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Las postrimerías de Fernando III el Santo, por Virgilio Mattoni

Las postrimerías de Fernando III el Santo, por Virgilio Mattoni

Picotazos de historia

Los desconocidos hijos de Fernando III el Santo

Lo que muchas veces olvida la gente es que Don Fernando enviudó en 1235 y volvió a casarse (1237) con Juana de Damamrtin condesa de Ponthieu, Vexin y Aumale en el reino de Francia, con quien tuvo cinco hijos más: Fernando, Leonor, Luis, Simón y Juan

El santo Rey Don Fernando (circa 1200 – 1252), tercero de su nombre, casó en primeras nupcias con Beatriz de Suabia (que en realidad se llamaba Isabel pero al llegar a Castilla adoptó el nombre de su hermana mayor, ya difunta), nieta del tremendo Emperador Federico I Barbarroja, de la casa de los Hohenstafen y del Emperador de Bizancio Isaac II Ángelo.

El matrimonio tuvo diez hijos: Alfonso, el mayor, que reinaría con el numeral X y sería llamado «el Sabio» aunque en la gestión del reino dejó bastante que desear; Fadrique muerto en Burgos por orden de su hermano Alfonso; Fernando, que falleció durante la toma de Sevilla; Leonor, muerta niña; Berenguela que ingresó como monja en el monasterio de Las Huelgas; Enrique, llamado «el senador» por serlo en Roma y al cual Carlos de Anjou tuvo encerrado en una jaula; Felipe y Sancho fueron arzobispos de Sevilla; Manuel que fue diplomático y padre del célebre Don Juan Manuel y María que falleció niña.

Lo que muchas veces olvida la gente es que Don Fernando enviudó en 1235 y volvió a casarse (1237) con Juana de Damamrtin (1220 – 1279), condesa de Ponthieu, Vexin y Aumale en el reino de Francia. De este segundo matrimonio el rey santo tuvo cinco hijos más: Fernando, Leonor, Luis, Simón y Juan.

Batalla de Cortrique

Batalla de Cortrique

Fernando de Castilla o de Ponthieu fue heredero del condado de Ponthieu –la más rica e importante de las posesiones que venían por el lado materno–, falleció a los veintidós años de edad dejando un único heredero de nombre Juan. Este Juan moriría el 11 de julio de 1302 en la batalla de Courtrai o Cortrique, esta batalla también es conocida con el nombre de batalla de las espuelas de oro por la gran cantidad de espuelas de ese metal que arrebataron las milicias flamencas a los cadáveres de los caballeros franceses.

Una mujer de armas tomar

Leonor (1240 – 1290) tuvo un destino esplendente. Su hermano el Rey Alfonso la utilizó como pieza de negociación para que Ricardo, conde de Cornualles y rey de los Romanos, retirarse su candidatura como emperador del Sacro Germánico Romano Imperio, a lo que aspiraba Alfonso. El precio pagado sería la mano de la infanta Leonor para el Príncipe Eduardo de Inglaterra y la cesión a este reino de los derechos castellanos sobre la Gascuña (Vasconia lo denominan los documentos de la época).

Doña Leonor tendrá una enorme influencia en la corte y en la vida de los ingleses. Será ella quien llevará la costumbre de usar manteles, alfombras y tapices. Objetos todos de uso prácticamente desconocido en la isla. Impuso el respeto a las reinas consortes. Antes de ella era común que un noble de alto rango contestara con malos modos a las reinas –meras mujeres– y no era extraño el que sus maridos las golpearan o arrancaran las joyas en público. Ella supo imponer el respeto y ¡Ay de aquel que se propasase!

Leonor de Castilla

Leonor de Castilla

Financió a artistas y ordenes religiosas, rediseñó los jardines según los modelos castellanos, muchos castillos y construcciones tienen partes inspiradas en Castilla. Su matrimonio con Eduardo I de Plantagenet, llamado el «Zanquilargo» y que es el simpático rey inglés que nos muestra la película de Braveheart, fue feliz y solo se vio ensombrecido por el alto número de hijos fallecidos tempranamente.

Leonor fue la primera reina de Inglaterra en gestionar sus propios ingresos y lo hizo con tal acierto que creó un patrimonio para las futuras reinas de Inglaterra, de manera que no dependieran ni supusieran una carga para la corona. Leonor falleció a consecuencia de la debilidad tras unas fiebre palúdicas, en el pueblo de Harby, a unos once kilómetros de la ciudad de Lincoln, el 28 de noviembre de 1290. Contaban con cuarenta y nueve años de edad, treinta y seis de estos compartiendo vida con Eduardo I.

El cuerpo de Leonor fue embalsamado, sus vísceras enviadas a la catedral de Lincoln donde serían enterradas, y se ordenó su traslado a la abadía de Westminster para ser solemnemente enterrada. Eduardo dio orden de que se erigieran cruces artísticas –copiando el modelo iniciado en el funeral de Luis IX «san Luis» de Francia– en cada lugar donde hiciera noche el cortejo. Doce hermosas cruces se levantaron de las que quedan tres: Geddington, Waltham Cross y Charing Cross.

El resto de los hermanos fueron: Luis, que fue señor de Marchena y Gatón y cuya descendencia desaparecería pronto; Simón que murió joven y está enterrado en Toledo y Juan que falleció recién nacido y está enterrado en la catedral de Córdoba. Estos fueron los hijos del santo rey de los que, muy posiblemente, solo haya oído hablar de un par de ellos.

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