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Prisioneros recién llegados al campo de concentración de Buchenwald. Alemania, 1938-1940Enciclopedia del Holocausto

Los 168 aviadores que estuvieron en el campo de concentración de Buchenwald

Famoso por su brutalidad y por sus inhumanos experimentos médicos, llegó a albergar a unos 60.000 prisioneros

El campo de concentración de Buchenwald recibió, el 20 de agosto de 1944, 168 pilotos aliados. Entre ellos estaba el piloto de la Real Fuerza Aérea de Nueva Zelanda Phillip John Lamason (1918-2012). La nacionalidad y su número de estos pilotos era de la Gran Bretaña (48), Estados Unidos (82), Australia (9), Canadá (26), Nueva Zelanda (2) y Jamaica (1). Estos, junto con 2.500 prisioneros franceses, los subieron a un tren, desde la estación francesa de Fresnes, dirección al campo de concentración de Buchenwald. Después de 5 días de viaje, hacinados en vagones de ganado, llegaron a Buchenwald el 20 de agosto.

En aquellos momentos en Buchenwald habían presos rusos, criminales comunes, presos religiosos y presos políticos alemanes, franceses, polacos y checos. Tenía fama de brutalidad y por sus inhumanos experimentos médicos. Albergaba a unos 60.000 prisioneros. El campo estaba cerca de la ciudad alemana de Weimar.

Phil Lamason. Fotografía de 1942

De aquellos 168 pilotos Lamason era el oficial con más alto rango. Por eso pidió hablar con Hermann Pirter, comandante del campo de concentración para exigirle que los aviadores fueran tratados como prisioneros de guerra según la Convención de Ginebra. También le pidió ser llevados a un campo de prisioneros de guerra. Pirter le comentó que era un error administrativo que estuvieran allí, pero que no se moverían. Es más, los destinaron a lo que se conocía como «Pequeño campamento». Allí fueron tratados como cualquier otro prisionero, es decir, de la misma mala manera: los pegaron, tuvieron que dormir al raso, estaban sin zapatos, la comida era deficitaria… Así pasaron las tres primeras semanas.

Ante aquella situación Lamason clasificó a los hombres por nacionalidad y se nombró a un representante de cada uno de ellos. Al ser soldados y no ladrones ni criminales comunes, sino soldados, a pesar de los malos tratos, se comportarían como lo que eran. También aquella manera de actuar tenía que servir para subir la moral de aquellos 168 hombres. El primer acto que organizaron fue el de crear un cuerpo y servicio de vigilancia, las 24 horas, para evitar que otros reclusos les robaran. Debían actuar y comportarse como militares.

Prisioneros polacos forzados a desvestirse al llegar a Buchenwald

Lamason se puso en contacto con la resistencia del campo principal, formado principalmente por rusos, donde también estaban infiltrados Edward Yeo-Thomas y Christopher Burney. Gracias a ello consiguió ropa, zulogs y comida para sus hombres. Siguió insistiéndole al comandante Pirter para que fueran trasladados a campos de prisioneros de guerra. Siempre que lo pedía se le denegaba. Para negociar con los alemanes tenía como interlocutor al aviador británico Splinter Spierenburg, que hablaba perfectamente alemán.

En el campo de Buchenwald se realizaban trabajos forzados, por eso Lamason quería que los sacaran de allí. Las autoridades del campo decidieron destinar a los 168 aviadores a trabajar en fábricas de armamento cercanas al campo. Amenazaron a Lamason que si esos hombres se negaban a trabajar, un pelotón de fusilamiento los ejecutaría. A pesar de la amenaza se negó a dar la orden. Eran soldados, no esclavos, y por la Convención de Ginebra, debían recibir un trato preferente.

Gracias a varios contactos consiguió enviar una carta a la Luftwaffe. Les explicaba la terrible situación que vivían, intentando tocarles la fibra, pues pensaba que a ellos no les gustaría que hicieran lo mismo con sus hombres. A Buchenwald se desplazaron dos oficiales de la Luftwaffe, con la excusa de inspeccionar los daños aéreos de unas bombas. Hablaron con Lamason y se dieron cuenta de que no eran espías, sino aviadores. Por eso Hannes Trautloft, uno de los oficiales alemanes, decidido informar de lo que había visto en Buchenwald.

Hannes Trautloft

El informe de Trautloft llegó a manos del comandante en jefe de la Luftwaffe Hermann Ging. Exigió que los prisioneros fueran sacados de Buchenwald y quedaran bajo sus protección. Mientras esto ocurría, las autoridades habían programado, para el 26 de octubre, la ejecución de los 168 aviadores. El 19 de octubre de 1944, de los 168 aviadores, trasladaron 158 al campo de prisioneros de guerra Stalag Luft III, abreviatura de Kriegsgefangenen Lager der Luftwaffe 3, situado en la localidad polaca de Zagan, que albergó al personal capturado de la fuerza aérea aliada occidental. Sobre este campo, y la fuga que protagonizó Paul Royle, se filmó la película La Gran Evasión en 1963.

¿Por qué quedaron 12 aviadores en Buchenwald? Dos de ellos habían muerto por las condiciones extremas a las que fueron sometidos. Los otros 10 estaban demasiado enfermos para ser trasladados. Estos llegaron a Stalag Luft III a lo largo de las siguientes semanas cuando se fueron recuperando. A finales de enero de 1945 los repartieron a diferentes campos de trabajo. Los aviadores, al ser libertados, atribuyeron haber salvado la vida al papel desempeñado por Lamason. Lo describieron como un soldado con determinación, desinterés, coraje frío y contienda ante la amenaza de ejecución, convirtiéndose en una figura legendaria a los ojos de sus compañeros.