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Carros de combate en la Segunda Guerra Mundial

El Porsche y el que nunca salió de Gran Bretaña: los carros de combate fallidos de la Segunda Guerra Mundial

Durante la conflagración bélica surgieron una amplia panoplia de vehículos acorazados enormemente exitosos, pero también tremendos fiascos

Las divisiones Panzer deslumbraron al mundo entero en los primeros compases de la Segunda Guerra Mundial por su enorme efectividad en combate. Las doctrinas desarrolladas principalmente por Guderian en el periodo entreguerras habían sido puestas en práctica de manera tremendamente exitosa. Esta nueva forma de hacer la guerra tomaba como base el carro de combate, sistema de armas empleado por vez primera en la Gran Guerra.

Pero es oro todo lo que reluce. Además de los carros de combate que han pasado a formar parte de la Historia Militar, entre los que se pueden destacar los Panzer V (Panther), Tiger, Sherman o T-34, surgieron notables fiascos.

Covenanter en el Museo de carros de combate de Bovington (Reino Unido)

El 'Covenanter' británico

En los albores de la Segunda Guerra Mundial, el ejército británico disponía de carros de combate de tres tipos. Los ligeros, como es habitual, eran empleados en funciones de exploración. Los denominados «de infantería», fuertemente blindados y que se desplazaban a muy baja velocidad, se utilizaban para acompañar a los infantes proporcionando cobertura mediante sus cañones y ametralladoras. Finalmente, los «de crucero» eran vehículos rápidos que tenían la misión de explotar la ruptura de las líneas enemigas.

Uno de los carros de combate encuadrado en este última categoría fue el que se denominó Covenanter A13 Mk III (o también carro de combate de crucero Mk V). Sobre el papel, este diseño de 1939 parecía todo un éxito gracias a su bajo perfil y la gran inclinación de su blindaje. Esto hizo que Gran Bretaña, en plena fiebre de rearme, decidiese encargar la fabricación de un gran número de unidades de este nuevo y prometedor carro de combate, incluso sin pasar por la fase de prototipo. El éxito parecía garantizado.

Carro de combate A13 Mk III Covenanter

Sin embargo, para cuando se recibieron las primeras entregas de este material en el año 1941, tanto su arma principal, un cañón de 2 libras, como su blindaje de 30 mm estaban ya desfasados. Pero, para empeorar la situación, se descubrió que el Covenanter sufría serios problemas de refrigeración de su planta motriz que nunca llegarían a ser solucionados. De hecho, era tan baja su fiabilidad que ni uno de estos carros de combate llegó a salir del Reino Unido para participar en la Segunda Guerra Mundial. Los 1.771 vehículos Covenanter que habían sido producidos fueron utilizados únicamente para tareas de entrenamiento.

El 'Maus alemán'

Los carros de combate alemanes dominaron los campos de batalla durante la Segunda Guerra Mundial hasta que comenzó el ocaso de las divisiones Panzer tras la Batalla de Kursk. Entre ellos pueden destacarse los célebres Panzer IV, Panzer V (Panther), Tiger I y Tiger II (Königstiger).

Sin embargo, el Panzerkampfwagen VIII Maus, diseñado por Ferdinand Porsche, es bastante menos conocido. Este vehículo acorazado puede considerarse un intento de encarnación de la ensoñación de Adolf Hitler de disponer de un vehículo de combate blindado indestructible. Una más de sus pueriles fantasías.

Boceto del Panzer VIII Maus

Siendo por primera vez propuesto en 1942, el desarrollo del carro de combate fue bastante lento. De hecho, fueron sustancialmente construidos dos prototipos, uno con torreta y otro sin ella, antes de que el inexorable avance de las fuerzas soviéticas capturasen las instalaciones en las que el vehículo estaba siendo desarrollado. De cualquier forma, aunque nunca llegó a la fase de producción, el Maus se convirtió en el carro de combate más pesado jamás construido.

La longitud de este vehículo acorazado de seis tripulantes era algo superior a los 10 metros, con una anchura cercana a los 3,7 metros y una altura que superaba ligeramente los 3,6 metros. A modo de comparación, un Leopardo 2E del Ejército de Tierra español tiene una longitud de 7,7 metros, una anchura de 3,75 metros y una altura de 3 metros. Pero lo más destacable del Maus era su peso: prácticamente 190 toneladas. Para ponernos en situación, los carros de combate actuales rondan las 50 o 60 toneladas.

Panzer VIII Maus en el Museo de Carros de Combate de Kubinka (Rusia)

Lógicamente, el principal problema del Maus venía dado por la necesidad de disponer de un motor lo suficientemente potente como para ser capaz de mover el carro de combate. Pero, al mismo tiempo, las dimensiones de la planta motriz deberían ser lo suficientemente ajustadas como para emplazarlo dentro del vehículo. Si bien finalmente se consiguió adaptar un motor Daimler-Benz de aviación para propulsar el Maus, su desorbitado peso limitaba la velocidad máxima del ingenio a menos de 20 km/h.

A modo de curiosidad puede indicarse que, puesto que el carro de combate era demasiado pesado para cruzar puentes (éstos resultaban destruidos), fue dotado de un esnórquel que le permitiese vadear ríos. Así, el vehículo podía sumergirse hasta una profundidad de ocho metros.

Las pruebas del carro de combate comenzaron a principios de 1943, pero aparecieron problemas mecánicos constantes, particularmente centrados en la transmisión. Los continuos problemas técnicos unidos a los incesantes bombardeos aliados junto a la baja prioridad del proyecto que el Alto Mando alemán le dio, hicieron que el carro de combate Maus nunca entrase en fuego.