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29 de junio de 2024

El teniente coronel Patterson junto al primero de los leones abatidos (1898)

El teniente coronel Patterson junto al primero de los leones abatidos (1898)

Picotazos de historia

De cómo los «leones sin melena» se convirtieron en devoradores de hombres

Los distintos campamentos para los trabajadores del ferrocarril se habían convertido en los comederos favoritos de un par de leones que, más tarde se comprobaría, tenían problemas dentales

En el año 1898 los británicos iniciaron la construcción del puente que atravesaría el ríoTTsavo, dentro del proyecto de construcción de una línea férrea que enlazara Uganda con el Océano Pacífico en el puerto de Kilindiki. Alrededor del área de trabajo se habían levantado diferentes campamentos para acoger a los miles de trabajadores y al personal de intendencia. El ingeniero encargado de la construcción era el teniente coronel John Henry Patterson.

El nuevo ingeniero al mando, al poco de hacerse cargo de la obra empezó a notar que algo iba allí muy mal. Y es que los distintos campamentos para los trabajadores del ferrocarril se habían convertido en los comederos favoritos de un par de leones que, más tarde se comprobaría, tenían problemas dentales.

Los ataques a los trabajadores del ferrocarril se hicieron más y más frecuentes, al punto que hubo que interrumpir los trabajos de construcción. El 9 de diciembre de 1899 fue abatido el primero de los leones (cinco disparos fueron necesarios). Veinte días después, Patterson pudo abatir al segundo. Esta vez necesitó meterle siete balas. La última un 450 Martini Henry en la cabeza del animal, que murió intentando acabar con su cazador.

Macho en el Parque Nacional de Pendjari

Macho en el Parque Nacional de Pendjari

Una vez muerto se pudo comprobar que uno de ellos sufría de un absceso en un canino que le impedía morder el cuello de las grandes presas, lo que le había llevado a buscar presas más fáciles. Lo increíble es que otro macho –animales por lo general solitarios hasta que establecen grupo o familia– se había unido a él para colaborar en la búsqueda de alimento. Otra curiosa característica es que ambos leones pertenecían a la subespecie Panthera leo nubica, y que para adaptarse a la árida zona habían perdido la característica melena de los machos. Poco práctica en zona tan llena de espinos y arbustos.

Patterson siempre afirmó que los leones habían devorado a más de doscientas personas y conservó las pieles de los animales, como trofeo, durante más de veinte años. En 1924 las vendió al Museo Fields de Chicago por cinco mil dólares. Pero los devoradores de hombres de Tsavo, elevados a las alturas hollibudieneses gracias a la película que sobre ellos protagonizaron Michael Douglas y Val Kilmer y maravillosamente taxidermizados por los especialistas del museo, no son los únicos devoradores de hombres que allí tienen ni el único león sin melena.

En el mismo museo y también taxidermizado con un enorme realismo tenemos a otro devorador de hombres y considerado como uno de los mayores de su especie. Con tres metros veinte centímetros de hocico a cola y más de 230 kilogramos de peso, no deja duda sobre ello. También comparte la característica de ser un animal que tuvo que abandonar la melena como adaptación la medio.

Los Comedores de Hombres de Tsavo expuestos en el Museo Field de Historia Natural de Chicago, Illinois

Los Comedores de Hombres de Tsavo expuestos en el Museo Field de Historia Natural de Chicago, Illinois

Este animal, literalmente se «papeo» a seis aborígenes, pero lo que tenía aterrorizada a la población, a punto de entrar en histeria, y por este motivo se la representa en el museo con una bolsa con ropa a sus pies, es el comportamiento tan inusual que tuvo. El animal después de uno de sus sangrientos ataques, sacó de la casa de su víctima el saco con la ropa sucia y jugo con ella como lo haría un gatito con un ovillo de lana. Todo a lo largo de las calles de esa ciudad hasta que se cansó. Al día siguiente, tras haber matado a otra víctima, el león recogió la bolsa donde la dejara y continuo con el juego.

Nadie en el pueblo se atrevía a tocar la bolsa. La consideraban maldita. Mientras el león se mostraba más y más encaprichado con ella, yendo siempre a jugar tras haber dado muerte a alguna víctima. Al final la bolsa fue su maldición pues un cazador profesional le acechó allí, sabiendo que volvería para continuar con su extraño rito. El 9 de septiembre de 1991 Wayne Hasek de Chicago abatió a la fiera. La bolsa original desapareció, los lugareños se encargaron de ello.

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