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Abaelard y su alumna Heloisa, cuadro del pintor Edmund Blair Leighton de 1882

Abaelard y su alumna Heloisa, cuadro del pintor Edmund Blair Leighton de 1882

Picotazos de historia

Abelardo y Eloísa: la historia de amor prohibido más famosa de la Edad Media

Pedro Abelardo protagonizó una de las pasiones amorosas más famosas de la historia

El año de gracia de 1113 d.C. será el inicio de pasión y desgracia para un joven erudito y el comienzo de una de las pasiones amorosas más famosas de la historia. Pedro Abelardo (1079-1142), proveniente de una familia noble al servicio del conde de Nantes, abandonó la carrera de las armas a la que había sido destinado por sus padres por la del estudio a la que se sentía más inclinado. En el año 1101 obtiene el cargo de maestro de las escuelas de la catedral de Melun.

Entonces las escuelas estaban vinculadas al principal centro religioso de la población y cuanto mayor fuera su prestigio atraía a eruditos de mayor categoría y fama. Durante los siguientes años, Pedro Abelardo, adquirirá cada vez mayor fama por su erudición y creará la Escolástica, uniendo y encontrando compatibilidad entre el pensamiento filosófico clásico y el pensamiento teológico cristiano, lo que le llevaría a un enfrentamiento con un antiguo amigo y colega –Guillermo de Champeaux– que defendía la tradición platónica.

En el mencionado año de 1113 fue nombrado erudito, el más alto cargo de la escuela catedralicia de Notre Dame de París. Ese año el canónigo de la catedral –de nombre Fulberto– le nombró tutor de una sobrina suya de nombre Eloísa (1092- 1164). La joven no tenía un pelo de tonta, de hecho era un portento. Había estudiado las siete artes liberales: el trivium (tres caminos en latín) formado por la gramática, la dialéctica y la retórica y el cuadrivium (cuatro caminos, también en latín) formado por la aritmética, música, geometría y astronomía. Además dominaba el latín, el griego y el hebreo y, para rematar, la jovencita era un bellezón.

Abelardo, que siempre había tenido un punto muy sensible hacía y con las mujeres, convierte la seducción de Eloísa en una cuestión personal, lo que dará lugar a una correspondencia donde se entremezclarán la erudición más pura con la más desenfrenada pasión entre alumna y maestro.

El canónigo Fulberto pilló a los amantes in fraganti lo que dio lugar a un pequeño escándalo. Eloísa confesó que estaba embarazada y Abelardo la llevó a casa de su familia donde discretamente dio a luz a un niño al que hicieron la faena de llamarlo Astrolabio. El tío Fulberto exigió reparaciones y Eloísa respondió que no quería dejar de ser una «mujer libre» por lo que rechazó el matrimonio. Una postura muy valiente y arriesgada entonces.

Verán. Hay una cosa que no les he mencionado sobre este lío. El tío Fulberto era hijo de Huberto III, conde de Champaña y vasallo principal del conde de Anjou. Eloísa, hija de su hermana Hermesenda, señora de Montsoreau, quien tuvo ilícitos amores con Gilberto de Garlande, un importante miembro de la corte del rey. Pues bien, Fulberto fue informado de que Abelardo no quería renunciar a los beneficios y rentas de la escuela de la catedral ya que eran incompatibles con la paternidad y el matrimonio y que, para sustraer a Eloísa del control de su tío y librarse del problema –todo a un tiempo–, Abelardo se había casado con Eloísa y la había ingresado en un convento.

Fulberto estaba indignado por lo que consideraba una tomadura de pelo y un insulto a su familia, así que decidió cortar por lo sano. Ese mes de agosto un grupo de sicarios se presentó en casa de Abelardo, realizando sobre el infortunado erudito una operación que garantizaba que Abelardo pudiera continuar disfrutando de sus beneficios. Vamos, que Abelardo conservó la vida, pero la familia perdió un miembro.

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