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Alfonso XIII en su escritorio en 1915

Alfonso XIII en su escritorio en 1915GTRES

Picotazos de historia

¿Qué fue «el archivo de las lágrimas» del Rey Alfonso XIII de España?

Alfonso XIII creó la Oficina de la Guerra Europea durante la Primera Guerra Mundial para dar respuesta a las miles de cartas que llegaban a Palacio

Al poco de iniciarse el conflicto que sería conocido como la Gran Guerra, y más tarde como la Primera Guerra Mundial, se hizo patente para todos que se trataba de una guerra que movilizaría masas y medios jamás alcanzados y que el nivel de destrucción estaría en proporciones nunca vistas. España no estaba vinculada con acuerdos o tratados semejantes a los que forzaron a Alemania, a los Imperios Ruso y Austrohúngaro, Francia, etc. a arrojarse a la lucha. Como escribió el poeta Antonio Machado en esos tiempos de locura: «El mundo en guerra y en paz España sola».

En otoño de 1914 Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII recibió una carta escrita por una humilde lavandera que, desesperada de encontrar a alguien que la escuchara, suplicaba al rey de España que le ayudara a localizar a su marido: soldado del ejercito francés y dado por desaparecido durante la batalla de Charleroi.

Emocionado por la angustia de la petición Alfonso XIII utilizó la estructura de los servicios diplomáticos para localizar al marido y personalmente comunicó las buenas noticias a la atribulada esposa. La noticia saltó a la prensa francesa y al poco tiempo cientos de cientos de cartas empezaron a llegar a Palacio.

Alfonso XIII viendo el volumen de la correspondencia que llegaba no solo de Francia, si no de todo el mundo fue consciente de que los seis secretarios que formaban su secretaría personal eran insuficientes para el volumen de trabajo que se venía encima. Encargó la contratación de personal ducho en idiomas –inglés, francés y alemán imprescindibles– así como en mecanografía. Don Alfonso se haría cargo personalmente de los todos los gastos que se derivasen y estos serían abonados del propio bolsillo del monarca, no costando un céntimo al erario público español.

La oficina, que llegó a tener unas cincuenta personal directamente involucradas y muchas más como colaboradores y voluntarios, costó al rey más de dos millones de pesetas de entonces. En poco tiempo, y fielmente secundado por su secretario personal Don Emilio de Torres, futuro marqués de Torres de Mendoza, la Oficina de Cautivos de Guerra recibía y tramitaba cientos, pronto miles, de cartas diariamente. Los sucesivos gobiernos en España –presididos por Dato, Romanones, Alhucemas y Maura– no se involucraron en las actividades del monarca, dejando hacer y conscientes del impacto internacional de las mismas.

Una de las respuestas que enviaba personalmente el Rey

Una de las respuestas que enviaba personalmente el ReyFernando Prado

El volumen de la actividad de la ya conocida como Oficina Pro Cautivos impresiona: más de 70000 traslados de civiles a lugar seguro, supervisión de campos de prisioneros, protección de barcos hospitales y hospitales de campaña, búsquedas relacionada con más de 120.000 soldados franceses y belgas, más de 8000 británicos, 6500 italianos; además soldados portugueses, rusos serbios, armenios, norteamericanos, etc.

La oficina organizó el intercambio de más de 21000 prisioneros enfermos, ayudó económicamente a familias en necesidad y se calcula que intervino en favor de unos 300000 soldados de todas las nacionalidades. Para todas estas personas el rey de España tuvo tiempo para escribirles unas amables palabras que aportaban mucha más esperanza que las frías comunicaciones de sus propios gobiernos.

Personal de la Oficina en el Palacio Real. 1917

Personal de la Oficina en el Palacio Real. 1917

Mis primas Verónica y Genoveva han tenido la atención de traducirme la presente respuesta del rey en una de las decenas de miles de cartas que debió de responder personalmente: «Querida señorita, haré todo lo posible para que (su) mamá no llore más, pero le ruego que me de la información precisa sobre el estado de salud de su tío para poder tomar las medidas necesarias e internarlo en Suiza. Mis más distinguidos recuerdos. Alfonso XIII».

Cuando Alfonso XIII partió al destierro por todas partes fue recibido por decenas de miles de agradecidos individuos al grito de «Viva el Rey». Era el agradecido y emocionado recibimiento a quien en el Reino Unido se le conocía como «el Ángel de la Compasión»; en Francia como «el Real Caballero de la Caridad» y en Alemania y Austria se conocía a la Oficina Pro Cautivos como «el archivo de lagrimas del rey de España» y por todos lados era saludado como un benefactor y un héroe de la humanidad. Excepto por esta cainita nación nuestra.

Alfonso XIII no fue perfecto y ciertamente cometió errores políticos pero en todo momento tratando de hacer lo mejor y al día de hoy todavía sigue cargando con una leyenda negra, cúmulo de infundios y mentiras inventados para denigrarlo, tanto por un lado como por otro. Porque eso es lo que hacemos: cargamos las tintas en lo negativo aunque sea inventado y borramos lo bueno, ya que no sirve para lo que se pretende, que es la descalificación absoluta. Vean los archivos de la labor que desarrolló y que encontraran en el Palacio Real de Madrid y cuyos documentos claman bien alto una verdad que a muchos no les interesa escuchar.

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