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El príncipe de Marruecos Moulay Hassan (futuro rey Hassan II) con el coronel Touya (izq.) y André Louis Dubois, ex embajador de Francia en Marruecos

El príncipe de Marruecos Moulay Hassan (futuro rey Hassan II) con el coronel Touya (izq.) y André Louis Dubois, ex embajador de Francia en MarruecosGTRES

La época en la que Hassan II amenazaba con tomar el té en la capital de la provincia española del Sáhara

Entre los refuerzos enviados a la zona hace 50 años estaba parte del Regimiento Alcázar de Toledo n.º 61, la unidad más potente de la División Acorazada

A finales de 1970 se aprobó la resolución 2711 de Naciones Unidas en la que se reafirmaba «el derecho inalienable del pueblo del Sáhara a la libre determinación». Desde ese momento, Marruecos comenzó a ejercer una intensa presión diplomática cuyo objetivo era impedir a toda costa la independencia del pueblo saharaui. Dentro de su política expansionista, el rey alauita Hassan II había fijado como objetivo la anexión de la provincia española número 53.

Dentro de una calculada y continuada política de provocación, las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos llevaban concentrándose desde comienzos del año 1974 en las proximidades de la frontera norte del Sáhara. Aunque la posibilidad de que las fuerzas regulares marroquíes llevasen a cabo un ataque a gran escala era muy remota, España elaboró una serie de planes de defensa para mantener su integridad territorial. Se consideraba, como así fue, que lo más probable era que se realizasen pequeñas incursiones armadas.

España elaboró una serie de planes de defensa para mantener su integridad territorial

En aquellos momentos, la fuerza estaba básicamente compuesta por dos tercios saharianos de la Legión (III Don Juan de Austria y IV Alejandro Farnesio), tres grupos de la Agrupación de Tropas Nómadas, el Batallón de Cabrerizas y unidades de la Policía Territorial. Es decir, se contaba sólo con unas pocas unidades de infantería ligera para proteger un sector cuya superficie era aproximadamente la mitad de la España peninsular.

Fue en esta época cuando Hassan II se descolgó asegurando que en unos días tomaría el té en El Aaiún, la capital de la provincia española del Sáhara. Esto hizo que se enviasen a la zona refuerzos procedentes de la península y de las islas Canarias.

Las fuerzas pesadas se movilizan

Los primeros en llegar a la zona fueron los paracaidistas de la III Bandera «Ortiz de Zárate». El componente blindado del despliegue lo proporcionó la División Acorazada Brunete n.º1. Así, el Regimiento de Infantería Acorazada Alcázar de Toledo n.º 61 movilizó la compañía de Plana Mayor junto a las compañías 6.ª y 7.ª del II Batallón. En total, serían enviados a la zona 35 carros de combate M-48 A1 al mando del teniente coronel Juan Ramón Mateo López de Vicuña. Fue asimismo desplegado el Grupo de Artillería de Campaña Autopropulsada al completo.

14 de noviembre de 1975, artillería del Ejército Español en la crisis con Marruecos previa a la invasión marroquí

14 de noviembre de 1975, artillería del Ejército Español en la crisis con Marruecos previa a la invasión marroquí

La orden de salida hacia el Sáhara llegó al Regimiento Alcázar de Toledo el 5 de octubre de 1974. Solamente cinco días más tarde, el batallón expedicionario, la mayor unidad española jamás movilizada fuera de la península, salió en dirección a Cádiz. Posteriormente embarcaría para llegar a las playas de El Aaiún en las primeras horas del día 19. Todo un ejemplo de buen hacer: en pocos días se había proyectado parte de la unidad más poderosa del Ejército de Tierra a más de 1.700 kilómetros de su base.

El despliegue militar en el Sáhara se completó con la Unidad de Helicópteros II, dos batallones expedicionarios de los regimientos Canarias n.° 50 y Fuerteventura n.° 56 y, en mayo de 1975, la I Bandera Paracaidista Roger de Flor. También fueron enviadas unidades de artillería de campaña de los regimientos de artillería n.° 95 y n.° 93, el Regimiento Mixto de Ingenieros n° 9 y varias unidades de servicios.

Desde finales de 1970, el Tercio Sahariano Don Juan de Austria, III de la Legión, contaba con la Compañía de Carros de Combate Medios. La unidad, conocida como la Bakali, estaba dotada con carros de combate medios AMX-30. Aunque con sus limitaciones, se trataba de los vehículos acorazados más modernos de los que España disponía.

Una vez llegaron las fuerzas peninsulares a El Aaiún, la compañía Bakali de la Legión pasó a depender del mando del Segundo Batallón del Alcázar de Toledo n.º 61, que quedó organizado en tres compañías de carros. Se había constituido una unidad acorazada que disponía de 53 carros de combate, la más poderosa del Ejército de Tierra español en tierras saharauis.

La Marcha Verde

El contingente que España había desplazado a la zona era muy superior en calidad, adiestramiento y material a lo que Marruecos pudiese oponer. Y eso sin tener en cuenta la abrumadora superioridad aérea y naval española. De hecho, Hassan II sabía que no podía ganar una guerra con España. Ni siquiera una de carácter local.

La tensión en el Sáhara aumentó exponencialmente en las últimas semanas del verano de 1975. La guerra parecía inevitable. Se decidió entonces activar la denominada operación Trapecio, reforzando el dispositivo militar para hacer frente al aumento de los ataques guerrilleros del Frente de Liberación y Unidad del Sáhara creado por Marruecos.

A principios de noviembre de 1975 las fuerzas militares disponibles en El Aaiún se desplegaron en sus posiciones de combate. El general Gómez de Salazar, a la sazón jefe del sector del Sáhara, había decidido activar el plan de contingencias diseñado por el Estado Mayor del Ejército de Operaciones español desplegado en el Sáhara.

Pero las fuerzas marroquíes no iniciaron la esperada ofensiva. En su lugar el monarca alauita envió una masa de civiles y soldados mezclados que se internaron unos pocos kilómetros en el Sáhara español: la Marcha Verde. Los invasores acamparon y, a los tres días, se retiraron. Se trató de una mera operación propagandística y de presión diplomática para que Marruecos pudiese negociar con España en las mejores condiciones posibles. Hassan II no fue capaz de cumplir su amenaza de tomar el té en El Aaiún.

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