Picotazos de historia
Los orígenes sangrientos de la nación paquistaní
La denominada Partición de la India fue una muy compleja operación que buscó la separación de las áreas de mayoría musulmana del resto de mayoría hindú al que llamaría «Pak-I-Stan» que significa «Tierra de los Puros»
En febrero de 1947 el primer ministro del Reino Unido –Clement Attlee– anunció que el gobierno británico concedería el completo autogobierno a la India y que ello sería antes de junio de 1948. El 3 de junio de ese año el gobierno hizo un nuevo anuncio: había sido aceptado el principio de dividir el subcontinente en dos estados independientes.
La denominada Partición de la India fue una muy compleja operación que buscó la separación de las áreas de mayoría musulmana del resto de mayoría hindú. Esta separación fue una cruzada personal llevada por Mohamed Alí Jinnah (1876 – 1948), abogado y político, líder de la Liga Musulmana Panindia que soñaba, desde hacía décadas con la creación de un estado propio para los musulmanes, al que llamaría «Pak-I-Stan» que significa «Tierra de los Puros».
Trabajando para llevar a cabo la división se encargó a la denominada Comisión Radcliffe que trazara las nuevas fronteras entre los dos países en la zona del Punjab y Bengala. Los resultados –solo tuvieron cuarenta días para hacerlo– dieron lugar a: una guerra de independencia (Bangladés), cuatro guerras indo-paquistaníes (1947, 1965, 1971 y guerra de Kargil) e innumerables enfrentamientos fronterizos.
La postura firme, intransigente, de Alí Jinnah en relación con Paquistán se basaba en un secreto celosamente guardado y es que el líder y motor del movimiento por la separación – algo que a Gandhi le ponía de los nervios, ya que el simple concepto le parecía sacrílego – tenía los pulmones desechos por el cáncer, tras cuarenta años de fumar tres paquetes de cigarrillos diarios. Más tarde el último virrey, Mountbatten, al enterarse de ello comentó que de haberlo sabido hubiera retrasado todas las negociaciones, pues sin Jinnah posiblemente jamás hubiera habido partición de la India. El 15 de agosto de 1947 oficialmente nacieron los estados de la India y Paquistán.
En los meses siguientes a la declaración se produjeron intercambios masivos de población de un país a otro. Se calcula que se trasladaron más de quince millones de personas. El cúmulo de circunstancias (desplazamiento más o menos forzado, perdida de los bienes o liquidación forzada, polarización política y religiosa, codicia de los bienes ajenos, venganza, etc.) hizo que rápidamente se degenerase en violencia, secuestros, robos, violaciones y asesinatos. Todo ello cayó sobre los indefensos desplazados.
Curiosamente Jinnah, que basó la separación en las distintas religiones, era una persona bastante descreída. Sirva de ejemplo el que organizó una fiesta para festejar la independencia en pleno ramadán. Sus partidarios le hicieron ver lo poco acertado de la idea. Como les decía, Jinnah sólo veía los factores políticos de los suceso pero jamás tuvo en cuenta los posibles enfrentamientos religiosos, ni que estos se cebarían sobre los pobres emigrantes en tránsito.
Se calcula que murieron entre uno y dos millones de personas. Se tiene más seguridad en que desaparecieron dos millones de individuos. Personas que dejaron su hogar pero jamás llegaron a su destino. Los secuestros de mujeres y niños envenenarían las relaciones entre los dos países y la aparición de nuevos casos –los periódicos continuamente publicaban noticias en este sentido– reabrían dolorosas heridas.
Zonas enteras perdieron su población autóctona. Esta gente, de la noche a la mañana, se encontraron rechazados y considerados como ciudadanos de segunda en su propia tierra. En el Sind, región de Paquistán en la desembocadura del río Indo, desapareció la practica totalidad de los comerciantes y empresarios, casi exclusivamente formada por hindúes. Tal era el nivel que cuando se tradujo al sindi (lengua autóctona) la obra de teatro de William Shakespeare El mercader de Venecia, al personaje del prestamista Shylock lo mostraban como hindú.
La situación no ha mejorado con el tiempo y hoy Paquistán está muy lejos del primer discurso pronunciado por Jinnah. «Sois libres. Libres para ir a vuestros templos, a vuestras mezquitas...Podéis practicar o pertenecer a la religión, credo o casta que sea, pues ello no tiene nada que ver con el principio fundamental de que todos somos iguales y ciudadanos del mismo estado». Estas bellas palabras pronto degeneraron en sarcasmo.