Dinastías y poder
¿Un rey convertido en primer ministro de una República? Bulgaria y los Sajonia-Coburgo
Turbulentos amoríos en la isla de Capri, un supuesto envenenamiento por parte de Hitler y bombardeos británicos, forman parte de la historia de esta atractiva dinastía
En 2001 se convirtió en primer ministro de una república. La misma de la que había sido Rey como Simeón II. Un caso único en la historia. Bulgaria y la dinastía que se estableció tras lograr la independencia del Imperio otomano, rozó el nazismo y abrazó el comunismo como país integrante del telón de acero. Pero los Sajonia-Coburgo habían ocupado el trono desde la separación definitiva de los turcos y cuando el crisol de los Balcanes, amenazaban la estabilidad en Europa. Turbulentos amoríos en la isla de Capri, un supuesto envenenamiento por parte de Hitler y bombardeos británicos, forman parte de la historia de esta atractiva dinastía.
Los territorios de la actual Bulgaria habían permanecido durante siglos dentro de las fronteras del Imperio Otomano. Pero el despertar de los nacionalismos a mediados del XIX dio paso a reivindicaciones territoriales que lo convirtieron en un país independiente. El «enfermo de Europa» (la antesala de la Turquía «moderna») estaba ya muy debilitado.
En un tiempo en el que se repartían coronas y se reconfiguraba el mapa político, un Príncipe de la dinastía Sajonia-Coburgo era designado para ponerse al frente de la nueva nación. Fernando I de Bulgaria, recibió el título de «Príncipe -regente» y posteriormente Rey. La elección no podía ser más acertada pues pertenecía a la misma dinastía que ocupaba el trono belga, rumano y británico. Era un hombre instruido, con formación austriaca pero muy sensible a las debilidades humanas y diana de dardos políticos y personales.
Tuvo que abdicar en 1918a consecuencia de la derrota en la Primera Guerra Mundial a raíz de su alineación con los Imperios Centrales. El trono pasó a su hijo Boris III, que heredó un país complejo en la Europa de entreguerras y amenazado por los totalitarismos. En 1930 Boris se casó con la princesa italiana Juana de Saboya, una de las glamourosas hijas de Víctor Manuel de Italia, en un enlace que resultó bien visto en los Balcanes pues la novia no dejaba de ser hija de una Princesa de Montenegro. Para muchos, este enlace reforzaba los lazos entre Italia y Bulgaria, pero ofrecía una perspectiva poco halagüeña para Yugoslavia y sus aliadas. Se casaron por el rito católico en la Basílica de San Francisco en Asís, con la asistencia del mismísimo Duce y también en Sofía, en ceremonia greco-ortodoxa. El matrimonio tuvo dos hijos, María Luisa y Simeón, actual Monarca no reinante.
Los tiempos difíciles que azotaban Europa en los años treinta y la posición estratégica que ocupaba Bulgaria respecto a las ansias expansionistas del gobierno nazi del III Reich, condicionaron su destino: el Rey Boris fallecía horas después de entrevistarse con Hitler en Berlín. Era el 28 de agosto de 1943. ¿Un paro cardiaco? Esta fue la versión oficial, aunque no faltaron las especulaciones sobre un posible envenenamiento.
Su hijo Simeón, con seis años, se convertía en Rey, aunque al ser menor de edad se estipuló la creación de un Consejo de Regencia con el Príncipe Kyril (Cirilo, hermano del fallecido) al frente. Fue un mandato complicado en el que trataron de liberar a Bulgaria de los acuerdos firmados con los nazis, aunque sin desvincularse plenamente de ellos. Una especie de doble juego que le costó cara a la dinastía. En 1944 la URSS declaró la guerra a Bulgaria y Sofía fue tomada por las facciones comunistas búlgaras. Meses más tarde, el regente era ejecutado. La Reina Juana, Simeón y su hermana, permanecieron retenidos bajo autoridad soviética en el palacio de Vrana que era bombardeado por las tropas aliadas. Al terminar la guerra, Bulgaria, quedaba integrada en el bando comunista.
En 1946, se celebró un referéndum sobre el futuro de la Monarquía. Igual que se había hecho en Italia, el reino de los abuelos del joven Simeón. El resultado supuso la abolición de la Monarquía y la creación de una república comunista. El soberano abandonó el país el 16 de septiembre de 1946 pero no firmó su abdicación. Ese mismo año se formó un Gobierno liderado Georgi Dimitrov, antiguo secretario general de la Internacional Comunista. Poco después comenzó la dictadura búlgara.
Simeón II pasó el primer exilio en Alejandría, junto a otros regios desterrados como sus familiares Saboya. Después llegó a España: Franco, a través del embajador en Egipto, le ofreció asilo político. Primero Barcelona y después Madrid. Aquí conoció a la aristócrata Margarita Gómez-Acebo, hija de los marqueses de Cortina, y Reina-consorte de Bulgaria en el exilio. En España nacieron sus hijos y tras la caída del «telón de acero» intensificó sus esfuerzos para volver a Bulgaria. Con los años pudo ir recuperando la ciudadanía búlgara y los bienes que le había requisado el gobierno comunista. Regresó a su país en 1996.
Una entrevista de Ramón Pérez-Maura
El Rey Simeón de Bulgaria conversa con El Debate sobre la convulsa situación en Europa
En el año 2001 decidió trasladarse a vivir a Bulgaria y crear su partido, Movimiento Nacional Simeón II, para presentarse a las elecciones presidenciales. Y ganó. Hasta 2005, quien había sido Rey de los Búlgaros en el convulso contexto de la II Guerra Mundial pasaba a ejercer el cargo de primer ministro en una República.
Aunque no ocupó la residencia destinada al cargo que ocupaba, sino que se instaló en su palacio de Vrana, su antiguo refugio en los días de los bombardeos. Hace casi una década, fallecía su primogénito y sucesor, Príncipe de Tirnovo, tras varios años de convalecencia a causa de una parálisis provocada por un accidente de tráfico. Los vínculos del Rey Simeón con España siguen siendo intensos por lazos familiares y afectivos. En Madrid viven dos de sus hijos y varios de sus nietos, con una vida discreta y profesional.