El 'cavallino rampante': de los cielos de Italia a las pistas de carreras del mundo
En esos primeros tiempos de la aviación los pilotos tendían a personalizar el avión para que fuera identificable por amigos y adversarios. Francesco Baracca pintó la heráldica de su familia: un caballo negro sobre fondo blanco
Francesco Baracca (1888 – 1918) nació en el seno de una familia de la nobleza de Rávena-Romaña en Italia. Terminados sus estudios ingresa en la academia militar de la ciudad de Módena y en el año de 1909 se le entregó el despacho de subteniente del Real Ejército siendo destinado al regimiento «Piemonte Reale» n.º 2 del arma de caballería.
Junto con otros compañeros del regimiento presenció una exhibición de los nuevos modelos de aviones y sufrió una epifanía. Al ver las evoluciones de los aviones sobre el aeropuerto de Roma decidió apuntarse a un curso de aviación. Francesco consiguió la licencia de aviador número 1037 en Francia y 252 en Italia. Con el documento en la mano solicitó un cambio de destino y fue enviado al 5º escuadrón del batallón de aviadores. En ese tiempo, la incipiente aviación estaba englobada dentro del ejército como parte del arma de ingenieros.
El estallido del gran conflicto bélico del 1914 le pilla en Francia practicando con los nuevos aviones Nieuport Ni 10. Regresa a Francia e inicia los primeros vuelos el 25 de agosto de 1915. El 7 de abril de 1916 derriba a su primer enemigo. Esta victoria aérea fue la primera de la aviación militar italiana, en la guerra mundial y en su historia. Con esta acción se iniciaba una brillante carrera que hará del joven conde Baracca el piloto italiano con mayor número de victorias durante el conflicto y de al aviación italiana hasta el día de hoy.
En esos primeros tiempos de la aviación también se vio una característica de esta nueva arma: los pilotos tendían, trabajando en equipo, a singularizarse y el medio más simple era personalizar el avión para que fuera identificable por amigos y adversarios. Esta idea de darse a conocer al adversario contra el que se va a combatir provenía del ideal caballeresco y de los duelos y torneos medievales y es origen de la heráldica.
Francesco Baracca no fue inmune a esta tendencia y personalizó su avión añadiendo un elemento del escudo de armas de su familia. Las armas de los Baracca son: jefe (pieza heráldica que ocupa el tercio superior del escudo) de azur (color azul) cargado con tres luceros de oro (color amarillo, se considera metal) y el resto en campo de plata (fondo blanco) un caballo cabreado de sable ( el caballo de manos, sobre sus patas trasera, se denomina rampante en el caso de otros animales. El sable es el nombre del color negro).
Francesco pintó el caballo negro en fondo blanco de la heráldica familiar en el fuselaje de su avión. El contraste entre ambos colores hacía muy visible al caballo, que era fácil de identificar. Cumpliéndose así el fin buscado. Baracca dominó los cielos de Italia hasta el día 19 de junio de 1918. Ese día, mientras realizaba un vuelo a baja altura sobre el Colle Val dell´Acqua, en Montello provincia de Treviso fue derribado muriendo al impactar la nave contra el suelo.
El número de derribos en el momento de su muerte era de 34 y había sido condecorado tres veces con la medalla al valor de plata, permutando el gobierno la tercera medalla por la de oro, máxima distinción que se podía conceder al valor militar.
En el año 1923 –y motivo y meollo del presente artículo– la condesa Paolina de Biancoli, madre del piloto muerto, presenció como el piloto y empresario Enzo Ferrari ganaba el Gran Premio del Circuito Savio, en Rávena. La condesa –según relataría más tarde el propio Enzo– hizo que la presentasen al joven piloto que se había casado recientemente, y le entregó el distintivo que había caracterizado al avión de su hijo mientras le decía: «Ferrari pon el caballo rampante de mi hijo en tus coches. Te traerá suerte».
Enzo Ferrari adoptó «el cavallino» como símbolo de la escudería de coches de carreras que tenía, y de la futura empresa Ferrari, cambiando el color del campo ( fondo) de blanco al amarillo, que era el color distintivo de al ciudad de Módena. La primera vez que aparecieron los «cavallinos» fue sobre dos Alfa Romeo 8C 2.300 presentados por la escudería Ferrari en la competición de las 24 horas de Spa, el 9 de julio de 1932.
El cavallino, el emblema que entregó a Enzo Ferrari la madre de un piloto y héroe nacional muerto en combate, continua siendo el orgulloso distintivo de una de la escuderías de coches de carreras y marca de coches más prestigiosas del mundo.