Entrevista al catedrático de Historia Medieval
Rodríguez de la Peña, historiador: «Dante tiene mucho que decirnos porque el proyecto europeo está en crisis»
El catedrático de Historia Medieval en la Universidad CEU San Pablo investigó a Dante sobre dos aspectos: su «admiración hacia el poeta» y la «idea del Imperio»
«Nadie sabe responder exactamente en qué consiste Europa», afirma Alejandro Rodríguez de la Peña durante su visita a la sede de El Debate. No obstante, considera que es en la obra y figura del humanista Dante Alighieri donde podemos encontrar «una posible respuesta». Por ello, tomará al poeta y escritor italiano como guía para profundizar y conocer «la edad de oro de la Cristiandad medieval» que abarca desde el siglo XIII a la primera mitad del siglo XIV en su nuevo ensayo titulado La Europa de Dante.
Aunque el catedrático de Historia Medieval en la Universidad CEU San Pablo está acostumbrado a escribir libros más extensos, en esta ocasión consigue sintetizar en 256 páginas el análisis de «un periodo luminoso» –pero muchas veces caricaturizado solo por sus sombras– de la de Dante y «su obra inmortal» y donde descubriremos las claves de «esa Europa floreciente del año 1300, en particular la compleja cosmovisión cultural, política y espiritual del Medievo latino».
–¿Por qué escribir hoy sobre Dante?
–Pues porque Dante nos ha dejado un legado que es, por un lado, un legado sapiencial, que es un legado de sabiduría, un legado de espiritualidad. Que creo que desde el punto de vista literario nadie ha igualado. Si uno mira solo literatura; nadie igualado a Dante, sobre todo, desde el punto de vista espiritual. No hablo de mística, hablo en sentido literario. Y creo que eso sigue siendo necesario. Y luego, en cuanto al proyecto llamado proyecto europeo o aquello que llamamos las raíces de Europa, la idea de Europa... Creo que Dante tiene algo que decirnos, porque el proyecto europeo es evidente que está en crisis. Nadie sabe responder exactamente en qué consiste Europa. Y bueno, Dante nos da una posible respuesta, que creo que estaría bien al menos tomarla en consideración.
Lo que en el 1300 se llama cristiandad, hoy día todo el mundo lo llama Europa
–En el libro está muy presente, además de la idea de Europa, la idea de Imperio, pero no tiene nada que ver con la Unión Europea actual....
–Tiene que ver en el sentido de Unión Europea, parte de su problema –a mi juicio– es que está condicionada por la presencia de una potencia que sí tiene vocación imperial: los Estados Unidos de América. Entonces, claro, cuando se habla de que la idea de imperio no tiene sentido hoy día; bueno, es que te está condicionando algo que sí es una potencia imperial, se declare o no abiertamente como imperio. Luego la problemática del Imperio sigue siendo algo del presente, no del pasado.
–De algún modo propone una suerte de cronología alternativa a las tradicionales y habla de un periodo en el cual esa idea de Imperio fue conciliable con la cristianitas y la humanitas (siglo XIII y siglo XVIII). Es una cronología que no encuentras en ninguna otra obra, ¿podría contarnos algo de ella?
–Es uno de los temas que me parecen más interesantes para dar a conocer al gran público. Hay un relato, podemos decir oficial y mediático, que muchos historiadores defienden. No digo que no sea legítimo. Hay historiadores serios que lo defienden, pero que yo no comparto, según el cual la idea de Imperio es una idea medieval que con la llegada del Renacimiento y la Edad Moderna se volvió una idea utópica. Esto es muy habitual oírlo, por ejemplo, para Carlos V, el ideal de Carlos V es un ideal caballeresco medieval de un imperio universal en una época donde las naciones ya habían triunfado.
Pues yo creo que el típico relato apriorístico típico de aquel que hace historia desde el presente. Nada dice que la monarquía universal tendría por qué haber sido una utopía. De hecho, el Imperio español, al menos hasta –como mínimo– la guerra de los 30 años, es una monarquía universal con las características dantescas de monarquía universal. Y luego hay otro factor que también se olvida, que es que si uno coge los autores del Renacimiento, los humanistas italianos, más de la mitad de los nombres grandes no defendieron el republicanismo cívico, que es el que ahora suele enseñarse y ponderarse, sobre todo, en el mundo anglosajón, sino la idea de imperio.
Entonces, claro, cuando uno ve que defienden el imperio Dante –en su segundo periodo, pero es el periodo de la Comedia y de la Monarquía, es decir, de un Dante decisivo–; Petrarca en sus últimos años pasa a defender el republicanismo cívico y la idea de de una Italia al margen del Imperio, a defender el imperio.
