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Proclamación de Felipe V como rey de España en el palacio de Versalles (Francia) el 16 de noviembre de 1700

David Botello: «Felipe V es el Quijote de los reyes de España»

El guionista David Botello estará todos los viernes de diciembre y enero en el Teatro Luchana de Madrid con su monólogo histórico sobre Felipe V, el Rey que nos salió rana

«Esto era un rey de España de una nueva dinastía, que ha dado mucho que hablar con su peluca de canas, sus tacones, su lunar, y con la extraña manía, qué manía tan extraña, de pensar que era una rana y ponerse ahí a croar…croac croac cantaba le ruá». Son los versos que recita el guionista y divulgador David Botello para empezar su monólogo histórico sobre Felipe V, el Rey que nos salió rana. Un espectáculo lleno de historia y diversión donde el público descubre las locuras, amores y desvaríos del primer Borbón que reinó en España.

Ahora bien, entre todos los monarcas que han reinado España, la conversación con David Botello no puede empezar de otra manera.

David Botella en su monólogo Felipe V, el rey que nos salió rana

–¿Por qué hacer un monólogo sobre Felipe V?

–Es el primer borbón, el que se supone que trajo las luces de la Ilustración a España, pero además Felipe V es el Quijote de los Reyes de España. En la obra introduzco una cita literal del arranque del Quijote de Cervantes porque creo que su reinado tiene algo muy quijotesco, y eso le da una dimensión muy divertida y trágica al mismo tiempo.

–Para ponerle humor hay que conocer su personalidad ¿Cómo era Felipe V?

–De joven era un niño muy buenín. Pero no pintaba nada en la familia, estaba de tercero en la sucesión, y lo que cuentan es que ya empezó a caer en esa profunda melancolía, de la que hablo en la obra. Además, tuvo una educación muy rígida a través de un sacerdote que se llama Fenelón, y le afectó mucho de cara, sobre todo, a la relación con las mujeres. Vivía rodeado en Versalles de un ambiente de excesos, y entre lo que le contaban y lo que él veía en el palacio, empezó a desarrollar una personalidad muy retraída, muy tímida y servicial.

–Esa imagen de niño bueno cambió con los años y acabaron apodándole el «Animoso» ¿Cómo cambió su personalidad?

–Felipe V pasa la historia como el «Animoso» por su actitud depresiva. Utilizó varias terapias para superarlo: una de ellas era el sexo, y otra la sangre, la guerra. Le encantan los toros, ir a cazar y la guerra. Durante la guerra de Sucesión descubre que le viene muy bien para librarle de la melancolía, y durante los combates realiza una serie de cargas suicidas contra los enemigos, que hace que su gente le llame el «Animoso».

El reinado de Felipe V tiene algo muy quijotesco, y eso le da una dimensión muy divertida y trágica al mismo tiempo

–Aunque le has puesto el mote de rey rana...

–A partir de este trastorno bipolar que empezó a desarrollar en la guerra, fue aumentando ese espectro de enfermedades mentales, y llegó un momento que cambió sus horarios y empezó a vivir en una realidad paralela. Entre otras cosas, un día se despertó pensando que es una rana. Se puso a cuatro patas, a croar, a dar saltos y se zambulló en uno de los estanques del Alcázar. Y claro, esa situación hace que parezca que es un Rey que nos salió rana. Todos estos problemas mentales no tratados provocaron que Felipe se comportase de una forma muy diferente a la que se puede esperar de un Rey. Un día decía que estaba muerto, otro día pensaba que le habían cortado la cabeza y que no tenía extremidades. O sea, que tenía un montón de problemas relacionados con esta enfermedad mental que se manifestó durante todo su reinado.

–A pesar de estas locuras tuvo un reinado muy largo y varios amores. Nada más llegar a España se casó con María Luisa Gabriela de Saboya, a la que tú llamas en el monólogo la Saboyana…

–Fue su primera esposa. Cuando se casaron María Luisa tenía 13 y Felipe cuatro años más. Cuando el Rey cumplió 18 años se marchó a la guerra de Sucesión y ella se quedó gobernado España con solo 14 años. ¡Y lo hizo muy bien! Todo el mundo que la conoció destacó esa madurez que tenía para ser una niña. Se metió a todo el mundo en el bolsillo. Lo cierto es que fue una mujer muy inteligente, con las ideas claras y supo desempeñar muy bien su papel.

