Cuando los italianos ocuparon Guadalajara en 1939
Las tropas enviadas por Mussolini sufrieron una derrota en la batalla de Guadalajara en mayo de 1937 durante la guerra civil. Dos años más tarde, los mandos italianos trataron de resarcirse
El llamado Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV), enviado por Roma en ayuda del bando nacional fue derrotado en esa conocida batalla en torno a la zona de Guadalajara, que fue aprovechada por los mandos del Frente Popular para elevar la moral de sus fuerzas, muy debilitada durante el primer año de guerra.
Los mandos italianos se sintieron molestos y las iras de Mussolini no tardaron en llegar, por lo que no dudaron en organizar formaciones rápidas para estar presentes en la ocupación de ciudades o terrenos de cierto interés, según fueron avanzando los siguientes años. Sufrieron incluso las humoradas de franquistas que les cantaban, al son de la canción italiana Faccetta Nera, «Guadalajara... no es Abisinia», en alusión a la fácil conquista de Etiopía.
Cuando se produjo, a partir de finales de 1938 y comienzos de 1939, el avance de las tropas nacionales en la Cataluña republicana, los italianos se hicieron presentes en la toma de los puentes de Tortosa y en la ocupación de Tarragona o Barcelona. A partir de entonces, el Frente Popular sólo pudo controlar el centro y Levante, carente de recursos y con tropas desmoralizadas y divididas.
Precisamente, una parte de las fuerzas políticas y militares se sublevó contra la política de resistencia del gobierno Negrín y propuso la rendición pactada a Franco. Sin embargo, rechazados los acuerdos, se ordenó a las tropas nacionales el avance definitivo para la toma de los últimos territorios republicanos.
El Cuerpo de Tropas Voluntarias del general Gastone Gambara, con sus divisiones Littorio, Flechas Negras, Flechas Azules y Flechas Verdes, con el Raggruppamento Carristi, al mando del coronel Olmi, fue concentrado en la cabeza del puente de Toledo, siendo uno de los que debía iniciar el ataque en dirección hacia Albacete y Alicante el 26 de marzo de 1939.
Al día siguiente, con la intención de sacarse la espina de Guadalajara, varios oficiales del Servicio de Información propusieron al general Gambara la creación de una columna rápida que debía cubrir los cien kilómetros que les separaba de la ciudad castellana. El militar italiano aceptó la idea y encargó el mando al capitán Antonio Nani, oficial veterano que ya hablaba español, lo que resultaba fundamental para pasar por territorio todavía en manos del Frente Popular.
Nani se dirigió a las fuerzas del coronel Olmi, a quien solicitó los soldados y material necesarios pero se enfrentó con diversas dificultades, ya que se encontraban pendientes de recibir el necesario combustible para repostar las unidades mecanizadas. Ante la incertidumbre de que otra unidad española pudiera adelantarse y llegar antes a Guadalajara, Olmi se decidió a mandar una avanzada, un pequeño contingente de élite en cuatro camiones al mando del capitán Nani. Bien armados, los soldados se dirigieron por la carretera que, a través de Tarancón y Pastrana, alcanzaba la ciudad. Como escribió Nani más tarde en sus memorias, de esa manera se pretendía «cancelar así el desgraciado recuerdo de la infortunada batalla de dos años antes».
Si bien las tropas republicanas se encontraban desmoralizadas, hubo un momento difícil al cruzar un puente sobre el río Tajo, cuando los italianos tuvieron que convencer al mando que defendía el mismo de que eran la vanguardia de una columna acorazada, por lo que no les convenía entablar combate con ellos.
Con ese argumento, la columna rápida logró pasar y atravesar diversos pueblos donde los milicianos armados paseaban con chicas o se manifestaban indiferentes. De esa manera llegaron a un punto donde la carretera se encontraba bloqueada por unos hierros conocidos como «caballos de frisia». Cuando los camiones pararon, se encontraron rodeados de milicianos armados.
El capitán Nani habló con sus mandos asegurándoles que la guerra había finalizado y logró que le llevaran a la comandancia militar de Guadalajara. Volvió a insistir en su idea: sus hombres eran la avanzada de una división acorazada italiana que se estaba desplegando para bombardear la ciudad con sus artillería si presentaba resistencia. Ellos se habían adelantado para evitar el bombardeo, para lo cual debían ordenar encender las luces de todos los edificios y calles como señal de rendición.
El coronel republicano al mando le dijo que consultaría con sus superiores en Madrid pero Nani le contestó que le quedaban cuatro minutos para emprender el bombardeo. El mando español cedió y ordenó a una banda de música que se pusiera a tocar en la calle principal de Guadalajara para anunciar la llegada de la paz, recomendando que se distribuyesen todos los víveres de los almacenes entre la población. Los presos políticos de las cárceles fueron liberados y el coronel logró convencer a una brigada que, desde Madrid, estaba dispuesta a presentarse en la ciudad de que desistiera, entregase la armas y quedara licenciada.
Y así entró en Guadalajara la brigada motorizada italiana enviada por el coronel Olmi, que dispuso su acuartelamiento en varias escuelas, sin oposición de la población. Cuando tropas nacionales llegaron por el norte a la ciudad pudieron ver ondear en la misma tanto la bandera española como la italiana.