Encuentran un «coche fúnebre» de más de 2.000 años que perteneció al primer emperador chino
El hallazgo forma parte de un proyecto de excavación que lleva en activo desde el año 2013
La tumba del primer emperador de la China unificada, custodiada por un enorme ejército de terracota, aún guardaba un secreto más: un carruaje fúnebre de madera, en buen estado de conservación, que también perteneció a este importante monarca, Quin Shi Huang.
Jiang Wenxiao, el arqueólogo a cargo de las excavaciones, afirmó que se usaba como coche fúnebre para transportar ataúdes y añadió que la dinastía Qin se asocia con «tradiciones funerarias muy raras».
El carruaje, hallado en el transcurso de las últimas excavaciones, está fabricado principalmente con madera, con algunas piezas de bronce. Su tamaño es de 7,2 metros de longitud y su capota está decorada con elaborados diseños, que en su día estuvieron pintados con colores vibrantes. Además de este carruaje, se encontraron otras reliquias confeccionadas con materiales de la época como cerámica, bronce, jade, oro y plata.
El descubrimiento de este carruaje, ahora expuesto en el Museo del Mausoleo del Emperador Quin Shin Huang, «proporciona una nueva inspiración para investigar las tradiciones funerarias de la dinastía Qin, especialmente el sistema funerario de las tumbas Qin de alto rango», indica Wenxio.
El hallazgo forma parte de un proyecto de excavación que lleva en activo desde el año 2013, cuando se hicieron las prospecciones del suelo. Más tarde comenzaron las excavaciones que sacarían a la luz joyas y otros objetos de valor, lo cual motivó la continuación del proyecto en busca de reliquias de gran valor artístico e histórico.
«Para poder detectar los restos de un carruaje de cuatro ruedas requiere conocimiento arqueológico y un plan de excavación minucioso», señala Wenxiao. El hecho de que el carruaje se encuentre en tan buen estado de conservación después de más de 2.000 años (Qin Shi Huang murió en el año 210 a.C.) demuestra lo bien escondido que estaba, hasta el punto que podía haber sido «un reto demasiado grande para los ladrones de tumbas».