Bolivia, el país que cuenta los golpes de Estado casi por decenas
El nuevo levantamiento vuelve a poner la lupa sobre la inestabilidad del país, que ha tenido una turbulenta historia de asonadas y golpes de estado en sus casi dos siglos de existencia
Este miércoles, unidades del Ejército boliviano dirigidas por el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el general Juan José Zúñiga, echaron abajo la puerta de la sede del gobierno amenazando con destituir al presidente Luis Arce. Tras un aparentemente tenso cara a cara entre el presidente y el líder golpista, las tropas se retiraron de forma incruenta y el general ha sido arrestado. La situación exacta sigue envuelta en el misterio por el cruce de acusaciones entre Arce, que se ha proclamado víctima de un golpe de estado, y Zúñiga, que aseguró haber actuado siguiendo órdenes del mandatario en un «autogolpe».
El llamativo incidente pone la lupa de nuevo sobre la inestabilidad de Bolivia, que ha tenido una turbulenta historia de asonadas y golpes de estado en sus casi dos siglos de existencia.
Antes de su independencia en 1825, el territorio de la actual Bolivia se correspondía con la llamada Audiencia de Charcas, un territorio dependiente de los virreinatos españoles de Perú y Río de la Plata. La región, situada estratégicamente en el corazón de Sudamérica conectando la ruta entre Lima y Buenos Aires era además famosa por sus inmensas minas de plata del Potosí. Como nos cuenta Salvador de Madariaga, ya bajo gobierno español el territorio no estuvo exento de violencia y altercados por las rencillas entre facciones de criollos y españoles peninsulares. Sin embargo, como en el resto de América, la Corona española mantuvo en general la paz durante tres siglos.
Ya bajo gobierno español el territorio no estuvo exento de violencia y altercados por las rencillas entre facciones de criollos y españoles peninsulares
El primer intento de golpe de Estado antecede a la independencia y sería la llamada Revolución de Chuquisaca de 1809, considerada generalmente la primera de las revueltas independentistas de la América española. Varios criollos encabezados por Bernardo Monteagudo se rebelaron para destituir al gobierno encabezado por el presidente de la audiencia, Ramón García de León y Pizarro. La llegada de tropas realistas desde Perú puso fin al golpe y restituyó a las autoridades virreinales.
La independencia definitiva de Bolivia no vendría hasta 1825, pero el nuevo país, nombrado así en honor de Simón Bolívar, no tardó en caer en la anarquía militar. El primer presidente, el general Sucre, fue depuesto por un golpe militar en 1828, abriendo la puerta a una serie de alzamientos entre distintos generales por hacerse con el control del país. Durante todo el siglo XIX, como en otros países surgidos de la desmembración del Imperio español, el gobierno de Bolivia estuvo monopolizado por caudillos militares que representaban diferentes corrientes liberales o conservadoras dentro de las élites criollas.
En la Guerra del Pacífico (1879-1884), Bolivia, aliada con Perú, se enfrentó a Chile en un conflicto en el que perdió su litoral marítimo, quedando encerrado en la zona andina sin salida al mar. La derrota tuvo un impacto significativo en su economía y política, limitando su acceso al comercio marítimo y contribuyendo a aumentar la inestabilidad interna.
El siglo XX comenzó con una revolución militar de los liberales liderada por José Manuel Pando para destituir al gobierno conservador. En las décadas siguientes, las guerras con países vecinos como Brasil en la Guerra del Acre (1899-1903) o la Guerra del Chaco (1932-1935) contra Paraguay no solo dejaron un saldo devastador en términos de vidas perdidas, sino que también debilitaron a los sucesivos gobiernos.
En 1952 la Revolución Nacional, liderada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y su líder Víctor Paz Estenssoro, puso fin a una era de gobiernos militares y estableció un régimen reformista que nacionalizó las minas y llevó a cabo una reforma agraria significativa. En 1964, Víctor Paz fue derrocado por su propio vicepresidente, el general René Barrientos, lo que abrió una nueva sucesión de golpes militares: hasta 11 pronunciamientos entre 1964 y 1982, una anomalía incluso para los inestable estándares de Sudamérica.
Durante la década de los 80, el Ejército cedió el poder gradualmente a los gobiernos civiles y alcanzó cierta calma, pese a la mala situación económica. La llegada al poder de Evo Morales en las elecciones de 2003 supuso un aumento de las tensiones de nuevo por la refundación del país, ahora denominado Estado Plurinacional de Bolivia, y sus intentos de perpetuarse en el poder más allá de los límites legales.
En 2019, Morales renunció en medio de protestas y acusaciones de fraude electoral, dando lugar a una crisis política, que algunos tildaron de golpe de estado, que le forzó a abandonar el país y culminó en un gobierno interino liderado por Jeanine Áñez. Al año siguiente, sin embargo, Luis Arce, antiguo colaborador de Evo Morales, ganó las elecciones y encarceló a Áñez.
El último episodio de esta semana viene a sumarse a la esta larga lista y parece señalar que, por desgracia, Bolivia sigue lejos de escapar de la inestabilidad que la ha perseguido desde la independencia.