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La tregua de Navidad durante la Primera Guerra Mundial

Picotazos de historia

Las consecuencias de la tregua de Navidad de 1914 según el soldado Richards

Esta paz en medio de la guerra fue ejemplo de humanidad y deseo de paz del ser humano así como fraternidad entre combatientes que compartían rigores y sufrimientos comunes

Frank Richards (1893 – 1961) nacido Francis Philips Woodruff, quedó huérfano a la temprana edad de nueve años y fue criado por una tía suya. Posteriormente cambiaría su apellido por el segundo nombre de un tío por parte de madre quien le adoptó y ayudó a su crianza. Durante un tiempo trabajó como minero en las minas de carbón de Gales pero pronto abandonó esa vida alistándose en los Reales Fusileros Galeses y sirviendo durante ocho años en la India.

En 1909 fue transferido a la reserva donde permaneció hasta su licenciamiento definitivo en 1912. Estando trabajando como ayudante de estibador de túneles en las minas de carbón, Frank se enteró de que había estallado la guerra y que los reservistas y antiguos soldados habían sido movilizados. Richards participó en la mayor parte de las acciones en las que intervino el ejército británico en el frente occidental europeo, consiguiendo salir indemne y siendo condecorado dos veces. Jamás ascendió del grado de soldado a pesar de haber sido propuesto numerosas veces. Estaba más cómodo sin asumir responsabilidades.

Testimonios de la Gran Guerra

Richards nos dejó el más interesante de los libros autobiográficos sobre la Primera Guerra Mundial. A pesar de haber una abundancia de textos por parte de oficiales que participaron en el conflicto, son mucho más raros los ejemplos de escritos producidos por miembros de la tropa, en especial por las tropas regulares anteriores al reclutamiento de Lord Kitchener conocidos como los «Old Contemptibles». El nombre se atribuye a un comentario del kaiser Guillermo II acerca de la potencia del ejército inglés anterior al conflicto: debido a su escaso número su fuerza era «despreciable».

La obra de Richards se considera como texto básico para la comprensión y estudio del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial

Popularizado el comentario, los miembros del ejército regular tomaron el calificativo como muestra de orgullo. El escrito de Frank Richards llamó la atención de Robert Graves, quien conocía a Richards por haber pertenecido al mismo regimiento, y ayudó en la corrección de faltas de ortografía y en su publicación. Hoy, la obra de Richards se considera como texto básico para la comprensión y estudio del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial.

El libro –titulado Old soldiers never die ( los viejos soldados nunca mueren) – nos relata el famoso suceso del día de Navidad de 1914. Su pelotón había sido retirado a segunda línea y él fue uno de los pocos seleccionados para cubrir el frente durante esas fechas. La mañana del día de Navidad los ingleses levantaron un tablón por encima de las trincheras en el que habían escrito «Feliz Navidad».

Al poco los alemanes hicieron lo mismo. De repente, según Richards, dos ingleses salieron de las trincheras y se acercaron desarmados a las trincheras alemanas. De estas salieron dos alemanes, también desarmados. Se encontraron en mitad de la «tierra de nadie» –espacio de terreno que separaba las dos líneas de trinchera, inglesas y alemanas, en el frente– y se estrecharon las manos. El comandante de la compañía de Richards trató de evitar que hubiera más confraternización con el enemigo, pero los soldados pasaron por encima suyo y no tuvo más remedio que aceptar los hechos.

Los soldados se saludaban, intercambiaban regalos y recuerdos. Se brindó a la salud de unos y de otros

Los soldados se saludaban, intercambiaban regalos y recuerdos. Se brindó a la salud de unos y de otros y las pocas fotografías que hay fueron sacadas por los ingleses ya que los alemanes tenían prohibido el uso de cámaras fotográficas en la primera línea. Los alemanes obsequiaron a la compañía de Richards con dos barriles de cerveza. «No hay riego de que se emborrache nadie – afirmaron los oficiales alemanes – la cerveza es francesa». Vamos que era muy floja. Los oficiales ingleses regalaron a su contraparte alemana un pudding de ciruelas, bastante más peligroso que la cerveza.

Soldados alemanes posando fuera de las trincheras durante la Navidad de 1914

El suceso de la Tregua de Navidad de 1914 es bien conocido. Hoy se muestra como ejemplo de humanidad y deseo de paz del ser humano así como fraternidad entre combatientes que compartían rigores y sufrimientos comunes. Sobre ello se han escrito novelas, ensayos, poemas...Hay películas que muestran este hecho y canciones pero nadie menciona las reacciones a este gesto espontaneo. Richards en su libro recuerda y nos relata lo que experimentó, junto con sus compañeros. Dos días después de Navidad fueron enviados a una zona de reposo junto a la población francesa de Armnentieres.

Al atravesar la población los habitantes de la villa se asomaron a las ventanas, a los quicios de las puertas o al borde del camino para escupirles. Richards nos relata como fueron insultados, maldecidos por ancianos, mujeres y niños de la población: «Tu non bon, soldado inglés, tu bon kamerade de los alemanes», y volcaban todo su odio y resentimiento sobre Richards y sus camaradas.

Por su parte los ingleses se quedaron sin resuello de tantos juramentos, dicterios y maldiciones que con liberalidad soltaron a la población local que tan mal les había sentado la pequeña tregua del día de Navidad. Esta fue la verdadera historia. Solo es bonita la primera parte.