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08 de agosto de 2024

Una escena de la batalla de Alcazarquivir. Representación del siglo XIX

Una escena de la batalla de Alcazarquivir. Representación del siglo XIX

Picotazos de historia

La desastrosa cruzada del rey Sebastián I de Portugal

Felipe II se reunió con Sebastián I en el monasterio de Guadalupe durante la navidad de 1576 para hablar sobre la gran empresa que el portugués quería realizar en Fez

El rey Sebastián I de Portugal (1554 – 1578) fue el hijo póstumo del infante Don Juan Manuel de Portugal y nieto del rey Juan III. Al poco de alcanzar la mayoría de edad, dio el rey Sebastián en pensar en organizar una gran cruzada contra la capital del sultán de Marruecos: Fez. El monarca español Felipe II se reunió con Sebastián I en el monasterio de Guadalupe durante la navidad de 1576.

El rey Felipe señaló los problemas de la empresa pero el portugués estaba cegado por el entusiasmo y decidido a llevarla a cabo. En Marruecos el anterior sultán Abdalá el Ghalib Billah (1517 – 1574) había fracasado miserablemente en la precaución de asesinar a su hermano Abd al Malik –esta era una costumbre orientada a evitar problemas sucesorios– quien había buscado refugio en Argelia, en donde hacía las veces de gobernador nombrado por el sultán otomano.

Al morir el Ghalib, su hijo Abú Abdalá trató de ser aclamado como sultán. Entre árabes la sucesión no suele ser de padres a hijos sino siguiendo la antigüedad en la generación, esto es: se hereda entre hermanos y por edad y en defecto se pasa a la siguiente generación. Abd el Malik aprovechó la oportunidad y levantó un ejército mercenario entre las tropas otomanas en Argelia. Con este ejército avanzó sobre Marruecos y ocupó la capital y las principales ciudades proclamándose, a continuación, sultán de Marruecos. Su sobrino Abú Abdalá, desesperado, se volvió hacía Portugal solicitando fondos y tropas para recuperar su reino. El rey Sebastián aceptó con la condición de que él mismo tomaría el mando de todo el ejército y que los frutos de la victoria serían repartidos equitativamente.

Fue cuando el rey Don Sebastián estaba ocupado en estos preparativos cuando apareció en Lisboa el inglés Thomas Stucley al mando de 2.000 arcabuceros armados y pagados por el Papa. Stucley se unió gozosamente a la empresa africana. El rey de Portugal consiguió reunir un ejército de unos 23.000 soldados, la mayoría de ellos portugueses pero con un importante contingente de españoles así como alemanes y las tropas de Stucley.

El 24 de junio partió del puerto de Belem una gran flota compuesta por barcos de todas las clases y tamaños. Estos barcos habían sido reunidos especialmente para llevar a cabo el traslado del ejercito a África. El desembarco tuvo lugar en el puerto de la ciudad atlántica de Ashila. En esta ciudad se reunieron las tropas del pretendiente Abú Abdalá y el emir Mohamed al Masluk, quien además de tropas y fondos trajo la importante noticia de que el sultán Abd al Malik se encontraba mortalmente enfermo. Lo que tenía muy desmoralizadas a sus tropas.

Batalla de Alcazarquivir

Batalla de Alcazarquivir

El 4 de agosto de 1578 tuvo lugar la batalla entre los ejércitos de Abd al Malik y del rey Sebastián en un lugar llamado Kars el Kebir (Alcazaquivir). El ejército del rey Sebastián se desplegó. El centro estaría ocupado por la infantería bajo el mando del inglés Thomas Stucley, marqués de Leinster; el ala derecha sería el lugar que ocuparía la caballería cristiana bajo el mando del propio rey Sebastián y en el ala izquierda se situaría la caballería aliada dirigida por Abú Abdalá. Por su parte Abd el Malik había reunido un ejercito bastante más numeroso –algunos hablan de más de cien mil soldados– y había tomado buenas posiciones preparándose para una batalla defensiva. También contaba con 34 bocas de fuego que habían sido bien posicionadas y cuyo fuego, a lo largo de la batalla, se demostraría efectivo y muy desmoralizador.

Abd al Malik no sobrevivió a la batalla. La información sobre la gravedad de su estado que trajo el emir Mohamed al Masluk era cierta. El sultán falleció debido a alguna forma de tifus pero en la batalla morirían combatiendo: el pretendiente Abú Abdalá, el emir Mohamed al Masluk, el caballero inglés Thomas Stucley ( una bala de cañón le arrancó ambas piernas), el rey Sebastián I de Portugal y entre ocho y diez mil soldados europeos además de unos ocho mil marroquíes. La batalla de Alcazarquivir fue un desastre para Portugal y daría pie a Felipe II para reclamar el reino y sus posesiones ultramarinas como heredero inmediato.

La corona del sultanato Saadie (nombre de la dinastía reinante y a la que pertenecían tanto el pretendiente como el difunto sultán) recayó en el hermano menor del fallecido sultán y del anterior: Ahmad al Mansur. El sultán Ahmad I se quedó muy impresionado por la efectividad de la infantería cristiana y de su habilidad en el manejo de las armas de fuego y empezó a meditar qué hacer con los prisioneros que tenía y con el armamento recogido del campo de batalla. Pero eso se lo explicaré en el siguiente artículo. Hasta entonces. Queden con Dios.

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