Lockerbie, la verdad sobre el atentado más mortífero cometido en Reino Unido
El 21 de diciembre de 1988 una bomba estalló en el vuelo 103 de Pan Am con destino Nueva York, murieron 270 personas entre pasajeros, tripulación y vecinos de Lockerbie
Sarah J. Durwin
J. J. Gámez Kindelán
El 21 de diciembre de 1988, el vuelo 103 de la aerolínea Pan American World Airways (Pan Am), que cubría la ruta Fráncfort-Nueva York vía Londres, se preparaba para partir del Aeropuerto de Londres-Heathrow en dirección al Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York. El avión despegó sin más problema que un leve retraso. Una hora más tarde, el avión –un Boing 747– volaba sobre la localidad escocesa de Lockerbie cuando una enorme explosión en la bodega de carga delantera rompió en pedazos la aeronave: las 259 personas que viajaban a bordo (entre pasajeros y miembros de la tripulación) fallecieron, así como otras once personas que se encontraban en tierra y fueron alcanzados por restos del aparato al caer con fuerza sobre el pueblo.
Tras la catástrofe, las autoridades escocesas y estadounidenses emprendieron una investigación conjunta para encontrar al culpable de este atentado considerado el mayor ocurrido en Reino Unido y el segundo ataque aéreo más mortífero de la historia de Estados Unidos, siendo el primero el 11-S.
Tras tres arduos años de investigación, en los que fueron analizados los restos del aparato, así como localizados restos del radiocasete y del temporizador, e incluso trozos de prenda de ropa ubicada alrededor de los mismo, los investigadores concluyeron que la causa de la tragedia había sido un explosivo cuyos componentes habían sido adquiridos por el Gobierno libio meses atrás y cuyos autores fueron Basset Aku al-Megrahi, un oficial de inteligencia libio y jefe de seguridad de Libyan Arab Arilines (LAA), y Lamin Khalifah Fhimah, director de la estación de LAA en el aeropuerto de Luqa, Malta.
El tira y afloja en torno al autor del atentado
El 31 de enero de 2001, Megrahi fue declarado culpable de asesinato y condenado a 27 años de prisión que no llegó a cumplir enteramente al ser puesto en libertad tras ser diagnosticado con cáncer y repatriado a Libia, mientras que Fhimah fue absuelto. Tras la muerte de Megrahi en 2012 muchos pensaron que el caso quedaba zanjado; sin embargo, su indulto no hizo más que dejar preguntas abiertas: no solo había quedado sin resolver el trasfondo del atentado, sino también estaba la duda de si detrás de aquella decisión se ocultaban intereses económicos entre el Reino Unido y Libia, país rico en petróleo.
Familiares de las víctimas, encabezados por el doctor Jim Swire, dudaban de que Libia estuviese detrás del ataque. A esta pregunta se sumaba un numeroso grupo de senadores estadounidenses que pidieron una investigación sobre las circunstancias que rodearon la puesta en libertad del exagente de inteligencia libio. Swire alegaba que las autoridades escocesas bloquearon de forma deliberada los intentos para llevar a los verdaderos asesinos ante la Justicia.
En 2012, el entonces primer ministro británico, David Cameron, calificó de «error» la decisión del anterior gobierno laborista de liberar al acusado, pero se lavaba las manos al traspasar la responsabilidad de dar nuevos pasos en el caso al nuevo Gobierno de Libia. Para añadir más confusión, salieron a la luz algunos documentos en la abandonada embajada británica en Trípoli que revelaban que el Gobierno de Gadafi amenazó a Reino Unido con «consecuencias nefastas» si Al-Megrahi moría en Escocia. Incluso se difundieron rumores, sobre una supuesta relación entre la liberación del condenado y un gran acuerdo petrolero con la empresa británica BP: «Detrás de todo se ocultan negocios sucios», llegó a decir la diputada nacionalista escocesa Christine Grahame sobre el trasfondo del complicado caso.
Un tercer cómplice
En 2020, décadas más tarde del atentado, reapareció un tercer cómplice. El fiscal general de Estados Unidos, William P. Barr, presentó cargos contra Abu Agila Mohamad Massud por delitos de terrorismo. Según la acusación, Masud fabricó la bomba que destruyó el avión de Pan Am y trabajó junto a Al-Megrahi y Fhimah.
Tomando como base registros de viaje y declaraciones de testigos, la Fiscalía estadounidense afirmó en la acusación que Masud se reunió con un agente de inteligencia de Libia antes de viajar de Trípoli a Malta en diciembre de 1988. Seis días más tarde, los otros dos cómplices viajaron a Malta, donde los tres trabajaron supuestamente en la bomba.
Según la acusación, el material fue enviado oculto en una maleta que viajó de Malta a Frankfurt y que, finalmente, terminó en el aeropuerto londinense de Heathrow, donde fue montada en el avión de Pan Am. Los investigadores afirman que Masud puso el dispositivo a punto el propio 21 de diciembre y que ese mismo día regresó a Trípoli.
Especial realizado por:
Redacción: Sarah Jane Durwin. Infografía: José Juan Gámez Kindelán.