Picotazos de historia
Cuando Noruega conquistó Japón gracias a su salmón
Hoy en día es casi imposible imaginarnos un nigiri, un maki o un sashimi que no lo incluya este pescado. Se lo debemos todo a los noruegos
En las últimas décadas, la gastronomía japonesa se ha impuesto en muchos lugares. Palabras como sushi, nigiri, sasimi o maki han pasado a ser de uso común para todos aquellos amantes de la cocina japonesa. De hecho, la palabra sushi es ya de uso popular en toda Europa y buena parte del continente americano. Los rollos de arroz envuelto en algas y rellenos de pescado, las lonchas de pescado crudo, etc, son imágenes que nos vienen a la mente y que nos hablan de tradición.
Sin embargo, esa imagen que tenemos tiene un detalle completamente alterado de esa tradición. Y es que hace 40 o 50 años, todos esos platos eran distintos, ya que uno de los ingredientes que, para nosotros ignorantes gaijín (extranjero en japonés), nos parece indispensable no era utilizado por considerarse un alimento inferior y peligroso, indigno y solo propio de la gente más baja.
En la década de los años 70 del siglo pasado, Japón aún era autosuficiente en cuanto a la pesca se refiere. Tenía la mayor flota pesquera del mundo, que trabajaba a destajo, ya que el japonés medio consumía más de 60 kilogramos de pescado fresco al año. El salmón del Pacífico o de Japón (Oncorhynchus masou masou) estaba considerado como un pescado de inferior calidad y que necesitaba ser completamente cocinado para poder ser consumido. El servir el salmón fresco era percibido como un riesgo para la salud debido a la facilidad con que estos pescados son infectados por parásitos. Por este motivo su carne, completamente cocinada, solo era utilizado en los platos más baratos y de peor calidad.
En 1974 una delegación de empresas noruegas visitó Japón con idea de estudiar nuevas vías comerciales. Entre los miembros de la delegación estaba el delegado del comité de las empresas pesqueras noruegas, señor Thor Listau. Este individuo, con una notable visión de futuro, señaló que: Japón pronto dejaría de ser autosuficiente en materia pesquera; que ellos (los japoneses) no valoraban el salmón del Pacífico, pero que se consumía mucho por lo barato que era y, por último, que la producción del salmón noruego necesitaba nuevos mercados.
En 1985 el comité, que no había olvidado el análisis y las recomendaciones, envió a Thor Listau para evaluar el mercado y desarrollar estrategias. El informe de Listau determinó que el salmón noruego era de mayor tamaño, contenía más grasa, su carne era de mejor calidad y que estaba libre de parásitos. Este último detalle era vital.
El comité noruego quedó convencido de la viabilidad de poder introducirse en el mercado japonés e inmediatamente se puso en marcha una campaña de promoción, involucrando a las grandes cadenas hoteleras, de restaurantes y de supermercados en Japón.
En diez años, no solo se habían introducido en este difícil mercado, el volumen de las exportaciones de Noruega a Japón habían aumentado un 250 % y su vector de crecimiento estaba disparado. Esos diez años supusieron la introducción de un elemento nuevo en la comida tradicional —los noruegos lo llamaron Proyecto Japón— de una manera tan profunda que hoy, incluso a los propios japoneses, les parece inconcebible que no haya sushi, sasimi o nagiris de salmón. Eso si, siempre salmón noruego.
Thor Listau representó los intereses de las pesquerías noruegas frente al gobierno hasta el año 1985. Fue nombrado Jefe de la Oficina Estatal encargada de los productos agrícolas, puesto que desempeñó a satisfacción de todos hasta el año 1991. Thor pasó a la empresa privada, donde se lo rifaban, aceptando el cargo de director ejecutivo, más tarde director corporativo, de Statkorn Holding hasta el año 2005. Disfrutó de una bien merecida jubilación y falleció en año 2014 rodeado de una nutrida y afectuosa familia. Por cierto, Statkorn es una de las mayores empresas del mundo en el mercado del, evidentemente, salmón noruego.