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La flota musulmana parte antes de la Batalla de los Mástiles, como se representa en Tareekh Al-Islam Al-Musawwar

Picotazos de historia

La batalla de los mástiles o la primera vez que se enfrentaron cristianos y musulmanes en alta mar

Antes de entablar combate cada Armada colocó en el extremo de sus mástiles el símbolo de su religión: los cristianos la cruz, los musulmanes la media luna

Durante el año 655 d.C. el califato árabe ha completado la conquista del Imperio persa y se ha estado expandiendo, con gran éxito, a costa del Imperio bizantino. Entre los árabes este periodo se conoce como el califato Rashidun, que es el formado por los primeros cuatro califas –Abu Bark, Omar, Utmán y Alí– tras la muerte de Mahoma y que terminaría con la primera Fitna (primera guerra civil) que daría lugar al califato Omeya.

El califa Utmán había nombrado a Muawiya (futuro primer califa Omeya) gobernador de Siria. Este inició la construcción de una gran flota y entrenó marinería, con la ayuda de mercenarios cristianos, con el objeto de iniciar campañas contra la isla de Chipre. En el año 654 el gobernador de Siria organizó una gran campaña y envió tropas para penetrar profundamente en el Imperio bizantino, en el interior de la península de Anatolia, mientras la flota árabe hostigaría los puertos bizantinos de la costa sur y este, cortando la comunicación con Constantinopla.

En Bizancio el emperador de la dinastía de los Heraclidas, Constante II el Barbudo, se puso al frente de la flota y partió para enfrentarse a esos advenedizos que tantos problemas le estaban ocasionando. Las dos flotas se encontraron, la fecha exacta es desconocida, en el 655, cerca del puerto de la actual ciudad de Finike (actual provincia de Antalya en Turquía, entonces Licia). Antes de entablar combate cada Armada colocó en el extremo de sus mástiles el símbolo de su religión: los cristianos la cruz, los musulmanes la media luna. Esta fue la primera vez que se utilizarán por ambas partes los dichos símbolos como elementos diferenciadores y de bandería.

La batalla de los mástiles, retratada en Tārīkhunā bi-uslūb qaṣaṣī (Nuestra historia en estilo narrativo), publicado en 1935

Tenemos una breve información de la batalla –con bastantes mitos, sueños premonitorios y todo ese tipo de cosas que no podían faltar en ninguna narración o relato que se preciase entonces– por parte del historiador Teófanes el Confesor en su obra Cronographia y la visión del otro lado en las obras del erudito árabe al-Tabari. La batalla, según ambos, fue muy reñida y sangrienta librándose mientras hubo luz. Al final salió vencedora la flota árabe, salvando la vida el emperador Constante de milagro. Pero la victoria fue tan costosa que impidió que la flota continuara con la campaña, cuyo objetivo final era un ataque a la propia Constantinopla. Al año siguiente, tal como una de las consecuencias del fracaso de la campaña, se inició la guerra civil que pondría al gobernador Muawiya como primer califa de la dinastía Omeya.

La batalla naval de Finike, más conocida como la batalla de los mástiles, tiene una importancia transcendental en la historia del mar Mediterráneo. Desde ese instante este mar dejó de ser el Mare Nostrum, las aguas donde las naves bizantinas y cristianas navegaban a placer pues suyo era el control y dominio. Por primera vez en mucho tiempo ese control y dominio eran impugnados y disputados. El Imperio otomano, heredero espiritual de los califatos, acabaría dominando y controlando sus aguas hasta el inicio de un cambio de ciclo que marcó la batalla naval de Lepanto. Y es que eso es la historia, ciclos que surgen y terminan.