A Adriano le seguiría Antonio Pío (138-161 d.C.), «un hombre justo y compasivo, querido y respetado por la gente común así como aquellos en el gobierno romano», según el historiador y profesor de Historia Antigua y Medieval en el Lincoln Collage, Donald L. Wasson. Su reinado de 23 años estuvo marcado por la paz, «asegurándole un lugar entre los Cinco Emperadores Buenos», expresa. Esta ausencia de conflictos militares significativos, le permitió enfocarse en el desarrollo interno del Imperio y del bienestar del pueblo. Por ello, su largo y pacífico mandato se caracterizó por la estabilidad y la prosperidad, así como por el apoyo a las artes y la cultura, «además de la promoción de leyes que beneficiaron la estructura social de Roma», recoge Muy Interesante.