Pero la saboyana murió a los 25 años y Felipe V entró en una nueva crisis mental que yo he llamado la «paranoia del maleficio», porque el Rey pensaba que María Luisa había muerto por culpa de un sabio encantador que la había hechizado utilizando la ropa blanca. Entonces se deshizo de toda la ropa blanca pensando que estaba contaminada y dejó, poco a poco, de cambiarse de ropa por miedo. Al final desarrolló una fobia a la higiene pensando que si el sabio encantador recibía las esponjas con las que le lavaban, le podía hacer un maleficio mucho más poderoso. Entonces dejó de lavarse, no se cortó las uñas y dejó de caminar porque le hacían daño, los músculos se le atrofió por estar todo el día en la cama, y engordó muchísimo.

Se ha cuestionado mucho cuáles fueron los motivos de su abdicación, si era una cuestión espiritual o lo que quería era recuperar el trono de Francia

–Su segunda mujer, Isabel de Farnesio, vivió esta falta de higiene y locuras mentales de Felipe V, ¿Cómo afrontó la nueva consorte aquella situación?

Era una mujer que supo aprovecharse muy bien de todos estos problemas mentales que tenía Felipe. Gobernó el país en nombre del Rey para poner en marcha toda la campaña italiana que le permitió a ella, que era italiana, colocar a sus hijos en los diferentes tronos italianos. Puso a su hijo Carlos –el futuro Carlos III– en Parma y después lo envió a Nápoles. También casa a todas sus hijas con los reyes europeos de Francia, Portugal y Cerdeña. Al final es la que se lleva la palma.

–Como dices en la función «la Farnesio es la 'motomami' de las reinas europeas»

–Porque es una mujer empoderada, con las ideas clarísimas, que se puso el mundo por montera y manipuló a su marido a su antojo, e hizo lo que le dio la gana y llevó el país a donde ella quería.

Todos estos problemas mentales no tratados provocaron que Felipe se comportase de una forma muy diferente a la que se puede esperar de un Rey

–Y tuvo un marino que no quería reinar y abdicó varias veces.

–Se ha cuestionado mucho cuáles fueron los motivos de su abdicación, si era una cuestión espiritual o lo que quería era recuperar el trono de Francia. Pero está documentado que él renuncia al trono para «servir a Dios, pensar en la muerte y solicitar mi salvación». Es decir, Felipe renunció porque quiere salvar su alma, algo que no deje de ser una locura y una paradoja en un momento en el que el Rey es una figura divina, que lo que tiene que hacer para salvar su alma es ser Rey, porque ese es su papel. Cuando abdicó por primera vez, le sustituyó su hijo, Luisito I, pero se murió y le cayó de rebote el trono a Felipe V. Pero el Rey era consciente de que su legítimo heredero era su segundo hijo, Fernando VI, pero Isabel de Farnesio no permitió a Felipe que dejase el trono una segunda vez. A pesar de la situación, Felipe intentó renunciar por escrito, se puso de huelga e intentó fugarse varias veces a lo largo del reinado sin éxito. Aunque siguió siendo el Rey, en los últimos 20 años fue Isabel de Farnesio quien reinó en España.

–¿Y cómo vivió Felipe esos últimos años de reinado?

–Llegó un momento en el que Felipe se puso violento con todo el mundo, con los consejeros, sirvientes. Hay cartas muy graciosas de uno de los ministros que ya estaba harto de que el Rey le pegara, pero no podía defenderse porque sería un delito de Lesa majestad. Felipe se puso violento con la Reina y eso «La Farnesio» no lo iba a tolerar. Decidió encerrar al Rey en su alcoba, mandó cambiar todas las cerraduras y puso a la guardia real custodiando la puerta para que Felipe V no escapase, y los últimos años de su vida se los pasó encerrado.