Los secretos del Egipto faraónico que ha desvelado la ciudad antigua de Oxirrinco
A pesar de haber sido una de las ciudades más importantes de Egipto durante época helenística tras la invasión árabe cayó en el olvido y fue, finalmente, sepultada por la arena del desierto
La antigua ciudad de Oxirrinco se halla a 190 kilómetros al sur del Cairo, en Egipto. A pesar de haber sido una de las ciudades más importantes de Egipto durante época helenística –esto es, durante los siglos anteriores al cambio de era–, fue decayendo paulatinamente, tras la invasión árabe cayó en el olvido y fue, finalmente, sepultada por la arena del desierto.
No volveremos a tener noticias de la polis hasta que Vivant Denon, artista que acompañaba al ejército de Napoleón en sus campañas en Egipto, dibujara sus ruinas. En los siglos posteriores se suceden tanto las campañas esporádicas de excavación como los saqueos. Eso sí, gracias a ellos se descubrieron los miles de manuscritos en griego y latín conocidos como «Papiros de Oxirrinco» y conservados en el Museo Ashmoleam (Oxford). Estas espectaculares cartas y obras literarias aparecieron en un vertedero de la ciudad antigua, y se fechan entre los siglos I y VI d.C., es decir, durante las épocas de dominación romana y bizantina de la ciudad.
Pero no será hasta 1992 cuando se inician los trabajos de la misión arqueológica española, bajo una estricta regulación, hoy bajo la dirección de Esther Pons Mellado, conservadora del Museo Arqueológico Nacional, y de Maite Mascort i Roca, de la Universidad de Barcelona.
Misión española
Los hallazgos de la misión hispano-egipcia a lo largo de 30 años son numerosos y destaca, en primer lugar, el Osireion, templo subterráneo dedicado a Osiris. Seguramente cada ciudad tendría uno, pero en la actualidad solamente se conocen tres en todo Egipto y el de Oxirrinco conserva una estatua de tres metros del dios.
Por su parte, en la Necrópolis Alta, desconocida hasta 1982, destacan las tumbas de diverso tipo y forma. Las más antiguas, son hipogeos de grandes dimensiones, datan del periodo saíta (664 a.C.-525 a.C.). También las hay de época grecorromana, con momias cubiertas de cartonajes (capas de tela estucada o papiro que se colocaban sobre la momia, adaptándose a su forma y decoradas siguiendo la moda del momento). Finalmente se documentan también algunas sencillas sepulturas cristianas, posteriores al cambio de era.
Momias con lenguas de oro
Y he aquí que precisamente durante la última campaña de excavación (2023) se hallaron dos momias fechadas en época romana. Pero lo sorprendente es que aparecieron con lenguas de oro dentro de la boca. Estas láminas de oro finamente trabajadas para asemejar lenguas humanas se popularizaron durante el periodo de ocupación romana de Egipto, y se introducían en las momias durante el ritual funerario. ¿Para qué? Con la finalidad de permitir que el difunto pudiera comunicarse en el más allá.
De hecho, probablemente nos hallemos ante un ritual que aúna las creencias egipcias –y concretamente el ritual de la apertura de boca (para que el muerto pudiera hablar en el más allá)– con las grecorromanas –en este caso la tradición de colocar una moneda en la boca del difunto (para pagar al barquero Caronte el viaje al más allá)–.
Otros hallazgos de la última campaña de excavación arqueológica son los tres enterramientos en hipogeo –habitaciones de techo abovedado– datados en época Ptolemaica (siglos III-I a.C.). Se trata de nueve sarcófagos antropomorfos de piedra, dos de los cuales aún se encuentran intactos.
Pero lo más sorprendente de todo es, sin duda alguna, el hallazgo de un depósito con hasta 50.000 peces oxirrincos (un tipo de pez), algunos de ellos momificados, que fueron enterrados de forma ritual como ofrenda a los dioses. La abundante presencia de estos peces en la iconografía de los enterramientos parece confirmar la hipótesis de que, en efecto, existía una vinculación entre estos animales y la diosa Teuris, divinidad de la fertilidad y de las embarazadas. Debemos por tanto pensar que este extraño enterramiento de miles de peces serviría a modo de regalo para la diosa.
Así pues, al igual que la acción del pez oxirrinco –comerse el falo del dios Osiris tras su desmembramiento– es fundamental para dar vida al dios Horus, las acciones de la misión arqueológica española están consiguiendo devolver la vida a la antigua ciudad de Oxirrinco.