Hallan el chifle del contramaestre de la fragata Magdalena hundida en Galicia en la Guerra de Independencia
Este instrumento fue en la época de la marina a vela el único método alternativo a la voz para dar órdenes a la tripulación y todavía se usa en las Armadas
Durante la noche del 2 al 3 de noviembre de 1810, una peligrosa galerna sorprendió a la escuadra hispano-británica, conocida como la Expedición cántabra. Se encontraban en la ría de Viveiro para reparar las averías y sanar a los heridos tras el temporal que acababan de sufrir en su camino para liberar Santoña del control francés.
Mermada y falta de anclas mayores, la fragata Magdalena se vio empujada por la tempestad con más de 500 marineros e infantes de marina que luchaban contra los elementos mientras seguían las órdenes del contramaestre al son del chifle hasta que el mar terminó por tragar el barco y a su dotación en lo que sería una de las mayores tragedias marítimas de España.
Ahora, más de dos siglos después, el proyecto de investigación arqueológica y patrimonial Ría de Viveiro, impulsado por la Federación Española de Actividades Subacuáticas (Fedas) ha encontrado ese silbato así como diez metros más del naufragio en la zona sur, según explican los promotores de la investigación del pecio en un comunicado.
Su hallazgo fue como encontrar «una aguja en un pajar», comenta el director de la campaña Antón López. Y relata que fue la alumna ecuatoriana del Máster de Arqueología Subacuática de la Universidad de Cádiz (UCA) Irene Ventimilla, quien «tocó un objeto con sus manos» mientras realizaba un sondeo en visibilidad cero en el pecio y «tras llevarlo a una zona con más luz, descubrió que era el chifle del contramaestre de la fragata 'Magdalena'», apunta López.
Este instrumento fue en la época de la marina a vela el único método alternativo a la voz para dar órdenes a la tripulación y todavía se usa en las Armadas. Sin embargo, este chifle no es uno cualquiera y los arqueólogos del proyecto –en el que también participa la Unidad de Buceo de Ferrol (Ubufer) de la Armada Española– consideran que está «muy alejado de la común simplicidad de estos instrumentos».
Su «extraordinario» estrado de conservación ha permitido apreciar el diseño que tiene: «por su caña se abre paso un dragón marino, que al llegar al tambor, rodea a este con un chorro de agua que expulsa por su nariz», describen. Asimismo, no presenta daños «más allá de una doblez en el tramo». Tampoco está «afectado por la oxidación, debido a haberse conservado en un estado anaeróbico, sin oxígeno, cubierto por un limo sólido, que se ha adherido al chifle protegiéndolo».
Diez metros más de pecio
Pero la campaña ha concluido en «éxito» no solo por el descubrimiento del silbato, sino por haber descubierto diez metros más de pecio: «Los trabajos programados, sondeos en el sur y en el norte del yacimiento, pretendían determinar el alcance de los restos del naufragio. Los de la parte sur eran los más complicados, pues es una zona de limo, lo que nos obliga a trabajar con visibilidad cero y a cuartear el sedimento con un elemento cortante para facilitar la succión de este por la pequeña draga de agua empleada», detalla López en el comunicado.
Pese a las dificultades, remarca, «todas las catas del área sur han dado positivo en arquitectura naval, metales y material arqueológico, todo ello bajo un metro de limo. Como resultado, hacia el sur, el yacimiento ha aumentado en torno a diez metros». El próximo paso del proyecto será datar el yacimiento, según han adelantado en el comunicado.