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. No solo eso, si se retroceden varios siglos en el tiempo, Malta fue puerto esencial para los reinos cristianos europeos en la lucha contra los otomanos. Con la decisión tomada, ambas delegaciones llegaron a la isla el dos de diciembre de 1898.
Como parte del juego diplomático se decidió que la cumbre se celebrase a bordo de buques de los dos países, que fondearían en las aguas de Malta. George H. W. Bush y su comitiva se alojaron en el crucero USS Belknap, la delegación soviética encabezada por Gorbachov embarcó en el Maxim Gorki, un crucero ligero que participó en la batalla de Leningrado en 1944. Como sede de las reuniones se utilizaría el crucero Slava.
Ese era el plan, pero varias reuniones tuvieron que suspenderse, y la mala mar impidió a ambos presidentes trasladarse hasta el Slava, por lo que todas las conversaciones se hicieron a bordo del Maxim Gorki. Por las tormentas y fuertes vientos que azotaron las costas de Malta en aquellas fechas se suspendieron varias reuniones y la prensa internacional apodó el encuentro como «la cumbre mareada». Las condiciones climáticas provocaron que muchos temas esenciales no llegaran a tratarse, pero la vida a bordo consiguió aumentar la confianza y entendimiento entre ambos líderes.
Ejemplo de ello es la rueda de prensa en la que Gorbachov afirmó que «estamos en el principio de un largo camino hacia una era pacífica y duradera. La amenaza con la fuerza y la desconfianza, la lucha ideológica y psicológica deben quedar como cosas del pasado». Unas palabras a las que respondió Bush en un tono similar apelando a «una paz duradera y el transformar las relaciones Este-Oeste nos lleve a una de cooperación de larga duración. Ese es el futuro para el mundo que el presidente Gorbachov y yo queremos iniciar aquí en Malta».
Estas declaraciones pondrían fin a la Guerra Fría y daban paso a un periodo en el que la Unión Soviética perdió parte de sus territorios y poder a nivel internacional. Estos esfuerzos de trasformación y conciliación tuvieron como recompensa para Mijaíl Gorbachov el reconocimiento de los países occidentales y la concesión del Nobel de la Paz en 1990.