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17 de septiembre de 2024

Manifestación por la Diada en Barcelona

Manifestación por la Diada en BarcelonaEFE

El error histórico de los nacionalistas sobre la Diada: Barcelona capituló un 12 de septiembre

Los historiadores recuerdan que Barcelona se rindió el día 12 de septiembre al mediodía y no el 11 cuando comenzó el asalto final. A continuación explicaremos lo que realmente ocurrió en aquellas jornadas finales de la guerra de Sucesión

Dentro del mundo nacionalista hoy, 11 de septiembre, es un día significativo debido al relato inventado y repetido hasta la saciedad. Tal día como hoy, pero de 1714, las tropas borbónicas ocuparon Barcelona poniendo fin a una guerra. Pero la realidad es que había terminado un año antes, con el Tratado de Utrecht, pero la cabezonería de los dirigentes catalanes la alargó un año más sólo en Cataluña mientras que en el resto se restableció la paz.

Para el nacionalismo aquel 11 de septiembre Cataluña dejó de ser un país independiente para pasar a formar parte de España, perdiendo sus libertades por culpa de un ejército invasor. Hasta aquí el relato nacionalista. Sin embargo, todo es una gran mentira. Y la más flagrante es que no se debería celebrar nada el 11 de septiembre porque, históricamente no ocurrió nada. Vamos a explicar lo que realmente ocurrió en aquellas jornadas finales de la guerra de Sucesión.

La toma de Barcelona, durante la guerra de Sucesión, no se produjo un 11 de septiembre del 1714. Esta tergiversación histórica es obra de los historiadores, escritores, pensadores y políticos de La Renaixença. ¿Qué ocurrió en realidad? En la madrugada del 11 de septiembre las tropas del duque de Berwick habían abierto siete grandes brechas en las murallas de Barcelona. Al conocerse el alcance del ataque, salió Rafael de Casanova hacia el baluarte del Portal Nou para animar a los defensores enarbolando la bandera de Santa Eulalia. Los representantes de la Diputación del General salieron con la bandera de San Jorge para hacer lo mismo. A las 4:30 horas una salva de artillería de 10 cañones y 20 morteros anunció el asalto final. El ejército borbónico desplegó 50 compañías de granaderos, 40 batallones y 300 dragones desmontados.

Asalto final de las tropas borbónicas sobre Barcelona
el 11 de septiembre de 1714

Asalto final de las tropas borbónicas sobre Barcelona el 11 de septiembre de 1714

A las 6:00 horas Berwick dio un ultimátum de seis horas de reflexión, tras los cuales se pasaría a todos a cuchillo. A las 15:00 horas los Tres Comunes aún no se habían puesto de acuerdo. En ese momento salieron un grupo de defensores, enarbolando la bandera banca. Encabezada por Antonio de Villarroel se entrevistaron con el duque de Berwick. Este decidió darles una plazo: la ciudad se tenía que rendir al amanecer del día 12 de septiembre. Mientras tanto, los Tres Comunes seguían peleándose porque unos querían seguir con la lucha y otros rendirse.

Al no llegar a un acuerdo, el duque de Berwick lanzó una proclama. Ordenó incendiar la ciudad, prohibiendo el saqueo. Al ver que las tropas borbónica invadirían la ciudad, volvieron a enarbolar una bandera blanca. Eran las 12:00 horas del 12 de septiembre de 1714 cuando la ciudad de Barcelona se rindió. Durante la reunión que mantuvo con los representantes de la ciudad, el duque de Berwick accedió a respetar sus vidas y propiedades. Las tropas borbónicas entraron en la ciudad durante la tarde del 12 de septiembre, ocupando toda la ciudad al día siguiente.

Como vemos los hombres de La Renaixença decidieron que Cataluña tenía que celebrar un día grande. Hasta ese momento nadie se acordaba de lo sucedido ni el 11 ni el 12 de septiembre de 1714. Y aprovecharon la ocasión para hacer desaparecer el bando de Rafael de Casanova. En él queda muy bien especificado que Cataluña luchó para que un Borbón no fuera rey de España, pues ellos seguían defendiendo, aunque ya era emperador de Sacro imperio Romano Germánico a Carlos. Los hombres de La Renaixença argumentaron que Cataluña luchó para defenderse de la invasión española, porque hasta ese momento habían sido un país independiente y, con esa conquista, empezaron a formar parte de España.

Los hombres de La Renaixença argumentaron que Cataluña luchó para defenderse de la invasión española

Rafael de Casanova había sido herido en una pierna. Algo insignificante, pero lo encumbraron. Aquella herida de bala pasó a ser una herida de muerte. Se escondió que lo trasladaron al Colegio de la Mercè para curarlo y que firmó la capitulación de Cataluña. Esto nunca pasó. Casanova tenía que ser mitificado y por eso cuentan que murió como un héroe. De ahí la ofrenda floral que se le hace cada año. Sin embargo, Casanova murió a los 80 años, en 1743, y con una buena renta anual, concedida por Felipe V. Nunca cuestionó la unidad de la Corona y el hecho que Cataluña era parte de España.

Homenaje A Rafael Casanova en la Diada de 1914

Homenaje A Rafael Casanova en la Diada de 1914

La lucha contra el duque de Berwick también se mitificó. Víctor Balaguer escribió que «así fue como sucumbió Catalunya. Peleó y combatió hasta el último momento en defensa de sus libertades patrias. Sea venerada siempre por los descendientes de aquellos esforzados varones la buena memoria de los que prefirieron morir antes de renunciar a la libertad, y sean los que sucumbieron en la lucha, mártires de su deber, un ejemplo y modelo dignos de ser imitados y seguidos por las generaciones futuras».

Con motivo de la Exposición Universal del 1888 los hombres de La Renaixença, con el beneplácito del Ayuntamiento de Barcelona, inauguraron una escultura dedicada a Rafael de Casanova. Es en ese momento cuando se empezó a celebrar la festividad del 11 de septiembre. En ese momento quedaron instituidos los dos principales iconos del nacionalismo.

A esto le unieron el Fosal de las Moreras, como símbolo de dónde se enterraron aquellos valientes defensores de Barcelona. Esta mitificación va unida a un poema de Frederic Soler en 1886, Serafí Pitarra, en el que expresa: Al fossar de les Moreres no s’hi enterra cap traïdor, fins perdent nostres banderes serà l’urna de l’honor. («En el Fosal de las Moreras no se entierra ningún traidor, hasta perdiendo nuestras banderas será la urna del honor»). Ese fossar era un cementerio medieval adyacente a la Iglesia de Santa María del Mar.

No hay constancia de que fueran enterrados ahí, pero si la hay que eso era un cementerio civil. Y lo fue hasta que se promulgó la ley de salubridad pública dictada el 3 de abril de 1787 por Carlos IV, cuando se prohibió el entierro dentro de la ciudad de Barcelona y se construyeron los cementerios del Pueblo Nuevo y después el de Montjuic.

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