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Extracto de la Biblia de Grandval en minúscula carolingia (Londres, Biblioteca Británica)

Extracto de la Biblia de Grandval en minúscula carolingia (Londres, Biblioteca Británica)

Picotazos de historia

De cómo nació la escritura actual

Lo indudable es la importancia que tiene el libro como obra artística e histórica y, en especial, por su escritura de minúsculas carolingia: la antecesora de la que utilizan todos ustedes cada vez que escriben algo

Entre los años 780 y 900 d.C. se produjo en Europa lo que el historiador francés Jean Jacques Ampère denominó como Renacimiento Carolingio. Durante este periodo de tiempo, en el territorio controlado por Carlomagno y sus descendientes, se produjo un notable aumento y desarrollo de los estudios litúrgicos, jurídicos, artísticos, etc. Así, se desarrolló un nuevo tipo de escritura (la minúscula carolingia) que facilita y mejora la comunicación.

Las grandes dimensiones del territorio del imperio de occidente (el de oriente era el bizantino) precisaban de un gran aparato burocrático y para nutrir las filas del funcionariado necesario se crearon escuelas que atrajeron a los eruditos de su tiempo, entre los que destacó Alcuino de York. Precisamente fue él quien se haría cargo de la gestión de la administración general y el creador de la llamada escuela palatina.

El Evangeliario de Godescalco

Se calcula que en torno al año 781, el documento menciona hechos sucedidos en ese año: Carlomagno y su esposa la reina Hildegarda encargaron al maestro copista Godescalco, de quien poco o nada se sabe, un manuscrito de los evangelios. El precioso manuscrito fue presentado en la corte el 30 de abril de 783 d.C., día de la muerte de la reina Hildegarda al dar a luz. El manuscrito sería utilizado en las misas y solemnes exequias por la difunta reina.

La fuente de la vida (izquierda), conmemorando el bautismo del hijo de Carlomagno, Pipino frente a la Página inicial a la Vigilia de Navidad (a la derecha)

La fuente de la vida (izquierda), conmemorando el bautismo del hijo de Carlomagno, Pipino frente a la Página inicial a la Vigilia de Navidad (a la derecha)

El Evangeliario –como empezaría a ser conocido– es un texto de 127 páginas de pergamino purpúreo escrito utilizando tinta dorada y plateada y que incluye las representaciones de los cuatro evangelistas con sus símbolos distintivos, a Cristo en majestad y una representación de la Fuente de la Vida (símbolo iconográfico asociado al bautismo y a la eucaristía). El texto ha sido escrito utilizando la llamada letra uncial –un tipo de escritura mayúscula de la antigüedad– y la dedicatoria del manuscrito es el primer ejemplo conocido de la nueva minúscula carolingia. El Evangeliario se consideró una obra maestra en su tiempo y el primer ejemplo de la nueva escritura burocrática que supondría una temprana revolución cultural.

El Evangeliario de Godescalco o de Carlomagno que actualmente está en la Biblioteca Nacional de París (BNF Nouvelles acquisition latine n.º 1203) se sabe que acompañó a Carlomagno a Roma y que estuvo presente en su memorable coronación como emperador el día de Navidad del año 800. El libro fue heredado por su hijo y heredero Luis el Piadoso o Ludovico Pio quien juró sobre él al ser coronado. Durante bastante tiempo se desconoce su paradero y la primera referencia que tenemos la encontramos en un inventario de bienes de la abadía de Saint Sermin (vamos, san Fermín) de Toulouse en el año de 1246.

Se desconoce el momento y circunstancia en que la abadía entra en posesión del libro aunque está documentado que Carlos el Calvo, hijo de Luis el Piadoso, se alojó en la susodicha abadía. El Evangeliario fue trasladado al recién creado museo de Bellas Artes (llamado de los Agustinos por estar en el solar del antiguo convento de dicha orden) de Toulouse en 1793. En 1810 fue requisado y enviado a París y al año siguiente, haciendo de la necesidad virtud, la ciudad de Toulouse se lo regaló a Napoleón con motivo del bautizo de su hijo el Rey de Roma (o el Aguilucho o el duque de Reichstadt o Napoleón II, pues con estos nombres se le conoce). En 1814 el Evangeliario pasa a los fondos del Museo del Louvre y en 1872 a su actual destino.

Existe una leyenda o historia acerca del libro. El relato nos cuenta que Carlomagno valoraba muchísimo el manuscrito –lo que es cierto– por lo que ordenó que fuera enterrado con él. Siglos después el emperador Otón I, tras alcanzar la decisiva victoria contra los húngaros en los campos de Lech (955 d. C.) ordenó que se abriera la tumba del gran Carlomagno. Encontraron que el monarca había sido enterrado sentado sobre un trono ricamente tallado y sobre sus rodillas reposaba el Evangelización. Lo indudable es la importancia que tiene el libro como obra artística e histórica y, en especial, por su escritura de minúsculas carolingia: la antecesora de la que utilizan todos ustedes cada vez que escriben algo.

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