Picotazos de historia
Qué significa el piramidión o la piedra angular de las pirámides
Esta pieza simbolizaba el lugar donde se posaba el dios solar Ra o Amón-Ra, en la cúspide del monumento, como punto de unión entre el Cielo y la Tierra
En la antigua religión egipcia la base de su pensamiento era el dualismo. Islet (caos, injusticia, etc) no podría existir sin Maat (orden, armonía, equilibrio). Al principio el universo solo consistía en un gran océano cósmico caótico denominado Nu. De esta masa acuosa informe surgió el dios sol o Ra o Atum-Ra. Otras versiones introducen la variante de Mehet Weret o Mehturt, representada como una vaca con el disco solar entre sus cuernos.
Esta deidad dio a luz a Ra y es la responsable de que, todos los días, cruce los cielos en su ascenso y ocaso. La versión más popular lo presenta –la primera– como un dios primordial, creado a sí mismo, pero para que esto sucediera primero tuvo que surgir del Nu un «montículo» sobre el que se asentaría el nuevo dios y donde caerían sus primeros rayos. Este montículo primordial sagrado es denominado Benben y su forma será la inspiración para el desarrollo arquitectónico de la pirámide.
En Heliópolis, –la ciudad del sol– donde se encontraba el templo sagrado de Ra, se pensaba que era allí donde habían caído los primeros rayos solares de la deidad, precursores de la creación. Esos primeros rayos incidieron sobre al primera tierra emergida del Nu, que fue el montículo Benben. La arquitectura egipcia intentó mostrar esta representación y tomaron como forma la pirámide. También por ello, tanto los obeliscos como las propias pirámides están rematados por una piedra angular de forma piramidal denominada Piramidión.
Los piramidiones estaban generalmente hechos en piedra caliza, basalto o diorita. Una vez tallada la piedra en la forma deseada y con las medidas y proporciones exactas eran forradas con pan de oro o electro (aleación de oro y plata con otros metales que se encuentran de forma natural) o cobre pulido, con el objeto de reflejar sobre su punta los rayos del sol.
Sobre el piramidión se grababan el nombre del monarca que había encargado la construcción junto con piadosas referencias a otros dioses. Así como se han encontrado numerosas representaciones de la piedra Benben, como amuleto de uso popular, los piramidiones son muchísimo más escasos debido a que muchos de ellos fueron destrozados al arrebatarles el metal con el que estaban forrados. El museo de El Cairo tiene cuatro de ellos –la mayor colección conocida– y su muestra más espectacular tal vez sea el que remataba la llamada pirámide Negra de Dashur (Egipto).
La pirámide negra fue construida durante el Reino Medio (2055 - 1650 a. C.) reinando el faraón Amenemhat III (circa 1860 - circa 1814 a. C.). La estructura de la pirámide tenía, originariamente, 75 metros de altura con una base de 105 metros de largo. En el año 1900 el entonces director del departamento de antigüedades del Ministerio de Cultura de Egipto, Gastón Maspero, inspeccionando los restos de la pirámide de Dashur, después de que los guardianes de la necrópolis hubieran sido atacados por un grupo de saqueadores, encontró el piramidión enterrado a los pies de la propia pirámide.
La enorme piedra de 4,5 toneladas de peso tenía una esquina rota, por lo demás estaba en magníficas condiciones de conservación. Las caras del piramidión fueron primorosamente pulidas y talladas con inscripciones. Pues bien, en estas inscripciones se había borrado meticulosamente el nombre del dios Amón, lo que prueba que se hizo durante la reforma religiosa de Akenatón (Amenofis IV) de la XVIII dinastía. Es entonces cuando esta piedra debió ser derribada o, al menos, se encontraba ya en el suelo desde el año 1350 a. C. Y es que con los egipcios todo tiene dimensiones grandiosas.