Pero es que también tienes a Albertino Mussato, Eneas Silvio Piccolomini (Pío II), Gattinara y una larga lista de humanistas que defendieron el imperio. Luego esto de hacer esta especie de dibujo temporal donde llega la Edad Moderna o el Renacimiento y la de Imperio, que es una reliquia medieval que se prescinde de ella, es primero presentista, segundo apriorístico y tercero está ideologizado porque parte de la base de que la idea de imperio es algo que no tenía sentido y que lo único que tenía sentido era el Estado nación o la Ciudad Estado, lo cual es muy discutible.
Dante es uno de esos ejemplos que sin su sufrimiento personal probablemente habría sido un autor menor
–Entonces, ¿dónde se encuentra realmente la cesura entre Edad Media y Edad Moderna?
–Aquí yo veo dos cesuras muy matizable, porque para mí la gran cesura –y esto no es idea mía, es una larguísima tradición de escuela historiográfica, sobre todo, alemana–. Para mí la gran cesura es 1648. Para mí se puede hacer una historia de Europa desde el siglo IV a la paz de Westfalia. Pero dicho esto, en efecto, el periodo que va de más o menos el Renacimiento italiano, siglos XIV y XV; Peste Negra... a Westfalia es un periodo distinto.
Por subrayar tres: el humanismo italiano es una nueva forma de hacer cultura, ciencia, que tiene que ver con un desplazamiento de los focos de cultura y de ciencia de la universidad a las Cortes. Esto es algo que no se dice, porque parece en un relato de tipo progresista por que cómo es posible que la Universidad, una institución que en teoría defendemos como la esencia de Occidente; desde el Renacimiento italiano lo que hace es marginarla [la cultura]. Casi todos los grandes intelectuales humanistas son enemigos de la universidad y no universitarios, cosa que no se dice.
Otro factor que cambia: el artista. El artista plástico no tenía valoración en la Edad Media, el literato sí. Y hay una homologación del artista con el caballero, al mismo tiempo que ya la Edad Media había homologado al doctor universitario con el caballero. Entonces, el dar valor al artista, a artistas plásticos en general, eso es nuevo. Pero en general el artista, sea artista plástico o sea literato, recibe un protagonismo que antes no tenía, una gloria mundana, una gloria cívica. Que esto, esto sí es nuevo del Renacimiento.
Y la tercera y la más importante de todas, es todo el hecho de que la herejía que es marginal en la Edad Media, llega a tener un éxito social y un éxito político y un éxito en el cambiar la historia; primero los Lolardos de Wycliffe; la rebelión husita que casi triunfa en Bohemia y, sobre todo, la Reforma protestante, el luteranismo y el calvinismo. Eso es absolutamente rupturista. Es un nuevo mundo.
No he mencionado los elementos geográficos porque lo veo una prolongación tan clara del mundo medieval. Simplemente una mentalidad que nace en siglo XIII-XIV; pues simplemente se expande, pero no veo el nuevo mundo. El que ve las mentalidades de la América virreinal o de la España del barroco, no va a encontrar grandes diferencias en forma de pensar, juicios de valor sociales, culturales, religiosos... con respecto a la Europa bajo medieval. Pero si se va a la Europa protestante, sí.
Cartagena de Indias o en el Cuzco, allí yo veo que casi todos los vectores esenciales de historia social, cultural, religiosa son los mismos de la España del siglo XV, por ejemplo. Pero es justificable decir que es una nueva época histórica. Yo hablo desde el punto de vista de lo que yo me dedico, que es Historia Cultural.
–¿Cómo influye el contexto del siglo XIV en Dante?
–Influye muchísimo. Dante es uno de esos ejemplos que sin su sufrimiento personal probablemente habría sido un autor menor. Su peripecia vital le convirtió en grande. Basta ver el Dante pre-exilio, el post-exilio. Menciono el Jubileo que proclama Bonifacio VIII para 1300. Él [Dante] va de embajador de Florencia a Roma y en su momento es un dignatario importantísimo en su ciudad. Es alguien que representa ante el Papa. Le marca ese viaje a Roma. De hecho, la Comedia aparece muchas veces indicios de ese viaje.
Pero es que inmediatamente después, él inicia su viaje espiritual al Infierno, Purgatorio y Paraíso, pues después le cambia la vida, le cambia la vida, porque los güelfos negros toman el poder en Florencia, hacen una purga brutal. Todo esto con el apoyo del Papa, lo cual va a marcar su oposición al papado, a partir de ese momento, en el aspecto político. Se convierte en enemigo político del papado, siendo un apologista del papado en lo espiritual eclesiástico.
