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Napoleón en Santa Elena, por François-Joseph Sandmann

Picotazos de historia

La última amante de Napoleón

El matrimonio Montholon viajó con Bonaparte a la distante isla en mitad del océano Atlántico. Albina consiguió, en poco tiempo, llamar la atención del Gran Corso y se convirtió en su última amante

Albina Elena de Vassal (1779-1848) nació en el seno de una familia perteneciente a la baja nobleza de Montpellier. Tuvo la fortuna de ser prima hermana de Jean Jacques Regis de Cambecerés, quien fue un notable jurista y estadista que desempeñó importantes cargos durante la revolución francesa, el consulado, el imperio, la restauración, los cien días previos a la batalla de Waterloo y la monarquía de Luis XVIII. Todo un ejemplo de adaptación.

En febrero de 1797 la joven Albina contrajo matrimonio con el barón Louis Pierre Bignon. El matrimonio se disolvió con rapidez debido a la incompatibilidad manifiesta de ambos contrayentes. A los veinte años de edad volvió a contraer matrimonio, esta vez con un joven empresario de nombre Daniel Roger, quien a merced de su energía y visión, amasaría una gran fortuna y sería creado barón del Imperio.

Albina Elena de VassalPicasa / Wikimedia Commons

Albina tendría un hijo, fruto de este matrimonio al que impusieron el nombre de Edouard y que llegaría a ser ministro durante la presidencia de Adolphe Thiers. Desdichadamente la bella Albine pronto empezó a aburrirse de su nuevo marido –siempre tan ocupado– pero el destino, que es un pícaro, puso en su camino a un joven teniente coronel que acababa de llegar de España y que respondía al nombre de Charles Tristan de Montholon.

Este oficial, como comandante provisional del 4º regimiento de línea, combatió contra los amotinados madrileños en el parque de Monteleón el 2 de mayo de 1808, con tan mala suerte que cayó prisionero y así estuvo hasta la toma del parque por las tropas francesas. La pasión de los dos jóvenes es inmediata y abrasadora.

Segundo matrimonio

Albina planta a su marido y le deja al pequeño Edouard para que el padre no se aburra. Abandona el hogar marital para vivir en público concubinato con su amante. El barón Roger en vista de su pública humillación, solicitó y consiguió la separación legal y el posterior divorcio de Albina. Montholon, que tenía tres años menos que Albina, al serle entregado el documento de divorcio solicitó autorización para poder casarse con su amada (tramite preceptivo y obligatorio para todo oficial del Ejército y de la Armada), lo que le fue denegado.

Tras el escándalo que habían organizado Montholon sabía que Napoleón –que en el fondo era bastante mojigato– no lo autorizaría así que recurrió a una artimaña. Volvió a solicitar autorización pero mintió al consignar el nombre de la prometida y de esta manera consiguió la aprobación. Se casó con Albina el 2 de julio de 1812. Napoleón al enterarse del engaño destituyó de sus funciones al joven, quien estaba en el Estado Mayor del mariscal Augerau. La pareja pasó por estrecheces económicas mientras veía crecer a su familia. Con el inició de la campaña de Rusia, el ejército se vio necesitado de todos sus oficiales. Hasta de los castigados. Y se llamó a Montholon.

Tras la derrota de Waterloo, Napoleón le designa como uno de los tres oficiales que le acompañaran en su exilio en Santa Elena

A partir de este punto la carrera militar solo puede ser definida con una palabra: evasivas. Pondrá excusas para no ejercer mando alguno al tiempo que bombardeará al ministerio de la Guerra con memoriales solicitando recompensas. Tras la caída de Napoleón seguirá la misma estrategia con el gobierno del Rey Luis XVIII, pero pronto se hartaron del oficial y frenaron en seco su carrera militar.

El destino parece salvar a Montholon con la vuelta de Napoleón que había abandonado la isla de Elba. El Emperador le confirma como general de brigada y, tras la derrota de Waterloo, le designa como uno de los tres oficiales que le acompañaran en su exilio en Santa Elena (los otros dos fueron los generales Bertrand y Gourgaud).

Traslado a Santa Elena

El matrimonio Montholon viajó con Bonaparte a la distante isla en mitad del océano Atlántico. Al poco de llegar Albina dio a luz al segundo de los hijos con su segundo marido a quien bautizaron con el nombre –¡cómo no!– de Napoleón. Albina consiguió, en poco tiempo, llamar la atención del Gran Corso y se convirtió en su última amante. Al pobre Montholon, que ya estaba harto de Albina, le crearon conde del Imperio. Durante un tiempo Albina reinó en la pequeña corte hasta que que Napoleón ordenó su regreso a Francia en julio de 1819. Parece ser que la señora se había encontrado muy a gusto en compañía del teniente coronel Basil Jackson, del ejército de Su majestad Británica, y eso no fue del agrado del emperador.

Albina de Montholon tuvo una niña, Josephine, nacida en la isla de Santa Elena el 26 de enero de 1818. La pequeña solo vivió veinte meses pues fallecería en Bruselas el 30 de septiembre de 1819 a consecuencia de unas fiebres. Siempre ha existido la sospecha que la pequeña Josephine fuera hija de Napoleón.

Albina llevó una vida discreta. Falleció en su ciudad natal de Montpellier en 1848. Fue enterrada en la cripta de los pecadores penitentes –un poco irónico ¿no creen?– de la iglesia de San Jerónimo de Montpellier.