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Reginald Dyer en la portada de El carnicero de Amritsar

Picotazos de historia

La masacre de Amritsar, inicio de la independencia de la India

En el cerrado recinto de los jardines de Jallianwalla, cerca del Templo Dorado de la ciudad de Amritsar, una gran multitud se había reunido para celebrar la festividad, pero el comandante Dyer no lo vio así

Durante la Primera Guerra Mundial el subcontinente indio apoyó lealmente a la metrópoli aportando material, soldados y mano de obra. La tensión social y política provocada por el conflicto dio lugar a una serie de actividades anticolonialistas y complots fomentados por los servicios secretos de los imperios centrales y, posteriormente, por la naciente Unión Soviética.

Por otro lado, el conflicto provocó la creación de un movimiento que aglutinaba a todos los hindúes en el extranjero, reuniendo apoyos y fondos, y que sería el responsable político de la mayor parte de los motines que tuvieron lugar en el Raj Británico durante esos años. A este se le denominó el Movimiento Ghadar y daría lugar al Acta de Defensa de la India de 1915 por el cual se limitaban los derechos políticos y civiles durante el tiempo de duración de la guerra.

Castigo ejemplarizante

El coste total del esfuerzo bélico fue oneroso para la India, siendo el Punjab y Bengala las áreas donde la tensión generada por la guerra se hizo sentir más y donde las actividades anticolonialistas fueron más activas. Por presión de los gobernadores de estas zonas se acabó aprobando en 1919 el Acta Rowlatt por el cual se extendía la vigencia del Acta de Defensa de la India indefinidamente. Esta medida fue muy criticada y contestada, especialmente en el Punjab.

El 11 de abril la anciana misionera inglesa Marcella Sherwood sufrió un asalto por parte de una multitud de manifestantes, siendo salvada por los propios hindúes. El comandante militar de las fuerzas locales –el brigadier en funciones Reginal Edward Dyer– decidió imponer un castigo ejemplarizante. Algo incruento pero humillante y que pusiera a «esas bestias» en su lugar.

El domingo 13 de abril Dyer estaba convencido de que una gran insurrección estaba a punto de producirse

Dyer situó patrullas militares en la calle y cada hindú que deseara circular por ella debía de hacerlo arrastrándose como si de un gusano se tratara. Este humillante castigo fue aclamado por la población británica de la India: «Salvador del Punjab» llamó la misionera Sherwood al brigadier Dyer. Otra medida muy aplaudida fue el dar libertad a la policía local y militar para apalear con sus largas varas, de manera indiscriminada y a voluntad, a la población hindú.

El domingo 13 de abril Dyer estaba convencido de que una gran insurrección estaba a punto de producirse. Ese día los hindúes celebraban la festividad de Baisakhi, que marcaba el primer día del mes de Vaisakh. En el cerrado recinto de los jardines de Jallianwalla, cerca del Templo Dorado de la ciudad de Amritsar, una gran multitud –cifrada en unas veinte mil personas– se había reunido para celebrar la festividad. Dyer no lo vio así. Creyó que el motín había estallado y obró en consecuencia.

Jallianwalla cubierta de muertos

Más tarde se consideró una bendición que los dos vehículos blindados y armados con ametralladoras no pudieran cruzar la puerta y así acceder al interior. Quienes no tuvieron problemas fueron los cincuenta y dos soldados Sij y Gurkas armados con fusiles de cerrojo Lee Enfield de calibre 303. La tropa tomó posiciones de disparo en uno de los lados de la cuadrada explanada interior de Jallianwalla, bloqueando una de las cuatro salidas y teniendo a tiro las otras tres.

Durante diez minutos los soldados dispararon, recargaron con nuevos peines de munición y siguieron disparando con mortal eficiencia. Cuando por fin recibieron orden de alto el fuego fue debido a que los oficiales se percataron de que la dotación individual de balas estaba prácticamente agotada, para entonces Jallianwalla estaba cubierta de muertos y heridos. Las tropas recibieron la orden de retirarse. La atención a los heridos se dejó en manos de los particulares.

Las cifras de muertos saltaban de 379, que reconoció el gobierno británico en su día, a más de 2.000 que postulan algunos historiadores

Solo en el pequeño pozo que se encontraba en medio de la explanada sacaron ciento veinte cadáveres. Las cifras de muertos saltaban de 379, que reconoció el gobierno británico en su día, a más de 2.000 que postulan algunos historiadores. Los heridos se contaban por miles. Asustado por las dimensiones de los hechos, el gobierno dio orden de censurar, en todos los medios de comunicación, las noticias relacionadas con lo que empezaba a conocerse como la Masacre de Jallianwalla o de Amritsar. Este suceso marcaría un punto de inflexión en las relaciones entre el pueblo hindú y el británico. Se considera la masacre como el inicio de la independencia de la India.

Dyer no volvió a tener mando efectivo y se convirtió en una figura muy discutida: héroe y salvador para unos, carnicero para otros. En 1921 sufrió un derrame cerebral que le dejó graves secuelas. Falleció en 1927 a los sesenta y dos años de edad. Jamás fue ascendido a general.

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