Ídolos del aire: ¿qué sabemos del Barón Rojo, el as de los ases alemanes?
Para unos era un suicida, para otros una figura heroica, pero todos coincidieron en que era un militar soberbio y arrogante
Un mito de la Primera Guerra Mundial. El rey de los cielos: el «Barón Rojo». Manfred Albrecht von Richthofen es el «as de ases de la aviación». Superó en muchas victorias a ídolos como Udet, Loewenhardt o al mismísimo Hermann Göring. Es uno de los pilotos de guerra más conocidos de todos los tiempos y el protagonista de producciones cinematográficas para los forofos del género. Roger Corman lo llevó al cine en 1970, aunque no fue el único. Su primo Wolfram, estuvo en España al frente de la Legión Cóndor que de la mano del III Reich, luchó durante la Guerra Civil. Una verdadera «dinastía» del aire.
Pertenecía a una familia aristocrática de terratenientes prusianos. Había nacido en 1892, en una ciudad de la actual Polonia y estaba destinado a servir en el Ejército Imperial, como oficial de caballería, igual que había hecho su padre. Tenía veintidós años cuando el asesinato de Sarajevo provocó el inicio de la Gran Guerra. Fue teniente del primer regimiento de los Ulanos.
Desde el fango de las inhumanas trincheras y cuando comprobó cómo su distinguida unidad de caballería era relegada a segundo plano a raíz de las nuevas ametralladoras y los potentes cañones de artillería, decidió alistarse en la innovadora arma de la aviación, que hasta 1916 apenas había entrado en combate y se limitaba a labores de reconocimiento. Pero todo cambió: con Richthofen en el aire, además de valerosas victorias y acrobacias, el cielo se llenó de color. La escuadrilla que comandaba, catorce biplanos, era conocida como el «Circo Volador».
Los aviones que pilotaba (Albatros o Fokker) estaban pintados de rojo para que sus rivales los reconociesen; inspiraba temor y respeto en el enemigo. Sus derribos causaban furor en Alemania y desmoralizaban a los franceses. Las hazañas del Barón Rojo» se hicieron famosas en Rusia, en Bélgica, en el sitio de Verdún, en la batalla del Somme y en el frente inglés. Además, era apuesto y seductor por lo que su imagen fue tremendamente aprovechada por la propaganda. Las postales en las que aparecía con elegante uniforme causaban furor. Para unos era un suicida, para otros una figura heroica, pero todos coincidieron en que era un militar soberbio y arrogante.
Ganó la preciada Cruz Pour le Merite, igual que su hermano Lothar, también aviador y acreditado con cuarenta victorias. Manfred dejó escrita una obra, traducida al español por Julio Fleischner como El aeroplano rojo de combate, escrito entre el fragor de la pelea. Fue un éxito inmediato. Era capitán cuando cayó en combate. Sobre suelo francés. Llevaba a sus espaldas más de 80 «aviones» enemigos derribados siendo la admiración, el asombro y el terror de sus enemigos, por su valor, nobleza y pericia.
Pero Richthofen fue derribado y muerto en abril de 1918 en el norte de Francia. ¿Un disparo hecho desde tierra o víctima de los de la ametralladora de un avión enemigo? «Detalles de la muerte del barón de Richthofen» podía leerse en El Liberal (24 abril 1918). Su fama era universal. El cadáver fue identificado por sus documentos. Lo enterraron en suelo francés con todos los honores militares. Los británicos, los mismos que parece que le habían derribado, le rindieron tributos a manera de respeto por sus triunfos en combate: seis aviadores ingleses llevaron a hombros su ataúd de pino, con una escolta de honor con doce soldados con armas en el funeral (El Siglo Futuro, 3 mayo 1918). Había nacido la mayor leyenda del combate aéreo.
Manfred Richthofen no llegó a casarse aunque se le ha atribuido una novia enfermera. La misma que le atendió tras ser herido en 1917. Tampoco tuvo hijos. Pero su primo, Wolfram fue otro destacado militar que llegará a mariscal de campo de la Luftwaffe. En España será recordado por asumir el mando como jefe del Estado Mayor de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil de 1936.
Bajo sus órdenes, en el servicio de traducciones, trabajó el príncipe Ataúlfo de Orleans-Sajonia-Coburgo, hijo del infante Alfonso de Orleans, otro pionero de la aviación española. A Wolfram von Richthofen, el perfecto rubio alemán, se le atribuyó la responsabilidad de Guernica en abril de 1937. Ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, Wolfram intervino en el bombardeo de Varsovia, en la campaña de Creta y la guerra de Yugoslavia. Murió, ya terminada la guerra en julio de 1945, en un hospital militar en Austria a causa de un tumor cerebral y siendo prisionero de los americanos. ¿Son, o no, una dinastía del aire?