Franco no se quiere cambiar de zapatos
Hasta el final de sus días, el general utilizó los zapatos de uniforme, de «bonito», con cordones, negros, que todos los años le regalaba la familia Segarra, que durante un siglo levantó un imperio en la fabricación de calzado, además de vestir al Ejército, la Guardia Civil y los «grises»
Cuando en España existía un ejército de ciudadanos, de conscriptos, antes de que el presidente Aznar suprimiese el servicio militar para dar paso a un ejército profesional, para muchos españoles uno de sus recuerdos de su paso por filas es el de las botas de tres hebillas. Un calzado militar característico de un tiempo que ha dejado huella en muchos de los entonces jóvenes soldados españoles.
Entre 1882 y 1976 la familia Segarra levantó un imperio dedicado a la fabricación de calzado. El patriarca Segarra comenzó vendiendo alpargatas para el Ejército, ventas que se dispararon con la guerra de Marruecos y que pronto fueron seguidas por la alpargata bota que usaban legionarios y regulares, borceguíes de cuero, polainas, zapatos «de bonito» negros y con cordones (incluso los blancos usados por la Armada que parecían de primera comunión), sandalias saharianas hasta llegar a su producto más característico, las famosas botas de tres hebillas.
Exposición «Marcando el paso. El calzado militar Segarra»
- Lugar: Sala de Exposiciones del Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército de Tierra.
- Horario: de lunes a viernes de 10 a 14 y de 15 a 18.
- Precio: entrada gratuita.
Durante la monarquía de Alfonso XIII, la dictadura de Primo de Rivera y la II República los Segarra calzaron a todos los españoles que vestían uniforme, y también a algunos civiles.
Con el comienzo de la Guerra Civil la fábrica Segarra, ubicada en Vall de Uxó, quedó en zona roja, siendo su calzado, correajes, cartucheras... una parte fundamental en el esfuerzo de guerra del Ejército Popular de la República. Con la victoria de los Nacionales, hasta los primeros años de la monarquía de Juan Carlos I, los Segarra siguieron siendo la fábrica de calzado más importante de España.
Los zapatos Segarra, militares y civiles, se caracterizaban por su solidez y duración, siendo muy apreciados dado su buen precio y resistencia, que los hacía muy adecuados para el bolsillo de muchos españoles que, en aquellos tiempos de austeridad del primer franquismo, no andaban sobrados de dinero. Los zapatos civiles Segarra pasaban de unos hermanos a otros en una España en la que las familias numerosas eran lo normal. Sus botas de tres hebillas se siguen encontrado guardadas en los trasteros y casas de campo de españoles, hoy sesentones, que se las trajeron de útil recuerdo de su paso por filas.
Las favoritas de Franco
La Fuerzas Armadas en los tiempos de Franco, sostenidas por unos presupuestos que hoy nos parecerían irrisorios, siguieron siendo los mejores clientes de los Segarra, llevando militares, la Guardia Civil y los «grises» los zapatos y botas que se fabricaban en Vall de Uxó.
El Generalísimo Francisco Franco, con 80 años, tenía problemas con los pies. Su médico, el doctor Pozuelo, le aconsejó que cambiase de calzado. El viejo general necesitaba para sus cansados pies zapatos de piel más blando, flexibles... que no le castigasen al andar.
«–Mi General tiene que cambiar de calzado, tiene que usar zapatos que torturen menos sus pies. Existen varias marcas de zapatos italianos que puede ayudar a mitigar sus dolores.
–Imposible, Pozuelo.
–Pero mi General, en muchas tiendas se encuentra sin problemas una gran variedad de zapatos que le vendrían muy bien para sus dolores.
–Imposible, Pozuelo, imposible.
–No entiendo, mi General.
–Mire, Pozuelo, todos los años Segarra me regala varios pares de zapatos y tengo muchos sin estrenar. Comprenderá usted que no voy a comprarme zapatos teniendo varios pares nuevos en el armario».
Pozuelo no logró que Franco cambiase de calzado. El viejo general siguió gastando los zapatos de uniforme, de «bonito», con cordones, negros, que todos los años le regalaba la familia Segarra. ¡No estaba las cosas para tirar el dinero!