Cuando el ejército italiano sufrió la primera derrota de su historia de manos de un general carlista
Meses después de su fundación, el ejército italiano fue derrotado por legitimistas napolitanos guiados por José Borges
El 13 de febrero de 1861 Francisco II, último rey de las Dos Sicilias, se rendía en Gaeta tras resistir heroicamente durante más de cuatro meses. Pero cuando marchaba al exilio, no se despedía de sus súbditos de manera terminante: «no os digo adiós, sino hasta luego».
Cuatro veces habían triunfado con anterioridad las revoluciones liberales en el reino de Nápoles, con invasiones extranjeras o sin ellas. Y cuatro veces se habían producido restauraciones dinásticas y absolutistas. Al infortunado rey no le faltaban motivos para soñar con volver a pisar el suelo patrio.
El 17 de marzo nacía el reino de Italia. Para entonces había comenzado ya una reacción armada antiunitaria en las provincias meridionales. Incumplidas las promesas de reforma agraria hechas por Garibaldi, sometido el sur por un estado visto como extranjero y amenazada la Iglesia por el gobierno de un rey doblemente excomulgado (Víctor Manuel II), miles de campesinos se echaron a los montes y bosques del Mezzogiorno organizados en bandas de tamaño variable. Este conflicto recibirá el nombre de brigantaggio, que se traduce como «bandolerismo», pues las autoridades trataron a estos guerrilleros como si de meros bandidos se tratase. De esta forma se buscaba justificar la brutalidad con que serían reprimidos.
En este contexto hace acto de presencia José Borges; un experimentado general catalán de 48 años, distinguido en la Primera y Segunda Guerra Carlista luchando del lado de los legitimistas. Participó también en el desastroso alzamiento de 1855. Esta entrega a la causa del Trono y del Altar le costó las vidas de su padre y su hermano, así como múltiples exilios. Y aún más le ha de costar (pero eso queda para otro artículo). A él le confía la Corte romana de Francisco II la tarea de agrupar estas bandas y convertirlas en un ejército regular.
Siguiendo órdenes llegadas desde Roma, Borges desembarca el 13 de septiembre de 1861 en Calabria, con solo 17 acompañantes, la mayoría de ellos también oficiales carlistas. Tras no pocas dificultades, el grupo llega el 19 de octubre al bosque de Lagopesole, base de operaciones de Carmine Crocco, el líder «brigante» más relevante de Basilicata. El teniente general nombrado por Francisco II se encuentra con que el cabecilla se niega a acatar sus órdenes de abandonar el bosque y lanzarse a la acción.
El 31 de octubre Crocco accede finalmente. Borges organiza militarmente las fuerzas a su disposición, dividiéndolas en compañías mandadas por oficiales españoles. A continuación, los «brigantes» ocupan Trivigno, Calciano y Craco, ante la sorprendente pasividad del general Della Chiesa, que, temiendo un alzamiento generalizado en la región permanece con el grueso de sus fuerzas en Potenza. Entran en Aliano el 9 de noviembre. Y el 10 por la mañana sus avanzadillas le informan de que una fuerza enemiga se presenta al sur de Acinello (en el actual Stigliano), a unos 10 km de distancia.
«Salgo inmediatamente para verla y me entero que es un cuerpo de 550 a 600 hombres. Hago reunir a mi gente, que no pasan de 400 hombres, y me coloco frente a ellos, esperando sus disposiciones para tomar las mías». Al otro lado del río Sauro forma un batallón de la Guardia Nacional Móvil junto con dos compañías del Regimiento 62 de Infantería, comandadas por el joven capitán Icilio Pelizza.
Frente a militares bien armados y superiores en número, Borges no opone más que campesinos armados mayoritariamente con escopetas de caza. Pero se percata rápidamente de un factor decisivo: «Pronto me doy cuenta de que el jefe piamontés es un enemigo que no conoce su oficio. Viendo su inexperiencia, me vuelvo a mis soldados y les prometo la victoria si no me abandonan; me lo prometen y me pongo en marcha».
Borges ordena que su 1ª compañía avance protegida en su flanco por la 2ª compañía, para atacar de frente a la infantería italiana. A su vez, manda a Ninco Nanco (distinguido lugarteniente de Crocco) cruzar el río en una rápida maniobra de caballería con la que flanquea al batallón de guardias nacionales y lo pone en fuga. Él mismo se pone al mando de la infantería restante y avanza entre sus dos alas.
Huida la Guardia Nacional, las tropas piamontesas se retiran ante el avance napolitano y se preparan para una resistencia final en torno al molino de Acinello. Viéndolos en una posición fuerte, Borges destaca una sección de su compañía de reserva para que los ataque por la espalda, mientras que la 1ª lo hace de frente y la 2ª por la izquierda.
El capitán Pelizza ordena entonces una desesperada carga a la bayoneta que terminó de sellar su derrota y muerte. Algunos de los hombres de Crocco decapitan su cadáver, pero Borges impide que sigan mutilando el cuerpo de alguien «que ha muerto como un héroe».
El capitán es uno de los 40 muertos enemigos que quedan en el campo de batalla. Se toman, además, cinco prisioneros que se unen a los «brigantes». Las filas legitimistas no contabilizan muertos, y tan solo dos heridos.
Seis meses después de su fundación el Regio Esercito sufre la primera derrota de su historia ante un grupo de hombres a los que el nuevo Estado cree ciudadanos suyos, guiados por la espada de un general español.