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Vista del busto del dictador soviético Iósif Stalin al que le rompieron la nariz y después se la repusieron junto con el busto de Lenin en el parque de Muzeón en MoscúEFE

Rusia rehabilita a Stalin en el centenario de Lenin

Este blanqueamiento comienza con los libros de historia: los nuevos manuales para los estudiantes de los dos últimos cursos de la secundaria muestran una imagen del dictador totalmente diferente a la de los textos publicados tras la caída de la URSS

La guerra en Ucrania ha impulsado una rehabilitación de la controvertida figura de Iósif Stalin que condujo a la Unión Soviética a la victoria sobre la Alemania nazi, maquillando, de esta manera, el lado oscuro del dictador. Dicha reparación a su reputación coincide con el centenario de la muerte de Vladímir Lenin, líder de la Revolución Bolchevique, este domingo 21 de enero y al que el actual jefe del Kremlin, Vladímir Putin, culpa de muchos de los males que desembocaron en la desintegración soviética.

«Ahora el nombre de Stalin, el recuerdo de la guerra y la URSS se utilizan con un solo objetivo: convencer al pueblo ruso de que la operación militar especial en Ucrania es tan justa como la Gran Guerra Patria», ha declarado Yákov Dzhugashvili, bisnieto de Stalin.

Blanqueamiento en los libros de historia

Este blanqueamiento comienza con los libros de historia: los nuevos manuales para los estudiantes de los dos últimos cursos de la secundaria muestran una imagen del dictador totalmente diferente a la de los textos publicados tras la caída de la URSS. «Si en los libros financiados en los años 90 por la Fundación Soros, era un tirano, una bestia, un pésimo comandante (...), hoy en nuestro manual unificado el papel de Stalin se presenta de manera adecuada, es decir, objetivamente», explicó Mijaíl Miagkov, director de la Sociedad Histórico-Militar de Rusia.

A pesar de que los manuales admiten las brutales purgas estalinistas, las enmarcan en una difícil situación internacional y en los temores a una conspiración trotskista, así como la aparición de una quinta columna. Al mismo tiempo, los textos destacan que, como el pueblo desconocía la «auténtica magnitud» de la represión, «la popularidad de Stalin entre la gente no sólo se redujo, sino que creció aún más».

No se hace referencia a los gulag, aunque admite el fusilamiento de más de 800.000 personas, y niega el genocidio por hambruna en Ucrania (Holodomor) durante la colectivización forzosa de la tierra, pero utiliza esa palabra para la matanza de judíos polacos a manos de los nacionalistas ucranianos.

Stalin aprobó el pacto Mólotov-Ribbentrop no para repartirse esferas de influencia con Hitler, sino para aplazar la agresión alemana, debido a la política de apaciguamiento occidental de Berlín y para alejar la frontera soviética varios cientos de kilómetros de Moscú.

Y concluye que el principal resultado de las acciones de Stalin, al que exculpan por purgar al generalato e invadir Finlandia, «fue la derrota de la Alemania hitleriana y de Japón, y la eliminación de la amenaza fascista para toda la humanidad».

Se proponen recuperar la idea de celebrar un referéndum para devolverle el nombre de Stalingrado a la ciudad

Desde la llegada de Putin al poder en el año 2000 se han instalado casi un centenar de monumentos en honor de Stalin, tendencia que se aceleró desde la anexión de la península ucraniana de Crimea (2014) y se disparó en los últimos dos años.

Partidarios de Stalin

Aunque dos tercios de sus habitantes se opone a ello, las autoridades de Volgogrado se proponen recuperar la idea de celebrar un referéndum para devolverle el nombre de Stalingrado a la ciudad, consulta en la que podrán votar no sólo los residentes de la ciudad, sino de toda la región.

En la patria chica del tirano georgiano también estalló estos días un escándalo por la aparición de un icono con su imagen en la catedral de Tiflis, que fue retirado posteriormente por la Iglesia, que negó un encuentro milagroso entre el dictador y la santa Matrona de Moscú.

«Lo importante no es Stalin sino la causa por la que dio su vida, la auténtica democracia que se llama Comunismo. ¿Acaso en Rusia alguien pretende rehabilitar la idea de la auténtica democracia, el comunismo?», insiste el bisnieto de Stalin.