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Batalla de Tolón (22 de febrero de 1744)

Una batalla ocultada por los británicos: Tolón, una gran victoria de la Armada española

La Armada había conseguido reabrir el Mediterráneo, derrotar a la Royal Navy y demostrar lo buena que era su gente, una gesta que desgraciadamente no ha sido muy recordada

Aunque los británicos tienen muchas virtudes, reconocer sus derrotas no es una de ellas, aunque, quizá, el problema no es suyo, sino de aquellos que cuando se alzan con la victoria no hacen «comunicación estratégica». Sea como fuere, después de que Carlos III llegara al trono del reino de Nápoles y Sicilia, sus padres Isabel de Farnesio y Felipe V apostaron por recuperar los viejos territorios de Parma, Plasencia y Guastalla, en el Norte de Italia que habían sido perdidos en la Guerra de Sucesión Española. Estas contiendas sucesorias siempre fueron muy útiles para para dirimir las diferencias entre las monarquías europeas, por lo que la de Sucesión de Austria, en que se enmarca Tolón, no fue diferente.

Las hostilidades empezaron en 1740 cuando los prusianos atacaron a los austríacos, pero para España la maquinaria se pondría en marcha al año siguiente, cuando la Armada trasladaría al Ejército a Génova para empezar la campaña en el teatro de operaciones transalpino. Unos eficaces marinos hispanos juntaron a las escuadras de Cádiz y Ferrol, operando libremente en el Mediterráneo y Atlántico, sin que la Royal Navy, que estaba por la zona en apoyo de su aliado austríaco, pudiera impedirlo.

Durante casi dos años la Real Armada usó el mar a conveniencia de España, hasta que a finales de 1741 la flota al mando del irrepetible comandante don Juan José Navarro de Viana y Búfalo debió resguardarse en el Arsenal galo de Tolón, debido a la tempestad que se había despertado en esos días. Los navíos que enarbolaban nuestro pabellón no volverían a hacerse a la mar hasta febrero de 1744, en cuyo día 22 se lucharía una de las grandes batallas navales del siglo, saldada con una de las irrepetibles victorias de la Armada.

Tras más de doce meses con un Real Ejército que no había recibido suministros por mar desde la llegada de la flota a Tolón, la situación era poco menos que desesperada. Ensenada ordenaría a don Juan José hacerse a la mar a la mayor brevedad posible, lo que se ejecutaría los días 20 y 21 de febrero, quedando el 22 ambas escuadras formadas en línea de batalla, la táctica naval predilecta para el combate oceánico del siglo XVIII, en que un navío seguía con su proa la popa de otro.

La combinada de España y Francia tenía a los galos en vanguardia y a los españoles en centro y retaguardia, mientras que el almirante Matthews ordenó a sus navíos formar en centro y vanguardia, al tiempo que su segundo Lestock hacía lo propio en la retaguardia, pero cometió un gravísimo error. Entre ambos no había una buena relación, la impaciencia de Matthews y errores en las señales harían que sólo entablaran combate sus buques, contemplándolo impasibles los de su segundo.

Vista del combate de Tolón (22 de febrero de 1744). Estampa grabada por Fernando SelmaMuseo Naval de Madrid

La combinada tampoco lo tuvo fácil. O bien porque el mando francés Bruyère decidió no combatir pese a las órdenes de Luis XV y algo pactó con Matthews o porque la impaciencia del galés en batirse el cobre impidió a su vanguardia llegar a los franceses, las dotaciones de nuestra Armada tuvieron que combatir sin sus aliados. Es justo reconocer que su formación no fue perfecta, ya que había más espacio del deseable entre el séptimo navío, Oriente, y el octavo, Brillante.

El combate se prolongaría entre el mediodía y las siete de la tarde, en dos fases. En la primera hasta las tres, los siete primeros navíos españoles hicieron frente a casi veinte navíos británicos, es decir, cada uno contra dos o tres, siendo diez de tres puentes por sólo uno español, el Real Felipe (Guarnizo, 1732).

Sin embargo, las dotaciones del Oriente, Real Felipe, Hércules, Neptuno, Constante, Poder y América tuvieron una destacadísima actuación con su cadencia de tiro, y pese a la ruptura de nuestra línea por la Navy, forzaron su retirada a las tres. Esto permitió que el segundo grupo de Brillante, Alcón, San Fernando, Soberbio y Santa Isabel se incorpore a la segunda fase. A eso de las 16:00 h Matthews vuelve, pero los españoles siguen manteniendo un fuego prodigioso, de ahí que lance un brulote incendiario contra el Real, insignia de Navarro, pero su valerosa dotación consiguió volarlo por los aires, forzando la retirada final de los británicos.

La Armada había conseguido reabrir el Mediterráneo, derrotar a la Royal Navy y demostrar lo buena que era su gente, una gesta que desgraciadamente no ha sido muy recordada. Sea este artículo un humilde recuerdo.