Dinastías y poder
Los vínculos nazis del duque de Edimburgo
Dos de sus hermanas estaban casadas con príncipes alemanes afines al nacionalsocialismo que lucían la esvástica en el brazalete de su uniforme
Aunque lo recordamos con su porte apuesto de gentleman inglés, el marido de la Reina Isabel II de Inglaterra era de origen griego. Luchó en la Royal Navy durante la Segunda Guerra mundial a pesar de que muchos vínculos de su familia lo unían con simpatías hacia el nazismo. Dos de sus hermanas estaban casadas con príncipes alemanes afines al nacionalsocialismo que lucían la esvástica en el brazalete de su uniforme. Pero Felipe logró conquistar el corazón de la más longeva de las soberanas europeas, aunque le costase aceptar que su apellido, Mountbatten, no perduraría en sus sucesores. Empezando por su primogénito, el hoy Rey Carlos III. Un Windsor.
Felipe de Grecia y Dinamarca nació en Corfú el 10 de junio de 1921. Era hijo del Príncipe Andrés, el más pequeño de los vástagos del Rey Jorge I de Grecia y la gran duquesa Olga. Tenía cuatro hermanas y cuando apenas era un bebé, tuvo que abandonar Grecia en una «cesta de naranjas» como consecuencia de la derrota de su país en la guerra greco-turca. Su madre era la princesa Alicia de Battenberg, bisnieta de la emperatriz Victoria y un poco excéntrica.
El matrimonio terminó separándose y Felipe ingresó en un internado en Escocia mientras que sus hermanas se quedaban en Europa para codearse con alguno de los príncipes de casas reales que ya empezaban a abrazar un nazismo que ofrecía promesas de nacionalismo, engrandecimiento, orgullo y regeneración económica frente a la deprimida República de Weimar.
La hermana menor de Felipe, Sofía, se casó en 1930 con Cristóbal de Hesse-Kessel, fervoroso partidario de Hitler desde su juventud, que llegó a ser oficial de la SS. Como miembro de la Luftwaffe, luchó en el frente africano e italiano entre 1940 y 1943. De todas, fue la más ferviente seguidora del nuevo orden.
Existe una fotografía en la que aparece cenando con Hitler en Berlín durante la boda de Hermann Göring con la artista Emmy Sonnemann en 1935. Su hermana Cecilia, en su tiempo una de las princesas más buscadas por las revistas de sociedad, contrajo matrimonio en 1931 con Jorge Donato de Hesse, primogénito del último gran duque de este pequeño estado teutón. Hitler todavía no era canciller, pero muchos miembros de la realeza –incluido el hijo del propio kaiser Guillermo II que vivía en el exilio en Holanda– pensaban que aquello podría suponer la restauración de los Hohenzollern en el trono.
Ella morirá en un fatal accidente de aviación junto a dos de sus hijos en noviembre de 1937. «En un accidente de aviación perecen varios grandes aristócratas», publicaba la edición republicana del ABC. Las imágenes de un joven Felipe, vestido de impecable abrigo cruzado formando parte del cortejo fúnebre de su hermana en Darmstadt, se ha esgrimido muchas veces como argumento de los vínculos de la realeza con el nacionalsocialismo. Junto a él también caminaba su tío, Luis Mountbatten, con uniforme de la armada británica y que llegará a ser el último gobernador de la India décadas antes de morir asesinado en un atentado del IRA. Entre los asistentes a los funerales, volvemos a encontrar a Göring.
El príncipe Felipe tuvo otras dos hermanas. La mayor, Margarita, se casó con Godofredo de Hohenlohe-Langenburg, sobrino de Missy de Rumanía y que había mantenido un romance con la socialité norteamericana Gloria Vanderbilt. No alardeó de simpatías totalitarias, aunque era comandante del ejército alemán durante la anexión de Austria y luchó en el frente ruso. Pero también tomó parte en una de las últimas conspiraciones contra Hitler cuando ya todo estaba perdido. La segunda, Teodora, se casó con Bertolo de Baden, heredero de este gran ducado e hijo de quien había sido último canciller del Imperio alemán en 1918.
Cuando en 1947 se anunció el compromiso formal del atractivo príncipe griego con la joven heredera del todavía Imperio Británico, la sorpresa fue mayúscula. Empezando por la del propio Jorge VI. Aunque Felipe había servido como teniente en el Indico y en la flota del Mediterráneo durante la Segunda Guerra Mundial, eran muchos los que recordaban el Blitz y los horrores del combate.
A partir de su boda pasó a convertirse en Alteza Real y príncipe del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de los Reinos de la Mancomunidad de Naciones. Pero a muchos les costó olvidar esos vínculos familiares que durante décadas, igual que ocurrió con miembros de otras dinastías, ensombrecieron su figura.