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Amadeo II de Saboya-Aosta

Amadeo II de Saboya-AostaRevista Legiones y Falanges

Dinastías y poder

El nieto de Amadeo de Saboya, virrey de Etiopía, que terminó en un campo de prisioneros británico

Apodado como «príncipe del Sahara», fue un convencido fascista que prometió resistencia a cualquier precio en Etiopía durante las batallas en el África Oriental de la Segunda Guerra Mundial

Alto, deportista, piloto y muy apuesto, destacó como uno de los militares más valerosos en el Ejército Real Italiano, Regio Esercito, en los años de Mussolini. Era el príncipe perfecto, la envidia estética del apocado Víctor Manuel III. Fue un convencido fascista que prometió resistencia a cualquier precio en Etiopía durante las batallas en el África Oriental de la Segunda Guerra Mundial. Apodado como «príncipe del Sahara», se resistió a la derrota y cayó preso de los aliados en las afueras de la antigua Addis Abeba.

Llevaba el mismo nombre que su abuelo, Amadeo, el que había sido rey de España entre 1870 y 1873, tras el exilio de los Borbones. También heredó de él el título de duque de Aosta, con el que se le conocía en los círculos regios europeos. Era el mayor de los hijos de Manuel Filiberto de Saboya, el príncipe italiano que en su infancia había ostentado el título de príncipe de Asturias con residencia en el madrileño Palacio Real, y de Elena de Orleáns, hija del conde de París, pretendiente al trono de Francia. Él nació en Turín, cuna de su dinastía, en 1898 y tuvo la educación propia de un príncipe de su condición, educado en Inglaterra hasta su ingreso en la Escuela Militar Nunciatella de Nápoles.

Ya durante la Primera Guerra Mundial, demostró sus dotes guerreras como voluntario en el frente de los Alpes contra el Imperio Austrohúngaro, lo que le valió el ascenso a teniente. Terminada la guerra se unió a una expedición científica liderada por su tío, el duque de los Abruzos, uno de los personajes más curiosos de la regia dinastía saboyana (menor de los hijos del rey Amadeo), montañero y explorador, que terminará casado con una somalí. Sobre él se ha escrito una novela, Mi deuda con el paraíso.

Amadeo estudió Derecho en Eton y Oxford y se especializó en pueblos indígenas. Luego regresó a Italia y se unió, de nuevo, al Ejército Real una vez que Mussolini conquistó el poder en 1922. Destinado en Libia como jefe de un cuerpo mixto integrado por fascistas «camisas negras» y población nativa, pasó a desempeñar todas sus funciones en los territorios coloniales italianos. En noviembre de 1935, leemos en el diario madrileño Ahora que el duque de Aosta «pudiera ser destinado a la aviación colonial con su actual grado de coronel o quizá al mando de tropas indígenas para lo cual le servirá de mucho su propia experiencia de ideador y organizador de los repartos llamados dubats o bandas confinarías de la Somalia» (10 noviembre 1935).

Amadeo II de Saboya-Aosta

Amadeo II de Saboya-Aosta

Efectivamente llegó a luchar como piloto de combate en Fezzan, el país de los tuaregs, y en la guerra italo-etíope de 1935 que tanto alteró el peligroso orden internacional. Tales eran sus simpatías hacia Mussolini que ofreció al partido fascista de Trieste grandes cantidades de lingotes de oro y plata, resultantes de la fundición de joyas de su familia (El Universo, 15 noviembre 1935). Sus méritos, personales y militares, le valieron el nombramiento como virrey del África Oriental Italiana, un enorme territorio que comprendía Somalia, Etiopía y Eritrea (Nuestra Bandera, 21 noviembre 1937). Bajo su mandato se pusieron en marcha infraestructuras que modernizaron la región y que permitieron cierto crecimiento económico.

Pero en 1940, con la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial, vio como sus territorios quedaban rodeados de enemigos ingleses y belgas, que amenazaban desde las regiones de Kenia, Sudán y el Congo. Su inferioridad numérica era clara pese a lo cual Amadeo decidió tomar la iniciativa y lanzarse a una ofensiva que le valió el apodo de «duque de Hierro» y la conquista de la Somalia británica. Aunque aquel éxito duró poco: los aliados se organizaron en una gran coalición militar y Amadeo de Saboya perdió Eritrea y parte de Etiopía tras una heroica resistencia.

Personificaba la abnegación y el puro heroísmo de los hombres que, aislados completamente de su patria a causa de la inicua barrera de Suez, luchaban contra las fuerzas adversarias (Legiones y Falanges, marzo 1941). Solo cuando se vio sin agua y munición arrió la bandera italiana y salió de la cueva desde la que había combatido durante meses. Era el 19 de mayo de 1941. Aquella gesta le valió la «Medalla de Oro al Valor» que le concedió su país. La epopeya del virrey, tituló la prensa.

Amadeo de Saboya-Aosta y su esposa Ana de Orleans el 5 de noviembre de 1927

Amadeo de Saboya-Aosta y su esposa Ana de Orleans el 5 de noviembre de 1927

El duque de Aosta y los hombres del regimiento que con él habían sobrevivido fueron trasladados a un campo de prisioneros en Kenia. Las condiciones del recinto eran malas, había poca higiene y Amadeo enfermó de tifus y malaria. Falleció pocos meses después en un dispensario médico en Nairobi. Tenía 43 años y fama de héroe. Dejaba dos hijas, Margarita y María Cristina, fruto de su matrimonio con la guapísima Elena de Orleáns. Ellas vivían en Trieste.

El hermano menor de Amadeo, Aimón, duque de Spoletto, llegará a ser proclamado rey de Croacia como Tomislav II aunque aquello no dejaba de ser un reino títere de la Italia mussoliniana que terminará haciendo perder el trono a la dinastía de los Saboya.

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