Picotazos de historia
El rey de los francos a quien llamaron «el Simple»
Carlos III cometió un error político que explica por qué se ganó el sobrenombre de «el Simple»
A finales del siglo IX el denominado Imperio carolingio estaba en plena fragmentación y descomposición debido al desmenuzamiento del mismo que estaban llevando a cabo los cada vez más numerosos descendientes del gran Carlomagno y, por otro lado, a los ataques de los pueblos nórdicos genéricamente (y erróneamente) conocidos como vikingos. A estos peligros hay que sumar los no tan graves, pero sí preocupantes sarracenos y húngaros.
El Emperador Carlos III el Gordo fue depuesto por letárgico e inepto en el año 887. En ese momento, los francos occidentales decidieron nombrar rey a Eudes, hijo de Roberto el Fuerte, conde de París y marqués de Neustría. El Rey Eudes reinaría durante diez años y en su lecho de muerte nombrará heredero suyo al que consideraba que era el legítimo monarca dentro del laberíntico caos de la descendencia de Carlomagno: Carlos III «el Simple», el hijo del rey de los francos occidentales Luis II «el Tartamudo».
El 21 de noviembre de 911, Carlos se vio como el beneficiario de la muerte de Luis IV «el Niño» y fue proclamado soberano de la Lotaringia y de los francos orientales. Esto puso a Carlos III en apuros ya que en sus dominios tenía a tres vasallos lo suficientemente fuertes como para desafiar su autoridad si consideraban que su política era desfavorable a sus propios intereses. Estos ariscos vasallos son: Giselberto, duque de Lotaringia; Raúl, duque de Borgoña, y Roberto, hijo del Rey Eudes I y duque de los Francos. Además, los vikingos se han establecido en Normandía dando lugar a la Marca (área fronteriza gobernada por un marqués) Normanda. En medio de esta tensa situación, Carlos III cometió un error político que explica por qué se ganó el sobrenombre de «el Simple».
El grave error
Año 922, los nobles están descontentos y el principal motivo de sus quejas es el descarado favoritismo que muestra el rey para con los familiares de su esposa, la princesa bávara Frederuna. La verdad es que la familia de ella entró a saco y sin disimulo alguno. Ese año, como les estaba contando a ustedes, Carlos III cometió el error de entregar la importante abadía de Chelles, al este de París, a un primo de su mujer.
Jamás se había retirado un beneficio a un miembro de la nobleza sin causa grave y mucho menos a una hija de un emperador
Era Haganon, de quien se desconoce la filiación pero que en ese momento goza del favor real y acaba de ser nombrado canciller-notario del reino. La torpeza estaba en que la abadía estaba bajo el gobierno de Rotilda, hija del emperador Carlos II «el Calvo» y le fue arrebatada a la señora para beneficiar a Haganon contra derecho y sin razón alguna. Jamás se había retirado un beneficio a un miembro de la nobleza sin causa grave y mucho menos a una hija de un emperador.
Esta señora, condesa de Maine por matrimonio, tras enviudar había tomado el velo y entrado en religión. Una hija suya estaba casada con Hugo, hijo y heredero de Roberto, duque de los Francos. La torpe actuación de Carlos III le había expuesto ante el pueblo como un tirano que despojaba a una viuda y monja para beneficiar a un arribista, además había ofendido de manera directa a la principal familia de la franconia occidental y estos le respondieron alzándose en armas contra él.
Carlos III, desesperado, llamó en su ayuda –lo que fue otra torpeza política– a los vikingos que ocupaban la Normandía. El 15 de junio de 923 tuvo lugar la batalla de Soissons en la que Carlos III fue derrotado. En el combate murió el duque Roberto por lo que el duque de Borgoña fue elegido nuevo rey de los Francos. El rey Raúl acordó que a su muerte la corona de los francos occidentales recayera en el hijo de Roberto, el joven Hugo. Este joven sería conocido como Hugo «el Grande» y fue el abuelo de Hugo Capeto, el forjador de una dinastía.
Carlos III caería prisionero del conde Huberto II de Vermandois sobreviviendo como un mero títere sin función alguna, fuera de las acciones protocolarias. Murió en el año 926. Algunos investigadores han especulado que murió de hambre, otros que envenenado. De una manera u otra fue víctima de sus propios actos y, como sucede continuamente, murió culpando a los demás de sus desdichas.