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Cristián IX con su familia en el Palacio de Fredensborg en 1883 de Laurits Tuxen

Dinastías y poder

El hijo de soltera que mancilló la dinastía danesa

Thyra era la menor de las hijas de los «suegros de Europa», Cristian IX y Luisa de Hesse, los soberanos daneses llamados a dejar una larga estela de testas coronadas sobre el continente

Dinamarca está de moda, pero ¿un hijo fuera del matrimonio en la corte de Copenhague? ¡Menudo escándalo! Es lo que ocurrió en 1871, cuando la hija del Rey alumbró un bebé fruto de sus relaciones con un joven teniente. Thyra era la menor de las hijas de los «suegros de Europa», Cristian IX y Luisa de Hesse, los soberanos daneses llamados a dejar una larga estela de testas coronadas sobre el continente.

Por supuesto, aquello se silenció: el bebé fue entregado a una familia de adopción y poco después se concertó el matrimonio de la joven con Ernesto Augusto de Hannover, duque de Cumberland, Brunswick y también de regia cuna. «Estancia de reposo en Atenas», dijeron los periódicos. La joven había dado allí a luz.

De izquierda a derecha: Dagmar, Frederik, Valdemar, la reina Louise, el rey Christian IX, Thyra, George y Alexandra, en 1862.National Portrait Gallery London

Pero esta no fue la única desvergüenza de tan longeva dinastía. Su hermano, el príncipe Valdemar fue el protagonista de muchos corrillos entre las familias reales de la estirpe que más coronas dejó en su tiempo: Alejandra fue Reina del Reino Unido, Dagmar se convirtió en zarina del Imperio Ruso y Jorge en soberano de Grecia. El primogénito reinó como Federico VIII.

Cuando Cristian IX se convirtió en el Rey danés, jamás pensó que su sangre se perpetuaría de tal modo en Europa. No estaba llamado a convertirse en rey y tampoco en consuegro de las dos personalidades más poderosas de la época: la Reina Victoria de Inglaterra y el zar Alejandro II, el «libertador de los siervos».

Pero los exitosos casamientos que orquestó para sus vástagos lograron convertirle en abuelo de Jorge V y también de Nicolás II, primos y aliados en la Gran Guerra, aunque el primero poco interfiriese para librar a los Romanov del exterminio en Ekaterinburgo a causa de la Revolución Bolchevique.

Los seis hijos de Cristián IX y la reina Luisa, fotografiados en 1882. Desde la izquierda: el rey Jorge I de Grecia, la emperatriz María Fiodorovna de Rusia, Alejandra, princesa de Gales, el príncipe heredero Federico de Dinamarca, la princesa Thyra y el príncipe Valdemar

El segundo de sus vástagos varones, Jorge, será además proclamado Rey de Grecia en 1863 y ocupará el trono heleno hasta su asesinato en Salónica en 1913. Fue el más duradero en la historia de un país marcado por exilios y destierros. Recuerden aquello de que lo mejor que debía tener a mano un soberano griego, era siempre una maleta… Pero, además, también se vio involucrado en un alboroto social al descubrirse los amoríos de su hijo Jorge, con su tío Valdemar, retoño, a su vez, de Cristian IX de Dinamarca. Sobrino y tío.

Ambos trataron de ocultarlo durante años, pero era un secreto a voces. Estaban además casados con egregias princesas, una Bonaparte incluso. ¿Era o no un escándalo? Aquello, sumado al bebé que Thyra había tenido en su juventud, los convirtió en una familia sobre la que las habladurías no quedaron al margen. Y eso que el fabuloso retrato que les hizo Laurits Regner Tuxen en 1881 para conmemorar el 25 aniversario en el trono de Cristian IX nos los presenta en el Palacio Real de Fredensborg, en todo su esplendor.

Pese a todo, Cristian y Luisa fueron queridos y respetados por su pueblo. Durante su reinado Dinamarca se consolidó como una monarquía moderna y liberal, aunque vivieron con cierto temor los avances que el mundo obrero y el socialismo estaban conquistando en su país. A la muerte del Rey en 1906 fue proclamado su primogénito, Federico VIII.

Casado con la princesa Luisa de Suecia, fue ella quien aportó al joyero real la impresionante tiara de racimos de rubí que tantas veces hemos visto a la flamante nueva soberana. En los colores de la bandera de su país conyugal, blanco y rojo. Tiene además collar, pendientes, broche y adornos para el pelo: los que lució recientemente en el balcón del palacio de Christiansborg, la Reina Mary.

Conocido como conjunto Bernadotte, había sido diseñado para Desiree Clary, reina consorte de Suecia por matrimonio con el antiguo mariscal y primera novia de Napoleón. Con ella asistió a la fastuosa coronación de Bonaparte en Notre Dame en 1804. ¿Da o no juego esta dinastía?