Dante vive la cristiandad como ser romano en lo espiritual y en lo político
Dante es una figura en este sentido muy compleja. Y tiene que ver con su experiencia. Además se convierte en un defensor de dos ideas que él no defendía antes. Una, el Imperio. Y segunda, la pobreza de la Iglesia. Quiere una iglesia pobre, una iglesia evangélica y no una Iglesia poderosa y metida en política. Son dos cuestiones que él defiende activamente en la Comedia y en la Monarquía.
Y luego la experiencia de la Comedia –que escribe porque hay exilio– tiene que ver con un viaje espiritual de una persona que ha sufrido muchísimo. Apartado de su mujer, a la cual hay quien dice que no volvió a ver o apenas tuvo ya contacto con ella. Apartado de sus hijos, que luego se reunirán con él, no su mujer, pero si sus hijos. Ha pasado de serlo todo a no ser nada. Él habla de cómo tuvo que mendigar en el sentido de ir recorriendo las cortes de los príncipes italianos para tener un techo donde dormir. No tenía donde caerse muerto.
Y a pesar es el poeta más famoso de Italia, él vive esa época, la cual todavía el Renacimiento no ha creado esa imagen del literato en su pedestal –eso empieza con Petrarca– y podía ser el poeta más famoso de Italia y pasar hambre y necesidad. Pues ese drama no lo podemos nunca descartar para entender a un Dante, que será siempre un activista político, lo fue como magistrado de Florencia en su época, defensor del republicanismo cívico y el Dante defensor del imperio es otro activista político que al mismo tiempo es el mayor genio literario de la Edad Media. Es esa doble faceta que le marca. Claro que le marca.
–¿Quién reivindica a Dante? ¿Lo reivindica Europa, lo reivindica, Italia, Rávena o Florencia? ¿Quién, después de su muerte, hace de Dante lo que hoy pensamos que es Dante?
–Bueno, él es italiano y se dice a sí mismo italiano. Es el padre de la lengua italiana, porque el dialecto toscano se convierte la lengua referencial de Italia gracias a Dante. En ese sentido, hay una identidad italiana que ocurre que esa identidad para él es la menos importante de sus tres identidades y la italiana es la menos importante para él.
En Dante, la primera identidad es la cristiandad que él vincula al Imperio. O sea, él como cristiano bautizado, se siente súbdito del Imperio e hijo espiritual del Papa de Roma, hijo de Roma en el doble sentido: Roma, papado y Roma, Imperio. Para él ser parte de la cristiandad, es ser romano. Él vive la cristiandad como ser romano en lo espiritual y en lo político. Segunda identidad: florentino, incluso en el exilio. Él siempre será florentino. Y su tercera identidad, que es la menos importante, es Italia. Yo hablo de la Europa de Dante. Realmente el término técnico más correcto sería la cristiandad de Dante, que era el título original de la obra. Pero se ha llamado La Europa de Dante de cara a que el público entienda de qué se va hablar, lo que en el 1300 se llama cristiandad, hoy día todo el mundo lo llama Europa.
–Dante es un autor no santo –y eso es lo llamativo– al que los papas dedican tres o cuatro encíclicas... ¿Se podría decir que es un autor central en la cultura católica?
–Debería serlo. No lo es, pero debería de serlo. El problema que tiene Dante es que tiene una especie de olvido fuera de Italia, o sea, en lo que es el resto de la cristiandad. Se puede decir que Dante en Italia siempre lo ha sido todo. Es el autor con el cual enseña lo básico de las letras en los colegios italianos, los liceos italianos. Pero en el resto de Europa, Dante, hasta que no lo recupera la Europa del S. XIX, con un primer gesto de Goethe de rehabilitarle, pero estaba bastante desacreditado en la Europa protestante; no querían saber nada de él. Y la Europa católica, salvo Italia, no había tenido tanto peso. Es el S. XIX que rehabilita Dante y es la Iglesia a partir de finales del XIX la que vuelve a acordarse de que tiene al gran Dante. Y de ahí vienen esas encíclicas. A pesar de esas encíclicas y de las palabras que han dedicado los papas a Dante, que a pesar de ser un enemigo político del papado, ha sido reivindicado por los papas porque es el gran autor católico de la Edad Media y quizá de todos los tiempos. Porque claro, podríamos decir, los tres grandes autores de la historia literatura europea son sin duda Dante, Shakespeare y Cervantes. Pero claro, Cervantes no habla de temas eclesiásticos o espirituales. Shakespeare es un autor cristiano, pero no católico. Y el único que habla de cuestiones estrictamente ligadas a la cuestión religiosa es Dante.
Es un gran autor literario católico, por tanto, de la historia de Occidente. Y a pesar de estas encíclicas papales donde le hablan de él en unos términos, como no han hablado de nadie que no esté canonizado, vuelvo a poner de relieve. Dante no es un autor referencial para el católico de a pie. Y eso es algo que me llama la atención porque debería ser referencial y es otra de las razones por las cuales he escrito el libro.