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Utopía y atopía de la hispanidad: el proyecto de Confederación Hispánica de Francisco Antonio Zea

El fallido plan para convertir el Imperio Español en una gran Confederación Hispánica

Su propuesta era que España formase una confederación con las Repúblicas de Colombia, Chile y Buenos Aires, reconociendo a cada una como independiente pero unidas confederalmente bajo la monarquía constitucional de Madrid

La ruptura de España con sus territorios americanos fue fruto de largas y cruentas guerras. Sin embargo, no faltaron propuestas para buscar una salida pacífica al conflicto, entre las que destaca la del agente colombiano Francisco Antonio Zea.

Zea pertenecía a una familia de la élite criolla de Medellín (Colombia). Recibió una esmerada educación que lo convirtió en un ávido intelectual ilustrado, dedicando especial atención a la botánica, en la que llegó a ser una gran autoridad. Como muchos otros miembros de su generación ilustrada, en lo político fue admirador de las nuevas ideas revolucionarias y se vinculó a la masonería, por lo que fue detenido y deportado a España en 1795, pero en 1799 se le declaró inocente y, bajo la protección de Godoy, llegó a ser director del Real Jardín Botánico de Madrid.

En 1808 se hizo afrancesado y juró a José Bonaparte, por lo que tras la derrota de los franceses tuvo que huir de España y se unió entonces a las filas del independentismo que acaudillaba Bolívar. Zea se convirtió en uno de los colaboradores civiles indispensables del general, llegando a ser vicepresidente de la autoproclamada República de Colombia y redactor de su primera constitución. En 1820 Bolívar lo envió como representante ante las Cortes de Europa, con poderes casi ilimitados para negociar el reconocimiento internacional del nuevo país.

La llegada de Zea a Londres coincidió con el triunfo del pronunciamiento liberal de Riego en España, que ponía fin al absolutismo de Fernando VII y restablecía la Constitución de Cádiz. Esta noticia llevó al enviado colombiano a creer que el nuevo gobierno liberal español estaría más dispuesto a negociar, por lo que en septiembre y octubre de 1820 escribió una serie de cartas al embajador español en Londres, el liberal Duque de Frías, proponiendo un ambicioso y detallado Plan de reconciliación entre la España y la América.

«Yo no puedo negar que después de mi país natal nada amo tanto como la España y que cuanto más frecuento el trato con los extranjeros más aprecio a los españoles», afirmaba Zea, lamentando «el funesto empeño con que insisten ambas partes contendientes: la una por la dominación a todo riesgo, o sea por una reunión violenta, insubsistente y contrariada abiertamente por la naturaleza; y la otra por la independencia a toda costa, aun a costa de otra nueva dependencia, sin reparar en que sea más o menos duradera, más o menos insoportable» en seguir una «guerra impía y fratricida que tiene horrorizado al mundo».

Un Imperio compuesto de repúblicas perfectamente independientes pero reunidas para su felicidad bajo la Presidencia, no bajo el dominio, de una monarquía ConstitucionalFrancisco Antonio Zea

Su propuesta era que España formase una confederación con las Repúblicas de Colombia, Chile y Buenos Aires, reconociendo a cada una como independiente pero unidas confederalmente bajo la monarquía constitucional de Madrid. Los cuatro gobiernos firmarían una alianza defensiva para ayudarse en caso de guerra, reconocerían derecho de ciudadanía automático a los naturales de las otros que se estableciesen en su territorio y darían privilegios comerciales iguales entre sí. La confederación crearía un nuevo imperio, con una Dieta al modo del Sacro Imperio Romano y una Constitución común: «Un Imperio compuesto de repúblicas perfectamente independientes pero reunidas para su felicidad bajo la Presidencia, no bajo el dominio, de una monarquía Constitucional».

El Duque de Frías, que como ilustrado era además un admirador de la labor científica de Zea, acogió muy favorablemente la propuesta, pero al remitirla a Madrid, las Cortes contestaron que el plan era inadmisible y no entrarían en ninguna negociación que no partiese del reconocimiento de la Constitución de 1812. Bolívar, a su vez, aunque inicialmente había aprobado el negociar con España, desautorizó completamente el plan de Zea cuando tuvo noticia de él por considerarlo demasiado generoso. De hecho, mientras Zea negociaba en Londres, rompió el armisticio que tenía firmado con los españoles y retomó las hostilidades.