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Ribbentrop en su celda de Nuremberg tras los juicios

Dinastías y poder

¿Qué une a von Ribbentrop con Peter Ustinov, el Nerón de 'Quo Vadis'?

Antes de convertirse en figura clave del nazismo, la vida de Ribbentrop había seguido un camino distinto

Joachim von Ribbentrop, ministro de Asuntos Exteriores del Tercer Reich, fue uno de los personajes clave en la diplomacia nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Acompañó a Adolf Hitler en la histórica reunión con Franco en Hendaya, el 23 de octubre de 1940, momento crucial en las relaciones internacionales del régimen alemán. Pero tras el aspecto aristocrático de apuesto alemán que exhibía –el von no le correspondía por nacimiento–, se encontraba el hombre que había trabajado como vendedor en la empresa de vino espumoso de su suegro.

No conoció al führer hasta agosto de 1932, meses antes de convertirse en canciller. Ribbentrop sobrepasaba la treintena y actuó como intermediador político frente a Franz von Papen, líder del Zentrum católico y futuro vicecanciller. Lo hizo por petición de unos amigos del partido. Pero tardó poco en convertirse en uno de los hombres fuertes del nuevo orden. Especialmente cuando Hitler le dio la responsabilidad de negociar con la URSS el «pacto de no agresión» por el que soviéticos y alemanes se repartieron Europa Oriental: el acuerdo con el gran enemigo del III Reich.

El pacto se firmaba en el Kremlin, en Moscú, ante la sonrisa cínica de Stalin, el 23 de agosto de 1939. Pasó a conocerse con el nombre de los dos ministros firmantes, Ribbentrop-Molotov. Alemanes y rusos comenzaban la invasión de Polonia y nueve días después daba comienzo la Segunda Guerra Mundial. Para muchos, incluida la Italia de Mussolini, este pacto entre adversarios ideológicos era sorprendente.

Antes de convertirse en figura clave del nazismo, la vida de Ribbentrop había seguido un camino distinto. Criado en una familia de tradición militar, vivió en Canadá y Nueva York en su juventud, donde incluso trabajó como cronista. Volvió a Alemania con el inicio de la Gran Guerra para servir en el frente oriental y más adelante obtener un destino diplomático en Estambul. Tras la derrota y con la proclamación de Weimar volvió a sus negocios, apoyado por su esposa, con la que se había casado en 1920 y era hija de un próspero comerciante de vinos.

El matrimonio tuvo varios hijos y una vida acomodada, sin complicaciones, hasta que la irrupción del nacionalsocialismo cambió la faz de Alemania. Tras verse con Hitler por primera vez, quedó convencido de que sólo el Partido Nacional Socialista, nazi, podía salvar a Alemania del caos comunista. Así lo contaba al menos en las memorias que el propio von Ribbentrop terminó de redactar poco antes de ser ejecutado en la horca y que el ABC empezó a publicar en enero de 1954 en una serie que tituló Así murió la paz del siglo XX.

Poglavnik Ante Pavelić (izquierda) del Estado Independiente de Croacia y Ribbentrop en Salzburgo, 6 de junio de 1941Wikimedia Commons

Hitler no tardo mucho en nombrarle Embajador. En Londres, en 1936. Justo cuando sobrevolaba en el ambiente el escándalo por los amoríos del rey Eduardo VIII, la proclamación de Jorge VI y presidía el gabinete el conservador Stanley Baldwin. La familia de Ribbentrop se trasladó con él a Reino Unido y por eso su primogénito empezó a estudiar en el elitista Westminster School, del estilo de Eton o Harrow.

El chico, Rodolf, vestía uniforme de clase con chaqué y sombrero de copa y fue compañero de pupitre de un jovencísimo Peter Ustinov, quien no sabía que un día llegaría a convertirse en afamado actor y director de cine. El Nerón de Quo Vadis. Aunque el alemán añadía en su solapa la insignia de las juventudes del partido nazi y esvástica. En 1938 la familia regresó a Berlín, con Ribbentrop ya como ministro de Asuntos Exteriores. Su hijo se alistó en las Waffen SS y tomó parte en la batalla de Kursk, en el verano de 1943.

Por entonces, von Ribbentrop era ya «el más difícil de los subordinados» de Hitler. Su distanciamiento había comenzado a medida que la guerra avanzaba y Alemania perdía terreno. Pasó, según algunos, a ser una mera figura burocrática con acceso mucho más limitado al entorno íntimo del fürher. El hombre que había sido un pilar de la diplomacia nazi se convirtió en una figura casi relegada. Von Ribbentrop fue juzgado y condenado en Nuremberg: el primer nazi ejecutado en la horca en la madrugada del 16 de octubre de 1946. Acusado, entre otros cargos, de planificación de una guerra de agresión y crímenes de guerra.

Décadas después, su hijo mayor, que tras un par de años retenido se dedicó a la banca, escribió el libro, Mi padre: Joachim von Ribbentrop, publicado por primera vez en Alemania en 2008 y más tarde traducido al inglés.