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Detalle de la sección de la cabeza del traje funerario de jade de Liu Sui, príncipe de Liang, de Han OccidentalWikimedia Commons

Picotazos de historia

Los trajes funerarios de jade de los emperadores de la dinastía Han

Lo verdaderamente sorprendente fue que, por primera vez, se tenía la prueba palpable de algo de lo que se tenía noticia por textos históricos pero que jamás había sido visto en más de mil años: los sudarios de jade

Liu Sheng (154 – 113 a. C.) fue hijo del Emperador Jing y hermano del Emperador Wu de la dinastía china de los Han ( 202 a. C. - 220 d. C.). Fue conocido como el príncipe-rey Jing de Zhongshan. La verdad es que no se conocía mucho sobre este personaje histórico hasta que en 1968 una noticia saltó a las primeras páginas de todos los diarios: en China, en un lugar llamado Mancheng, en la provincia de Hubei, el arqueólogo chino Wang Zhong Shu –un científico acreditado con un enorme prestigio dentro de la comunidad arqueológica internacional– había encontrado un mausoleo que correspondía al mencionado Príncipe Liu Sheng y a su esposa Dou Wan.

Ambas tumbas, aunque separadas la una de la otra, formaban parte de una misma estructura funeraria. La importancia del descubrimiento, la verdadera novedad, consistía en que se trataba de la primera tumba de la élite de la sociedad Han que se había encontrado intacta. Esto es, sin haber sido profanada por los saqueadores de tumbas. Fue un descubrimiento equivalente al de la tumba del faraón egipcio Tutankamón dentro del mundo asiático.

Las dos tumbas excavadas en la ladera de una montaña y compuestas por una sala central, habitaciones laterales y cámara del sarcófago estaban repletas de objetos que mostraban el lujo y el enorme nivel de refinamiento de los artesanos y artistas de este periodo. Pero lo verdaderamente sorprendente fue que, por primera vez, se tenía la prueba palpable de algo de lo que se tenía noticia por textos históricos pero que jamás había sido visto en más de mil años: los sudarios de jade.

Los sudarios de jade

Desde su más lejana antigüedad la cultura china había identificado el jade con la idea de la inmortalidad. Se desconoce el momento exacto pero ya desde los primeros reyes de la dinastía Han surge la moda de crear sudarios formados por placas de jade unidas por hilos de metal. Se piensa que el precedente inmediato estaría en una moda consistente en adornar los ropajes ceremoniales con placas de jade, durante la dinastía Zhou ( 1046 – 256 a. C.).

Detalle de la sección de la mano del traje funerario de jade de Liu Sui, príncipe de Liang, de Han OccidentalWikimedia Commons

Los sudarios de Liu Sheng y de su esposa Dou Wan estaban formados por cinco partes: cabeza, tronco, guantes, extremidades inferiores y calzado. El jade utilizado se talló en placas cuadradas y rectangulares que fueron unidas con hilo metálico que indicaba la categoría de los personajes. Él, como hijo de Emperador y Rey tenía las placas unidas con hilo de oro; la dama Dou, como consorte oficial, con hilo de plata. El jade utilizado era de un color blanco grisáceo o de un amarillento claro.

El sudario o mortaja de Liu Sheng contiene 2.498 piezas de jade y el hilo de oro tenía un peso de mil cien gramos. La cabeza de ambos sudarios reposaba sobre un almohadón con incrustaciones de jade.

Detalle de un traje funerario de jade con alambre de cobre sustituido en el Museo de Arte George Walter Vincent SmithPicasa / Wikimedia Commons

Dentro de la mortaja del príncipe se encontraron cenizas de un color marrón grisáceo y fragmentos del esmalte de los dientes. La mortaja de su esposa fue más generosa ya que se encontró en su interior huesos de la pelvis, varias costillas y vertebras además de los dientes.

Hoy se tiene la certeza de que los sudarios de jade fueron relativamente comunes hasta el tercer año del reinado del Emperador Wen de Wei, Cao Pi ( 222 d. C.) quien prohibió los enterramientos con este tipo de mortajas debido a los frecuentes saqueos de las tumbas imperiales. Desde ese momento desaparecen de la historia, pasando a ser una mera mención en los documentos y crónicas, solo conocidas por unos pocos eruditos. Hasta que el descubrimiento de Mancheng los mostró al mundo.